"Vivir el presente" no es dejarse llevar: el verdadero significado de la frase más manida de la Psicología.
En muchas ocasiones se equipara "vivir el presente" con desinhibirse o dejarse llevar por los impulsos del momento. En muchas otras se habla de ello de tal modo que parece que vivir el presente sea una fórmula mágica que equivale a ser feliz, automáticamente. Es fácil ver que esto es erróneo. Dejarse llevar por los impulsos no siempre da resultados positivos (internet está repleto de vídeos que lo demuestran), y en el presente también ocurren cosas desagradables, como la ruptura de una pareja, la inseguridad, las discusiones... Es cierto que la felicidad se vive en el presente, pero no al revés. La lógica dicta que, si llueve, debemos sacar el paraguas, pero también que por sacar el paraguas no haremos que llueva… pero a veces la lógica se nos escapa.
Una idea que también está extendida es la de intentar acallar el pensamiento concentrándose en algo (en la respiración, en un punto fijo en el horizonte, en una imagen mental, en repetir una palabra...). Con esta técnica se puede lograr prestar atención a ese "algo" elegido, pero tiene un beneficio muy limitado porque con ello se bloquea el pensamiento sin comprender lo que lo perturba, que es lo verdaderamente importante. Este tipo de concentración no es muy diferente a la que se tiene viendo la televisión, (y esta actividad no goza de gran prestigio en el trayecto a la consciencia y a la felicidad). Estos caminos no son los que llevan a vivir el presente de verdad, ni a sacar el máximo partido a la experiencia.
Entonces, ¿qué hay que hacer para vivir el presente? Para ser capaz de vivir el presente, de estar consciente de lo que ocurre, es necesario descubrir las causas que impiden alcanzar la anhelada consciencia y aprender a resolverlas. No se trata de estar atento, sino de resolver las causas de la inatención. Lo primero es darse cuenta de que la mente suele estar agitada, ocupada en pensamientos, muchas veces involuntarios o automáticos, comparándose con otros, repasando las preocupaciones, criticando o criticándose... o sencillamente vagando de una cosa a otra. En realidad el pensamiento se acalla cuando se resuelve aquello que lo agita, lo que significa que estar en el presente es estar atento a lo que ocurre, tanto fuera como dentro de uno mismo. Para poder hacerlo es necesario prestar atención con interés y curiosidad, sin esfuerzo.
Se puede comenzar por prestar atención a cómo actúa uno, a lo que piensa o a lo que siente. En un lugar tranquilo, en casa viendo la televisión o en la calle durante la vida cotidiana. El objetivo es darse cuenta de cosas nuevas que entender, que descubrir. Presta atención a lo que sientes, a las sensaciones corporales, y ve perdiendo el miedo a explorar tus emociones para no reprimirlas ni dejarte arrastrar por ellas. A medida que aprendes a explorar lo que sientes, el pensamiento se irá calmando. Esto te hará reaccionar menos y te dará la oportunidad de darte cuenta mejor de lo que ocurre y de por qué sucede, lo que te permitirá actuar en consecuencia. No se trata de controlar sino de descubrir y entender cosas nuevas.
¿Y de qué sirve estar en el presente? La agitación mental, ese devenir constante en muchas ocasiones fuera de la voluntad de la persona, es la consecuencia de los conflictos psicológicos no resueltos (temores, heridas psicológicas, miedo al futuro, a la soledad, al menosprecio…), de todo aquello que hace sufrir y aún no ha sido comprendido ni, por tanto, solucionado. Para comprobarlo, proponte estar sin hacer nada, a solas durante diez minutos. No hagas absolutamente nada. Permanece sin distracciones, sin mirar el móvil ni tomar café, sin música... Ni siquiera pienses voluntariamente en algo, no te concentres en nada, ni recuerdes. ¿Qué ocurre? Ese malestar o aburrimiento, esa intranquilidad o prisa, ese pensamiento que te distrae o te empuja a hacer algo, son los efectos de esa agitación interna que producen los conflictos psicológicos sin resolver.
Ser consciente, estar en el presente, se convierte entonces en la herramienta que da la oportunidad de entender mejor la realidad y de aprender a resolver esos conflictos que impiden ser feliz. Tratar de estar en el presente y al mismo tiempo, escapar del malestar es imposible.
El objetivo no debe ser, por tanto, estar en el presente esperando estar bien. El objetivo debe ser estar en el presente para descubrir, para entender la realidad. Ese comprender la realidad es lo que te llevará a estar cada vez mejor y a afrontar los retos de la vida con mayor serenidad y sabiduría. Y te permitirá, además, estar cada vez más en el presente sin esfuerzo y con gran vitalidad… La explicación y los consejos sobre este tema son de la psicoterapeuta, María Ibáñez Goicoechea y el psicólogo, Jesús Jiménez Cascallana, publicado en elpais.com, nos ayudan a comprender el término y la situación.
Cada vez son más las personas que intentan “vivir el presente”. Cada vez somos más conscientes de que nuestra vida está pasando ahora y de que es en el ahora donde tenemos que estar centrados. Pero, somos conscientes de qué significa realmente ’vivir el presente’. Vivir el presente de forma plena significa ser plenamente consciente de todo lo que forma parte de tu presente. Es decir, ampliar tu conciencia lo máximo posible para abarcar el momento actual y al mismo tiempo, todo tu pasado y tu futuro. Conseguir expandir tu conciencia hasta abarcar todo tu pasado y tu futuro no es fácil pero tampoco es excesivamente difícil. Se trata simplemente de practicar y tener un poco de paciencia y perseverancia.
Básicamente, hay que hacer dos cosas. En primer lugar, tenemos que estar centrados en el momento actual. Si estamos comiendo, estamos comiendo, y si estamos andando, estamos andando. Si empezamos a pensar en el pasado o en el futuro olvidando dónde estamos ahora mismo, nuestra conciencia se aleja del momento actual y nos desconectamos de una parte del presente.
Así que el primer paso es aprender a estar siempre centrados en el momento actual. Pero esto no es suficiente. Una vez estamos centrados en el instante actual tenemos que expandir nuestra conciencia para abarcar el pasado y el futuro. Es decir, ser consciente, al mismo tiempo, del momento actual, del pasado y del futuro.
Esta idea es muy acertada y poderosa, pero lo cierto es que hay un pequeño problema con ella: normalmente interpretamos “vivir el presente” como sinónimo de “vivir centrados en el momento actual”. Es decir, si estás bebiendo agua, céntrate en esto y nada más; si estás andando, fíjate en tus pasos y olvida lo demás. Y esto no es vivir el presente. El presente es algo mucho más grande que el momento actual. En realidad el presente lo es todo. No hay nada fuera del presente. Vivir el presente es vivir conectado con todo. Es vivir en la eternidad.
Y según los especialistas, conectar los tiempos es cuestión de práctica y ejercicios, y para lograrlo es mejor ir poco a poco, porque hay que intenta ser muy consciente de dónde estás ahora mismo y, sin perder esta conexión, intentar ser también consciente de que tienes un pasado y un futuro que forman parte de ti. Así irás ampliando tu conciencia cada vez más y conectando plenamente con tu presente real. Este ejercicio es muy liberador. Tal y como estamos acostumbrados a vivir el presente (dejando fuera el pasado y el futuro), es casi como una prisión. Es algo que nos reprime y ahoga, porque excluye de nuestra vida una parte muy grande de nosotros. Y en el fondo de nuestra alma lo notamos. En cambio, si conectas con tu presente real, aquel que incluye todo lo que has vivido y lo que vivirás, las paredes del tiempo se caen y tu conciencia se expande con libertad. Te sentirás como si te quitaran un peso de encima…
Entendemos que el pasado es lo que sucedió, el presente es lo que está sucediendo, pero rápidamente se esfuma y se empaca en el pasado y el futuro suena lejano… Para entenderlo todo, primero hay que entender bien cómo vivir el presente, tenemos que tener claro qué es el presente exactamente. Normalmente interpretamos el presente como lo que está sucediendo en el momento actual. Es decir, si estamos en casa sentados en el sofá, el presente es eso y solo eso. Todo lo que nos ha sucedido antes y todo lo que vendrá después lo llamamos “pasado” y “futuro”, y lo consideramos fuera del presente.
Sin embargo, en realidad no es exactamente así. Tu pasado está vivo dentro de ti ahora mismo, y tu futuro también. Los dos forman parte de tu presente.
Todo lo que ha sucedido en el pasado ha contribuido a forjar tu personalidad, y está aquí ahora mismo interaccionando con lo que estás viviendo en el momento actual. Con el futuro pasa exactamente lo mismo, aunque quizás cuesta un poco más verlo porque el futuro es desconocido para nosotros, pero esto no cambia gran cosa. Tú seguirás existiendo más tiempo, eso sí lo sabemos y harás más cosas en el “futuro”. Y ahora, en este mismo instante, tú eres la persona que hará esas cosas. Da igual que no sepas qué cosas son. Ya eres esa persona.
Además, tampoco es del todo cierto decir que no sabes qué experiencias vivirás en el futuro. Tú sabes algunas cosas que te gustaría conseguir y también otras que te gustaría evitar. No sabes exactamente qué pasará, pero sí tienes algunas ideas de hacia dónde tienes intención de dirigir tus pasos, y esas ideas están aquí, ahora, ya haciéndote compañía.
Bueno, yo solo sé que soy lo que he vivido: mi pasado es mi vida, mi presente es el ahora, mi futuro está por venir y se hará presente, y pasará a formar parte del pasado… Por tanto, solo el pasado es fiable.
Fotografía: Kaiserwinkl
Fotografía: Kaiserwinkl
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