miércoles, 25 de julio de 2012

¿Qué pasa con la sanidad?

Las manos cruzadas de una paciente.

Llevamos tiempo arrastrando un desasosiego que por momentos nos altera el ritmo normal de nuestro quehacer, por la desazón de tanta confusión por hechos inexplicables y un gobierno poco resolutivo. Sólo demuestra su valentía para ir contra los más débiles, con los ricos no se atreve, temen despertar la ira de los poderosos. ¿Por qué no controlan las vías de escape del dinero, los clubs de fútbol, fundaciones diversas que se crean para saquear, evadir y blanquear millonadas…? No es que estén mirando para otro lado, es que se hace la vista gorda y eso es muy gordo…

Entre los ERE, la bajada de sueldos, la eliminación de la extra, quieren garantizar al batallón de políticos sus ‘felices navidades’, pero para tener el turrón seguro, se recortan pensiones, suben impuestos, luz, gasolina… Por si esto fuera poco, te ves en la necesidad de ir a comer a un comedor social o te hacen pagar los medicamentos. Respecto a esto último, una farmacéutica madrileña indignada se dirige a sus colegas para denunciar el agravio comparativo y los abusos existentes entre españoles e inmigrantes a los que se los regalan, a ellos y a los familiares que están en sus países. Manifiesta la farmacéutica:
Me dirijo a vosotros, estimados compañeros, para explicar lo que está pasando en las farmacias españolas. Creo que es necesario que esto se sepa porque, por lo que he podido comprobar, hay una estela de secretismo en relación al tema de la Sanidad Pública y los inmigrantes.

Pasa lo siguiente: Yo soy farmacéutica y en mi oficina de farmacia detecto desde hace varios años, recetas que los inmigrantes ¡no pagan! Lo explico: cuando uno de nosotros, español, va al médico, le extiende una receta con la modalidad de beneficiario normal o beneficiario titular o si está jubilado, pensionista titular. Eso quiere decir que se ha cotizado a la Seguridad Social.
Pero los inmigrantes reciben recetas con las modalidades siguientes: extranjero titular sin recursos, solicitud de extranjero sin recurso, fármaco gratuito para extranjeros, menor extranjero con fármaco gratuito y, lo peor de todo, pensionista extranjero fármaco gratuito mayor de 64 años. Esta última modalidad quiere decir que estos inmigrantes se traen a sus ancianos a recibir atención médica y recetas gratuitas pagadas por nosotros, los españoles.

Se supone que mi Ayuntamiento es de derechas y está repartiendo vales a moros y sudamericanos para retirar papillas, leches y productos de higiene personal gratis. Estos individuos, una vez que me dan el vale para recibir gratis, se permiten el lujo de comprar cremas de 50 euros con el dinero que le ahorramos, porque según ellos y jactándose, los españoles somos todos tontos.
¡Estoy harta!
Esta farmacéutica de Majadahonda, Madrid, se siente amenazada, habla sobre lo que ve todos los días. Es indignante y no se puede hacer nada.
Vamos comprendiendo por qué nos lo están poniendo tan duro a los españoles; los españoles nos podemos morir esperando y sin embargo a los inmigrantes le damos, todo gratis: pisos de protección oficial, comedores, guarderías, todo, para disfrutarlo con salud. Hay algún inmigrante que llega por necesidad, busca trabajo y envía dinero a su familia, pero la mayoría vienen a ‘vivir como reyes’ (con todos los gastos pagados). Viene uno y luego le traemos a toda la familia para que estén juntitos viviendo de los españolitos. Ellos saben cómo garantizar su objetivo, se cuelan estando embarazadas o siendo menores, y creo que a los menores habría que retornarlos con sus padres, ¿no?

Estoy de acuerdo que debemos y tenemos que ser solidarios, ayudar y socorrer es nuestra obligación, pero no cuando mi solidaridad se convierte en un abuso descarado… Nos toman por idiotas y se ríen de la gracia viviendo cómodamente a nuestra costa, no dan palo al agua y nos imponen su vestimenta, cultura, religión y encima exigen lo que no tienen ni pueden en su país.
El asentamiento de grandes colonias borra las señas de identidad locales y se convierten en guetos cerrados e inaccesibles que desplazan a los lugareños. Por ejemplo, en los arrabales de Barcelona se encuentra medio Marruecos y están tan a gusto que no piensan volver a su tierra. El gobierno de esa ‘nación catalana’ los atiende y les facilita los medios para que puedan vivir ‘tan a gustito’ con todos los gastos pagados, y no le ofrezcan trabajo porque no lo quieren, perderían todas las prebendas… Es un chollo entrar en España, noticia que corre como la pólvora a través de las fronteras y ‘el efecto llamada’ pone en camino a cualquiera, aunque arriesguen la vida, pero si llegan, la recompensa es muy halagüeña y tranquilizadora.

En un artículo, Alfonso Ussía nos hace saber la deferencia y atenciones tan especial que tiene el gobierno catalán con los moros, hasta los comunicados escolares se escriben, sólo en catalán y árabe y se elimina el español (ellos dicen castellano) y para más inri, el comunicado es para pedir a los padres que no hagan los bocadillos de sus niños con jamón porque pueden herir la sensibilidad de los niños musulmanes…

Volviendo al tema de sanidad, decir que existe el turismo sanitario o ‘de bisturí’ y que el Reino Unido alecciona e informa a sus súbditos de cómo aprovechar la sanidad española. Sólo en la Comunidad Valenciana se atienden unos 800.000 turistas, la mayoría europeos, y que supone un coste de 15 millones de euros. Otra cosa son los rumanos retornados, trabajan en España un corto tiempo y gracias a la tarjeta expedida en España obtienen la tarjeta europea. Cuando utilizan el servicio sanitario rumano, Rumanía renvía a España la factura de sus compatriotas porque el asegurador de esa tarjeta europea es España. También están los emigrantes españoles que vienen una vez al año, se hacen toda clase de chequeos, analíticas, pruebas, rehabilitación —cuando a nosotros nos toca esperar turno—, se marchan cargados de medicamentos, los revenden y se pagan el viaje del año siguiente… ¡Qué cosas!

Viendo estos casos, ¿recuerdan el susto que nos dieron hace poco con la noticia de que nuestros hijos, si pasaban de veintitantos años, tenían que trabajar para tener cobertura sanitaria y que no podían estar en la cartilla de sus padres? Pero, ¿dónde está el empleo? Hay que crear empleo y de momento no hay esperanzas. El gobierno, al parecer, no está por la labor: miles de pequeños comercios se han visto obligados a cerrar por no poder con las cargas que han de soportar.

El trabajo está en precario y la desesperación al límite, a la crisis que ha elevado el paro hasta índices impensables se une el cierre de empresas. Frente a las exigencias burocráticas y las cargas abusivas no se aventuran los emprendedores. A esto sumamos la última reforma laboral que deja al trabajador cogido con alfileres, sin protección ni amparo… Hoy el trabajador lo tiene bien crudo, vamos de mal en peor, sin embargo el empresario tiene toda la libertad para hacer lo que le venga en gana con el obrero…

Con tanto desencanto no es de extrañar… En España tenemos el mayor porcentaje de ‘ni-ni’, jóvenes desmotivados que ni estudian ni trabajan, y se han abandonado a la suerte; a ver qué depara tantos ajustes o desbarajustes… Las quejas no se han hecho esperar y salen a la calle a gritarlo: La Sanidad deja de ser un derecho para ser un servicio. En los Servicios Sociales se agrava la situación familiar. En Educación se exige que no se merme los recursos para potenciar la excelencia…
En fin, hay quejas por doquier y algunas tienen doble lectura. Yo me uno para defender todos los derechos del bienestar. Esos son incuestionables e intocables porque se ha luchado mucho por conseguirlos: es de Ley y por Ley deben estar garantizados. También la Justicia debe ser incuestionable por Ley, porque nos da la impresión que se maneja por criterios personales o políticos, lo que es peligroso y no es Justicia. Los asesinos son criminales y debe caer sobre ellos todo el peso de la Ley, pero si la Ley no tiene peso pasa lo que pasa en España: matar es gratis, los criminales campan a sus anchas y los españoles de bien nos sentimos desprotegidos, con el desamparo de que no hay justicia que depure nuestro daño y alivie el dolor de ausencias arrebatadas impunemente.
Con respecto a los inmigrantes, dicen que estando reunidos en un parque esperando que pasara el día, uno preguntó: «¿Dónde están metidos los españoles que no se dejan ver?» Le contestaron: «¡Los españoles están trabajando para mantenernos a todos nosotros!»

Sí, los españoles sufrimos toda clase de males. Esperemos que la Sanidad no nos falle porque cuando gozamos de salud fácilmente damos buenos consejos a los enfermos y la felicidad del cuerpo se funda en la salud. Sólo así podremos evitar tener extraños pensamientos, mientras llegan tiempos mejores…

Fotografía: Carolynn Primeau, cc.

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