Los cristianos nos acercamos al tiempo de Cuaresma. La Cuaresma nos llama a una reflexión profunda y sincera y nada mejor que rodearnos de silencio.
Reflexionemos en silencio, porque en el silencio de tu alma se esconden lo más bellos secretos de tu corazón. El silencio no es la ausencia de sonidos, es un estado tranquilo con el que puedas oír lo que se mueve en tu interior con mayor claridad.
Porque lo hemos experimentado, sabemos que la vida se comparte dándola y el silencio se comparte estando al lado del que sufre, del que ama, del que vibra y del que calla, y hoy el mundo se desangra y no nos podemos callar frente a los malvados que van enmudeciendo voces y aniquilando vidas. Hoy, más que nunca, tenemos que unirnos para denunciar las desigualdades y las injusticias. No tengamos miedo y gritemos al universo, que en el amor solo cabe el compromiso y la entrega, por eso enjuiciamos a todo canalla dueño de nada…
Yo te enjuicio mundo actual; por las cosas que haces, las que has hecho y las que has dejado de hacer. Te declaro culpable, por tantos niños explotados que día a día mueren de hambre sabiendo que hay pan y agua para todos. Te declaro culpable por los hombres que has armado y que se matan por tus mezquinos intereses. Te declaro culpable por ocultar la justicia, y entregarla con una brutal impureza. Te declaro culpable, por las personas que no tienen casa, comida, un techo donde dormir y ni siquiera, un lugar donde descansar en paz.
Te declaro culpable de la muerte de tantas personas, que por falta de dinero, se quedaron fuera de algún hospital. Te declaro culpable de reprimir la ternura, hasta agotarla. Te declaro culpable por inyectar el orgullo en la sangre de los hombres que se creen poderosos, y que no son capaces de pedir perdón. Te declaro culpable por todo el daño que le haces a la humanidad.
¡Por favor! Luchemos contra todas las enfermedades de este mundo, especialmente, por la avaricia, la desidia, la hipocresía, la injusticia, la prostitución y la corrupción. El mundo está enfermo con guerras sin sentido, en que solo se lucha por el poder y la ambición de unos pocos. El mundo está de luto, porque el hombre no es humano, es bestia… Estamos rodeados de gente depravada que cargan con una gran soledad, esa soledad que es producto del vacío interior y que tratan de llenarlo con lo que sea y al precio que sea. Vacíos fruto de rencores, envidias, venganzas y odios.
Y yo, que habito en ese mundo, te repruebo mundo y me avergüenzo porque permites que sucedan hechos horribles para destruir al indefenso. En esos hechos deplorables no está mi nombre. No, no con mi nombre ni en mi nombre habrá lágrimas ni sufrimiento, porque yo quiero vivir con todas mis fuerzas, las mismas fuerzas que deseo para todos los hombres de buena voluntad.
No hay peor soledad que la falta de Dios en nuestra vida. Sí, quiero vivir con todas mis fuerzas porque he aprendido que la vida es bella si tengo a Dios en mi corazón y que no debo basar mi vida en las circunstancias que la rodean. No debo dejarme vencer porque Dios es más grande que mis circunstancias. Existe un Dios de amor esperando que le permitas guiarte a la Luz por un camino de Paz. «¡No temas porque yo estoy contigo!» nos dice el Señor.
Lancemos un grito que recorra la tierra, para que aquellos que no quieren comprender que la Paz y el Amor son la llave y el arranque que mueve todas las energías del universo se convenzan, y puedan saborear la miel del cuerpo que habita en un mundo habitable.
Decía Juan Luis Vives que: «La fuente de la vida es el corazón» y yo digo que «al corazón le da la vida el alma, sin alma no hay vida».
Que en todas las almas que habitan el mundo reine la Gloria de la Resurrección.
Sean felices y bienaventurados... Paz y Amor para todos.
Fotografía: NASA's Marshall Space Flight Center, cc.
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