¿Qué son los nietos? ¿Unos hijos más…? ¡No! Son unos hijos duplicados. En los nietos se alarga la vida hacia unos límites de amor que no se soñaron. Los hijos fueron el testimonio, los nietos la confirmación. Por eso se quieren tanto, por eso son el juguete espiritual de la edad mayor. Hay en ellos una prolongación.
Una duplicidad en la función creadora y en la extensión de la especie. Un nieto es un anhelo convertido en realidad, a él le damos besos que tal vez no les dimos a los hijos, y ellos nos dan los besos que quizás ya nadie nos da. Se reactiva la juventud y el corazón palpita como si fuera un corazón adolescente. Con un nieto en los brazos tenemos al hijo. Tenemos la juventud que se nos quiso escapar un día. Tenemos el amor verdadero que nada pide y todo nos da.
Es maravilloso vivir esos retozos de los nietos, su inocencia infantil nos lleva a otros mundos animados por sus risas sonoras. Con los nietos se revive la historia del amor y el alma vuelve a florecer. El hogar viejo se torna joven y se renuevan las esperanzas. Los nietos son la fortuna que enriquecen y revitalizan el paso de los años para no caer en el pozo del olvido que nos conduce a la senectud.
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