Un panadero quería conocer a Uways, y éste fue a su panadería disfrazado de mendigo. Cogió un pan y empezó a comérselo. El panadero lo golpeó y lo echó a la calle.
—¡Loco! —le dijo un discípulo que llegaba—. ¿No ves que acabas de echar al maestro, a quien querías conocer?
Arrepentido, el panadero salió a la calle y preguntó qué podía hacer para que lo perdonase. Uways le pidió que los invitase a comer a él y a sus discípulos.
El panadero los llevó a un restaurante excelente y pidió los platos más caros.
—Así distinguimos al hombre bueno del hombre malo, dijo Uways a sus discípulos en mitad de la comida. Este panadero es capaz de gastar 10 monedas de oro en un banquete porque soy célebre, pero no puede dar pan para que se alimente un mendigo hambriento.
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