sábado, 3 de mayo de 2014

¡Oh, Cruz de Valerón!


Sus grandes brazos abiertos,
esbelta tocando el cielo.
Prendida casi del aire
ampara a todo su pueblo.

Allí llegan las alegrías,
también no pocos lamentos
de la gente a la que quiere,
le llegan a través del viento.

Y en el eco nos devuelve
paz, cariño y tranquilidad;
su voz nos toca en el alma
con palabras de amistad.

Gracias, Santa Cruz bendita.
¡Oh, Cruz de Valerón!
Desde lo alto proteges a Juncalillo
derramando torrentes de amor.

Eres la señal de un pueblo cristiano
que vive bajo tus brazos firme en su fe.
Esa semilla no hay viento que la arranque,
raíces que desde niños hemos visto crecer.

Bajo los pies de la Cruz
mi madre a mí me acunó
y me dijo: ‘que por nosotros
en ella, el Señor murió’.

Todos los santos días
le doy gracias a Dios,
por nacer en Juncalillo
bajo la Cruz de Valerón.