Que con ternura, un cuerpo y un corazón sin vida puede reavivar su latido.
Que la casualidad une a seres de almas nobles para dignificar las bondades del amor.
Que no debemos poner limitaciones a los sueños por realizar.
Que la paciencia es la que mantiene la esperanza.
Que no es bueno sembrar mentiras para ocultar tu envidia, porque un día quedarás al descubierto.
Que nunca es tarde para arrepentirse y pedir perdón.
Que al sentir una dulce mirada, un corazón triste puede revitalizarse.
Que sí se puede aprender a confiar nuevamente.
Que yo no puedo enseñarte lo que no tengo; pero sí podemos intercambiar lo que sabemos.
Que hay que decir lo que se sienta, hacer lo que se piensa y dar lo que se tenga.
Que cuando un amigo se va, es que ha realizado la función por la que estaba en nuestra vida.
Que la desconfianza hace que no salgamos a la ventana para ver quién llama.
Que es de sabios saber cuándo hablar y cuándo callar.
Que hay que pensar muy bien antes de hablar, calmarse cuando se esté airado, resentido y hablar sólo cuando se esté en completa paz.
Que hay un lugar en el corazón donde habita la ternura y es en ese lugar es donde encontramos el calor necesario para sufragar las noches solitarias de recuerdos y desengaños.
Que si hacemos y vivimos de acuerdo a nuestro corazón. Si damos lo mejor de nosotros cada instante de nuestra vida. Si amamos desinteresadamente. Si hacemos a los demás lo que nos gusta o deseamos que nos hagan a nosotros; este mundo en el que vivimos puede cambiar.
Verdaderamente la vida es hermosa y nos ofrece oportunidades para sentirnos felices de estar vivos. Por eso, nunca es tarde para comenzar de nuevo y juntos hacer camino para lograr que todos vivamos dignamente y en paz.
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