El alma no crece en los árboles,
sin embargo, se nutre de nuestro entorno,
como el cuerpo de la comida.
El alma necesita ser alimentada
con visiones hermosas,
palabras que llenen
o por quien sabe llenarlas de besos.
Besar el alma
es saber tener paciencia y comprensión,
y aceptar a las personas como son.
Besar el alma
es abrazarte cuando hay soledad,
cuando se está triste,
sin decir nada,
solo sostenerse con ese abrazo de consuelo.
Besar el alma
es sentarse juntos
cuando no hay necesidad de hablar,
cuando solo hace falta el silencio,
cuando sobran las preguntas.
Besar el alma
es sentir otras manos que dan apoyo
fortaleciendo esa esperanza de vida y de compañía.
Besar el alma
es decir, te quiero con la mirada.
Besar el alma…
Es fácil,
solo basta que decidamos
bajar del pedestal del orgullo,
que muchas veces nos rodea y nos consume.
¿Cuántos de nosotros necesitamos de ese beso en el alma
que
nunca llega y que se llama ternura?
Pero mientras llega ese beso...
¡Besa tú el alma de los demás y pon el corazón en tu mirada!
Texto atribuido a: Mario Benedetti