A esos labradores de curtida piel,
con manos rudas y encallecidas,
fuertes para sostener el arado,
entierran mieses, surcan la tierra.
Trabajan de sol a sol.
Pendiente de sus cosechas,
mirando a veces al cielo
por ver si las lluvias llegan.
Amantes de la naturaleza.
Conocedores de sus secretos.
La cuidan y la protegen
con sabio conocimiento.
Cultivar y labrar la tierra
es de valor y sabiduría;
cultos doctores del campo,
para ellos mi idolatría.
A tantísimos labradores
que entre nosotros presiento.
Para todos mi entrañable recuerdo.
Homenaje y versos lleva el viento.