jueves, 10 de abril de 2014

Abrazos curativos

Dos hermanas se abarzan.


Las dos hermanitas no se separaban, iban juntas a todas partes. La mayor, muy responsable, siempre estaba pendiente de la pequeña y la protegía con mimo y cuidado.

Un día, la pequeña se puso indispuesta, la llevaron al médico y descubrieron que tenía Leucemia. La hermana mayor estaba tan preocupada por ver a su hermana malita que no podía ni siquiera dormir para acompañarla en su padecer y sufría tanto que le pedía al médico que le pasara la enfermedad a ella que era más fuerte.

Queriendo ayudar a su hermana, pensaba en cómo aliviarla y se le ocurrió darle abrazos. Así fue, siempre buscaba la forma de tenerla abrazada, tanto sentada como acostada, la pequeña terminaba por dormirse. Según el diagnóstico, nada esperanzador, el tratamiento tendría que ser duro y largo pero, como contradiciendo todo pronóstico, la niña empezó a mejorar tanto que los médicos repetían las pruebas porque no podían creer la evolución que experimentaba la niña. Su sorprendente mejoría debía de tener alguna razón y los médicos quisieron averiguarlo.

Reunidos con los padres y las niñas quisieron saber todo lo que sucedía en torno a la paciente. Los padres detallaban cada minuto del día y todo estaba dentro de lo normal. El tratamiento se llevaba con rigor, las comidas y el descanso eran los propios, no había nada especial para esa recuperación increíble… Fue entonces cuando la hermana mayor dijo que ella sabía el porqué de la milagrosa curación de su hermanita. Los médicos escuchaban expectantes y la niña, llena de alegría, dijo que ella le daba abrazos a su hermana y por eso mejoraba. Los abrazos son curativos, les decía, y les contó que también una amiguita del cole se curó con sus abrazos.

Aunque científicamente no está demostrado que los abrazos curen, los médicos no los pusieron en duda.

Al tiempo, en el cole, una epidemia estomacal producida por un virus desconocido hizo cerrar el colegio. Las dos hermanas que siempre se estaban abrazando no se contagiaron y decidieron ir a la casa de cada uno de sus compañeros del cole para darles abrazos curativos.

A los dos días se reanudaron las clases y todos los niños estaban agradecidos a las dos hermanas por regalar abrazos. Descubrieron que los abrazos es la fuente de las buenas energías, y todos se hicieron dadores de abrazos e invitaban a sus familiares y conocidos a que se abrazaran mucho. Nombraron a las niñas «mensajeras de salud» y proclamaban a los abrazos como la mejor prueba de amor y de amistad.

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