sábado, 5 de noviembre de 2011

En voz alta

Una chica habla a través de un megáfono.

Sí, en voz alta y a gritos, quiero compartir mi pena, la pena frente a la impotencia de ver que la sociedad, con la cultura del todo vale, va perdiendo su dignidad. Los que ya tenemos unos años y que hemos sido educados en el respeto y en los valores que dignifican, podemos darnos cuenta hasta donde puede conducir tanta permisividad y descontrol. Hoy agradezco haber nacido y crecido en un tiempo de orden y sosiego, aunque hay quién dice que fueron tiempos de represión, a mí nunca me han prohibido nada, los límites me los he puesto yo guiada por mis principios y valores. Miro a esta sociedad desde la óptica de espectadora y me horroriza ver como avanza vertiginosamente hacia su perdición. Van a ciegas en tropel, unos detrás de otros, desbocados y sin capacidad de aminorar la carrera hacia un camino sin salidas, donde van a quedar atrapados en su propia desventura libertina.

En esta cultura del todo vale, hemos dado la espalda a Dios, no existen límites ni horizontes que vislumbren una esperanza y así y todo, todos se apuntan a esta mal llamada modernidad, que yo califico de desorden emocional y de vacío existencial que solo conduce a perder capacidad de valoración y de reacción y hacer que por momentos no te sientas bien, aún pareciendo que eres dueño de tus actos, e incluso, habrán ocasiones en los que te puedes sentir culpable por dejarte llevar y sin voluntad para decir, ¡no! y sintiéndote esclavo de tu propia libertad.

Del panorama que presenta socialmente España hay un culpable. El gobierno facilita y pone todos los medios para que lo normal y natural sea antinatura, lo equilibrado emocionalmente sea locura, los principios sean el final… El gobierno —como el fin justifica los medios— queriendo ganar votos, ha barrido con todo lo que nos dignifica como persona y ha sembrado todos los males que están empezando a aflorar por todos los rincones del país.

Estamos empezando a ver el resultado de vivir en democracia, en la libertad tan añorada durante la dictadura.
No me malentiendan, yo quiero vivir en democracia y libertad, creo que lo que aquí ha pasado es que se ha confundido libertad con libertinaje y por ello el resultado tan descorazonador.

Los padres de los niños y jóvenes de hoy, criados en democracia no han sabido conservar los principios y valores fundamentales de la familia. La familia es el núcleo del desarrollo personal y de la estabilidad emocional, el nido del bienestar, la cuna de la educación, el pilar de la sociedad… Pues hoy en día, la familia está en la peor de las situaciones. Las familias desestructuradas no ayudan al equilibrado desarrollo emocional de los niños. Los niños están carentes de afecto y sufren las «alegres» separaciones de sus padres y los rápidos y «alegres» arrejuntamientos. Los padres en sus conflictos de pareja, utilizan a sus hijos como arma de guerra, los hijos son chantajeados emocionalmente, comprados con regalos, consentidos y malcriados… ¡Qué pena! Todo favorable para que estos jóvenes sean rebeldes y conflictivos. Sus frustradas emociones las descargarán sobre todo lo que le venga en gana, se sienten desafortunados y se vengarán contra el mundo.

Es desolador ver como la juventud no sabe distinguir entre el bien y el mal y por tanto, cuando no se tiene la capacidad de valorar, no se podrá sopesar las consecuencias que pueden acarrear la vida alocada. Tenemos que ser conscientes y consecuentes con nuestras decisiones y esto se asume desde la responsabilidad.

La cultura del todo vale, no vale, ya que «todo me está permitido, pero todo no me es provechoso». Éstos jóvenes irresponsables, exigentes e impacientes son presa fácil del desorden y descontrol… Se han equivocado los padres que tienen que ser padres y no amigos de sus hijos. Los padres no han sabido poner límites y ni son ejemplo ni referente, y los hijos al ver a unos padres blandos, sin firmeza, les han perdido el respeto. Sufrirán las consecuencias los padres y la sociedad, que tampoco es ajena a tanto pasotismo descontrolado, preocupante ¿no? Cuando no se les tiene respeto a los padres se pierde el respeto por todo.

También el gobierno contribuye con unas leyes muy tolerantes, que no ayudan a poder encaminar la insociabilidad e irritabilidad de los rebeldes sin causa que serán irrecuperables.

Jóvenes que van sembrado el pánico por doquier. Los colegios no pueden con ellos, lo que también perjudica muy y mucho la enseñanza, entre los estudiantes el nivel de cultura es el más bajo de todos los tiempos. Llevan la agresividad a flor de piel y por menos de nada muestran toda su violencia sin pudor ni temor. Aunque pasan de todo, son intocables. No muestran interés en la escuela, no se esfuerzan por aprender y superarse en conocimientos y la educación brilla por su ausencia, cosa que falla en el hogar, ya que los padres han dejado de la mano sus deberes y en muchos casos, incitan a que sus hijos sean peleones y maleantes.

Quiero en voz alta, dar a conocer los deseos que me gustaría se cumplan en el periodo del año 2010, ya que si esto se prolonga por más tiempo, tardaremos mucho tiempo en recuperar la lógica razonable que nos haga recapacitar para encausar a la sociedad por el camino del sentimiento humano, dentro del orden natural y equilibrado que nos proporcione el bienestar, el sosiego y la dignidad de personas con alma.

Los años siempre comienzan con la mirada dulce y la sonrisa alegre de un niño que irradia paz. La paz que unos pocos esperan y acogen y otros muchos la rechazan y le dan la espalda… por dar la espalda a esa paz, estamos como estamos y vamos hacia donde vamos, hacia la desesperación… Que todos y cada uno encuentren la paz necesaria para que colme su corazón y llene sus vidas, y esa paz interior se irradie hacia fuera y se proyecte en el mundo la paz universal y verdadera, la que emana del corazón del hombre. Espero y deseo que reine la cordura y la concordia.

Que la pena de muerte para los «inocentes» condenados a muerte, sea abolida. La vida es sagrada y nadie, nadie… tiene derecho a interrumpir el desarrollo vital de nadie. Matar es pecado y está penado por Ley y la Ley tiene que cumplirse, porque sino, la Ley pierde todo su valor y respeto. ¿Cómo es posible que la Ley me castigue por matar a mi hijo recién nacido y no me castigue por matarlo antes de haber nacido…? Desde que lo concebí es mi hijo, sin embargo para la Ley, mi hijo tiene un valor variable.

Ese cambio de valor de la Ley a mí me confunde a la vez que me produce desamparo y desprotección. Deseo que las Leyes que se aprueben sean todas para proteger la vida y, los que atenten contra la vida de las personas que tengan su castigo, siempre.

La vida es un don que ha sido dada a cada persona, individualmente la una de la otra. Soy consciente que yo no creé mi cuerpo y tampoco soy capaz de controlar las funciones corporales. En cada cuerpo opera una inteligencia mayor que la mente humana, cada ser tiene una enorme dignidad, inocencia y santidad. Por eso, no se le puede dar oxígeno al aborto, la eutanasia, las guerras… las locuras cualesquiera que sean deben ser castigadas.

Castigo también para los que atenten contra la naturaleza. La vida del planeta es vital para la vida del hombre. Tenemos que mimar, cuidar y proteger los bosques, los mares y ríos. La tierra, la fauna y el aire… Todo está agonizando delante de nuestros ojos y los gobiernos impasibles no frenan este apocalipsis. Los países poderosos obstaculizan cualquier plan para proteger al medioambiente, porque cualquier medida frenaría sus intereses explotadores y especulativos y los gobiernos ambiciosos no están dispuestos a que sus riquezas se resientan. Parece mentira, que los gobiernos que están para cuidar y proteger el bienestar de las personas y conservar la vida de la tierra para que las futuras generaciones puedan disfrutar de las maravillas de una naturaleza pura y salvaje, no se pongan límites y no escuchen las voces de los que alertan de que el nivel de contaminación es preocupante y va a suponer una tragedia para la vida de todas las especies.

La mente tarda en olvidar lo que le ha llevado mucho tiempo aprender. Por todo lo expuesto, hay razones suficientes para no permanecer callados. Primero, fue necesario civilizar al hombre en su relación con el hombre. Ahora, es necesario civilizar al hombre en su relación con la naturaleza y los animales. En voz alta quiero pedir que recapacitemos, que la vida sólo se vive una vez y cada ser vivo tiene derecho a vivir su vida.

Fotografía: lau, cc.

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