Un hombre que iba a visitar a su hermana vio que en un solar junto a la casa estaban levantando un gran edificio. Se acercó para averiguar de qué se trataba y al ver a un albañil sentado bajo un arbusto se dirigió hacia él para preguntarle qué hacía allí.
—Estoy descansando. Hace mucho calor y tengo que cargar con todos esos ladrillos. La verdad es que sólo pienso en la hora de salir —le confesó.
Siguió caminando y se paró ante otro de los operarios que trabajaba duro apilando sacos de cemento. Le preguntó lo mismo y respondió:
—Estoy ganándome el sustento diario para mantener a mi esposa y a mis hijos. No puedo quejarme, aquí tendré trabajo para una temporada.
Antes de llegar a casa de la hermana se fijó en un tercer albañil que colocaba vigas. Le formuló la misma pregunta y con una sonrisa en el rostro, contestó:
—¡Estoy construyendo la futura escuela de nuestros niños! Será un orgullo para nuestro país.
Seguro que los tres cobrarían lo mismo, pero eran muy diferentes. Uno odiaba lo que hacía, al otro le daba igual y sólo el tercero trabajaba con entusiasmo.
Así sucede en la vida, no importa tu trabajo sino tu actitud ante él, pues sólo se sentirán felices quienes disfruten día a día de lo que hacen. De ti depende.
El trabajo es tu sustento. No te quejes, más bien da gracias por tenerlo…
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