domingo, 7 de julio de 2019

Nuestra cumbre es ya universal


La cumbre de Gran Canaria está hoy de enhorabuena, porque la historia de sus aborígenes ha sido reconocida de interés universal. 

Hoy nos hemos despertado con la noticia que esperábamos, la UNESCO declara a “Risco Caído y las Montañas Sagradas” Patrimonio de la Humanidad. Todos los medios se han hecho eco de este reconocimiento a la historia de los aborígenes canarios. Un tesoro arqueológico que enriquece a Gran Canaria en particular, pero toda canaria se congratula de esta joya que es parte de España.

El reconocimiento otorgado este domingo por la Unesco a Risco Caído implica mucho más que la protección de uno de los yacimientos prehispánicos más espectaculares de Canarias, supone el empujón definitivo a los esfuerzos de generaciones de arqueólogos e historiadores por rescatar del olvido a una cultura milenaria, misteriosa y única.

Se trata del templo perdido de los aborígenes de Gran Canaria, un almogarén que hasta hace pocos años era el pajero de un ganadero del municipio de Gáldar que jamás imaginó que cada vez que entraba en esta cápsula del tiempo a cuidar sus animales viajaba a los inicios de la era y mucho menos que a su alrededor se desarrollaba un prodigioso relato. 

Los yacimientos arqueológicos agrupados en el paisaje cultural de Risco Caído muestran la cultura de las antiguas poblaciones insulares, un proceso único de evolución de pueblos amaziges procedentes del Norte de África, que vivieron en aislamiento hasta su conquista por la Corona de Castilla en el siglo XV. El cráter volcánico de la Caldera de Tejeda preside este espacio, que se extiende a través de los municipios de Artenara, Gáldar, Tejeda y Agaete. 

Las Montañas Sagradas de Gran Canaria son un paisaje cultural —definido por la UNESCO como una obra conjunta de la humanidad y la naturaleza—formado por 1.500 cuevas, un millar de triángulos púbicos rupestres —la mayor concentración del mundo—, y vestigios que permiten hablar de un paisaje relicto y vivo a la vez plagado de templos, santuarios, graneros fortificados, necrópolis, asentamientos trogloditas verticales y viviendas en cuevas ocupadas en ocasiones de manera ininterrumpida desde hace siglos hasta la actualidad. 

La cueva de Risco Caído es el mejor ejemplo de este paisaje, una cúpula paraboidal que muestra durante 180 días al año un llamativo relato de imágenes gracias a la intervención del sol, la luna y el retablo de 37 triángulos púbicos, orificios y hornacinas. 

Y es que al despuntar el primer día de cada primavera entra el sol de la mañana con forma fálica para fertilizar a la madre tierra y recorrer su pared, labrada con toda una suerte de triángulos púbicos situados en una especie de cenefa a tres niveles para contar una historia que se vale de la óptica de entrada, sus quiebros y muescas, así como del cambiante ángulo del haz de luz para ir cambiando de forma en lo que recorre el retablo labrado en la roca y muestra la cara de un niño y hasta una mujer embarazada, aunque la profusión de sus significados aún están por desvelar en su totalidad. 

Sus cualidades lo hacen distintos a otros reconocimientos regionales o estatales, de hecho, es único en el planeta en varios de sus aspectos, ya que para empezar se trata del primer paisaje cultural Patrimonio Mundial que incluye la dimensión del celaje, pues la sociedad aborigen canaria, que hunde sus raíces en la población amazig o bereber, atrapada entre el mar y el cielo logró desarrollar una cultura singular en la que fue esencial su relación con el firmamento. 

La nominación de las Montañas Sagradas de Gran Canaria “son el marco que permitirá afianzar la pervivencia de este legado excepcional para las generaciones presentes y venideras, un patrimonio cincelado y mantenido a través del tiempo por los habitantes de las cumbres de la isla. Esta grandiosa noticia marcará un antes y un después en Gran Canaria”. El paisaje atormentado que acoge este ámbito cultural se encuentra abrigado por la imponente Caldera de Tejeda, de 18 kilómetros de diámetro que surgió por el colapso del impresionante estratovolcán del Roque Nublo, símbolo de Gran Canaria, todo ello engarzado en el paisaje a cuyos pies se extiende desde hace millones de años una naturaleza atormentada o, como describió maravillado Miguel de Unamuno, "una tremenda conmoción de las entrañas de la tierra, parece una tempestad petrificada" que atrapó a los expertos internacionales que inspeccionaron el ámbito y recomendaron su inscripción en la lista de la Unesco. 

En términos geológicos, el ámbito acoge una extrema geodiversidad que constituye un libro abierto a la contemplación y el aprendizaje de singulares manifestaciones geológicas que incluyen relieve invertido, además de crestas, escarpes, promontorios, riscos y barrancos que, por si fuera poco, presentan una tasa de endemismos y especies protegidas sin parangón en las áreas protegidas del norte de África y el sur de Europa. 

En abril se cumplieron 537 años desde que el último caudillo de Agáldar, la capital prehispánica de Gran Canaria, Tenesor Semidán, fuera bautizado con los Reyes Católicos como padrinos y firmase un acuerdo de paz que allanó definitivamente la Conquista de Canarias. No recibió un nombre cualquiera, sino uno doblemente regio, en reconocimiento a su padrino (el rey Fernando de Aragón) y a su rango la sociedad aborigen (guanarteme, rey), pero desde entonces en las crónicas empieza a dejar de ser el heredero del mítico Artemi y se convierte en don Fernando, el aliado canario de las tropas de Alonso Fernández de Lugo en la toma de las islas de La Palma y Tenerife. 

La sustitución de Tenesor por Fernando fue casi un preludio de lo que estaba por llegar: el progresivo olvido de una cultura de raíces norteafricanas, arrinconada por otra europea que vivía horas más pujantes, la de una Castilla que estaba a punto de descubrir América y convertirse en el imperio más poderoso del mundo en su época. 

¿Dónde están los descendientes de aquellos pueblos? Pues caminando por cualquier calle de Canarias, porque un estudio de este mismo año liderado por la investigadora Rosa Fregel (La Laguna-Stanford) acredita que el 56% de la herencia genética materna de los canarios actuales proviene de los aborígenes, mientras que solo el 39% es europeo y el 4%, subsahariano. 

Como los mayas, los egipcios o los constructores de Stonehenge, los antiguos canarios sabían mirar al cielo, en su caso para leer en los astros las estaciones y los tiempos de la siembra y la cosecha desde atalayas como el roque Bentayga o cuevas como Risco Caído, el "templo perdido" de Artevigua. 

La Unesco ha decidido este domingo en Azerbaiyán que el legado de aquellos pueblos es patrimonio de todos. A 6.000 kilómetros de las islas, el sol que mueve los calendarios de piedra de la Caldera de Tejeda acaba de marcar la hora de los guanches, canarios, bimbaches, benahoritas, gomeritas y mahos. La hora de los guanartemes. 

Hay que recordar que Agaldar, reino de los Guanartemes, fue la primera capital prehispánica. El reino abarcaba toda la comarca noroeste, con el tiempo se fueron segregando el municipio de Guía, Agaete y por último Artenara. El núcleo habitado más alto de Gáldar es Juncalillo, mi pueblo. Juncalillo y el pueblo de Artenara están a unos 1.200 m. de altitud, sus habitantes han estado siempre muy unidos y emparentados. Decir que el barranco que separa a los dos municipios no impide que los de Gáldar sean propietarios de las tierras de Artenara que lindan con el barranco, en mi misma familia se da el caso, y ese es el caso de las cuevas de “Riscocaido” —así debería seguir denominándose para conservar toda la esencia del pasado; ‘Risco Caído’ suena a corrección y no respeta el habla del lugar—. Pues, Risco Caído está en terrenos de Artenara, pero siempre fue propiedad de los galdenses de Barranco Hondo, hasta hace unos cuatro años que estas cuevas y sus aledaños fue adquirido por el Cabildo de Gran Canaria. 

Llegó la hora de los guanartemes, pero la historia de este paraje situado en la cumbre de Gran Canaria, abrigado por Tamadaba, lugar que me vio nacer, cuna donde han enraizado mis ancestros y que ha conservado viva la huella en el silencio del tiempo, ha traspasado las fronteras y en la cumbre de mi tierra ya nada será lo que era...

Fotografía: Internet

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