El día que lo nombraron director del departamento de música de la escuela fue inolvidable para el joven y entusiasta profesor. Lo primero que proyectó fue recaudar fondos para comprar un piano de cola y, cuando consiguió el dinero dio órdenes de que instalaran el piano en el centro del escenario, donde luciría majestuoso. Pero cuál fue su sorpresa cuando el director del centro se opuso a esa decisión y decidió colocar el bello instrumento en una esquina.
Enojado por ese desplante, el profesor de música renunció a su puesto y abandonó el pueblo. Años después, decidió regresar a este lugar y no quiso irse de nuevo sin hacer una visita a la escuela para ver qué había sido del piano que compró con tanta ilusión para que sus alumnos practicasen.
Para su sorpresa, vio que el instrumento estaba en el centro del escenario, justo donde él había sugerido sin éxito. Por ello preguntó al nuevo profesor de música qué había sucedido y éste le respondió:
Sí, el director nunca permitió que colocásemos el piano aquí, pero yo simplemente lo empujaba un centímetro cada vez que tocaba y nunca se dieron cuenta.
Así es la vida, no todo se consigue de golpe y es importante tener paciencia para lograr, paso a paso, nuestros objetivos.
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