Cuenta la leyenda que la primera historia de celos fue protagonizada por la Tierra y el Sol. Se dice que no hubo amor más grande como el de estos dos. Cuando el Sol puso por primera vez sus ojos en la Tierra, esta era apenas una niña, pero al calor de los rayos del Sol fue floreciendo en ella vida, como si reflejara por fuera el inmenso amor que sentía por dentro.
Hija del Firmamento y Princesa del Universo consentida de todos los astros, ella era la heredera al trono de los cielos, mas a todo renuncio por amor y al casarse con su amado le cedió el trono de sus sueños. Viviendo juntos en el centro del espacio reinaron el principio de los tiempos. Pero el Sol era caprichoso y aventurero, siempre anhelando lo que había a lo lejos, seducido por las orbitas de lo desconocido resplandecía con fuerza cuando la Tierra dormía, solo por llamar la atención de las estrellas. Y pasó una estrella fugaz que robo su atención, y en un intento por alcanzarla se alejo de la Tierra un instante, el instante mismo en que ella despertó y notó su traición. Paso que la Tierra lloró amargamente y su padre el Firmamento escucho su llanto. Con el alma herida y el ego lastimado, ella suplicó un castigo ejemplar para el que alguna vez estuvo a su lado.
Fue entonces que el firmamento ordenó encadenar al Sol al centro, sin que pudiera moverse jamás. Condenado a la soledad infinita, sin poder acercarse a nadie, y a la Tierra mirarla a lo lejos, nunca volverán a estar juntos. Pero sucedió que ella tenía un secreto, y es que la Luna fue el fruto del amor entre ellos.
El castigo impuesto lastimó a todos, pues aunque la Tierra no olvida la traición del Sol, no ha podido dejarle de amar. Es así que por las mañanas se deja abrazar por él, con cálidos besos despierta en ella flores de vida, sólo por robarle una sonrisa, pero por las noches se aleja ya que la Tierra recuerda lo vivido cuando mira una estrella asomarse a lo lejos, y los celos la vuelven loca y lo aleja de su lado. Es por eso que en las mañanas el Sol sale y brilla con intensidad, pero por las noches se apaga y se oculta para llorar la pena de su soledad.
Desde lejos, en las noches cuando todos se han dormido se convierte en amoroso padre, y cuida a su hija Luna, la ilumina con cálida ternura, decorando su cuarto con un cielo estrellado para que le hagan compañía.
Triste es verlos a todos tan distantes. Mas el Firmamento permite que el Sol se acerque a la Tierra solo en el eclipse, y por breves momentos el Sol brilla con más intensidad, por la fuerza del amor que se tienen.
Ahora sabes que la Luna es cómplice de los enamorados, pues ella es hija del amor, y con amor espera un día poder reunir de nuevo a sus padres en el final de los tiempos, y hacer del cielo el reino que en un principio fue.
No dejes que el dolor de una crítica destroce tu obra, pues aún después de haber sido rota, habrás de renacer aún más hermosa.
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