miércoles, 7 de mayo de 2014

Corazones salidos de la tierra

Una papa en forma de corazón.


En un recóndito lugar vivía una niña feliz, con su carita salpicada de pecas y el pelo rubio como el trigo. Era una niña simpática, alegre y divertida, en su semblante dibujaba una sonrisa contagiosa.

Disfrutaba jugando, estudiando y ayudando a su atareada mamá. La niña tenía y ponía mucho interés por aprender, para ello se fijaba y preguntaba a su paciente madre, que siempre daba respuestas a sus dudas. Su madre una mujer muy buena y trabajadora, era su mejor maestra y estaba encantada de enseñarle todo lo que sabía de las diversas tareas que conlleva una casa de familia: cocinar, lavar, planchar, limpiar, además era costurera, peluquera y ejercía de enfermera poniendo inyecciones, por si toda esta labor era poca, también elaboraba quesos y atendía los tiempos de siembra en la tierra y en la recolección posterior.

Maravilloso el milagro de la tierra regada con el agua y con la energía del sol, que al enterrar un grano de semilla, regala abundantes frutos. Para la niña era algo mágico, enterrar un grano de millo (maíz) y ver cómo asoma unas hojitas verde y crece una planta muy alta de donde penden piñas cargadas de millo tierno. Ahora que a la observadora niña le sorprendía mucho más, que de un trocito de papa (patata) brotara hasta un kilo de papas redondeadas.

Encomiable la laboriosidad del labrador… Hay que decir, que antes de plantar las papas en la tierra lleva su trabajo. Las papas de semilla hay que hacerlas pedazos, para ello tenemos que fijarnos en los ojos de cada papa, los más grande y bonitos (porque por ellos brotarán las nuevas papas). La papa se trocea de manera que el ojo quede en el centro del trozo que se entierra en la tierra, pues en esa tarea, la niña también ayudaba a su madre; cogía una papa, elegía un ojo y se lo enseñaba a la madre a ver si era el correcto.

Para la niña era fantástico ver salir los brotes verdes, el ramaje crecía, pero la cosecha permanecía oculta unos tres meses, hasta que su padre cavaba la tierra y aparecían papas de diferentes tamaños.

Las papas se recogen clasificándolas: grandes, medianas y pequeñas, y aunque redondeadas tienen formas diversas y a la niña le gustaba descubrir parecidos imaginativos; unas curiosas caras alargadas que casualmente aparecen con dos ojos bien situados y para darle más realismo le sale un apéndice como nariz. Otras en forma de muñeco de nieve. También ovaladas a las que dos estratégicos apéndices simulan las orejas de oso, ahora que las formas que más emocionaban y sorprendían a la niña eran las papas con forma de corazón. Cuando las veía las cogía entre sus manos y las llevaba a su pecho apretándolas contra su corazón palpitante.

La niña era consciente de que las maravillas de la naturaleza eran obras del Creador y agradecía a Dios tantos actos milagrosos. La niña creció y dejó el campo pero seguía oliendo a tierra y siempre que preparaba la comida, daba gracias a Dios por los alimentos; por la tierra, por el agua, por el sol y por las sabias manos del labrador.

En su vida se daban situaciones muy sorprendentes y significativas, una tenía que ver con las papas. La niña ya mujer se dio cuenta de algo prodigioso, cuando más fuerza necesitaba aparecían papas en forma de corazón. Era mucha casualidad que hoy aparezca una y mañana otra y pasado otra, para ella era evidente que algo especial sucedía y esas apariciones eran un revulsivo de fuerza y de alegría. Siempre que aparecía una papa en forma de corazón, ella presentía un mensaje divino que daba sentido a su espiritualidad, con esa inyección de ánimos podía hacer frente a todas las adversidades que se presentaran.

La mujer entrada en años, recordaba su alegría de niña y esa alegría la acompañaba siempre, porque fue dichosa y feliz con el cariño de unos padres buenos y por haber vivido en la naturaleza, ese gran tesoro lo guardaba en su noble corazón.

Aquella niña vivió agradecida a sus padres, a la vida y a la tierra, y la tierra prodigiosa le regalaba frutos en forma de corazón como prueba de lealtad.

No hay comentarios :

Publicar un comentario