viernes, 20 de junio de 2025

La importancia del ser

 


'Ser' se refiere a todo aquello que posee alma o existencia. Un 'ser' puede ser un individuo (ser humano), una criatura (ser vivo) o incluso una entidad abstracta (ser supremo).

En el aspecto más filosófico, 'ser' es la esencia o la naturaleza de algo, pero, ese algo genera mucha controversia y por eso, este tema ha sido objeto de profunda reflexión y análisis por parte de filósofos, escritores, psicólogos y pensadores a lo largo de la historia. Esta cuestión plantea interrogantes fundamentales sobre la existencia y el propósito de la vida.

El ser es lo que constituye la esencia de las cosas y su manera de ser en el mundo, contempla preguntas profundas sobre la existencia, la identidad, la esencia y la relación entre lo que es y lo que parece ser. Esto es tema central en varias corrientes filosóficas, incluyendo la ontología, la metafísica y la epistemología.

El ser es uno de los conceptos más generales y, por lo tanto, fundamentales de la filosofía. Esto significa que es uno de los más complejos de definir. Generalmente, con la palabra "ser" nos referimos a todo aquello que existe, o sea, la realidad ontológica de las cosas. Por "realidad ontológica" debemos entender a todo lo que es. La ontología es una disciplina filosófica que estudia al ser en tanto ente.

La importancia del ser está en la esencia, en la realidad de uno mismo. Esto es incuestionable e inmutable. En metafísica se entiende la esencia como la verdad persistente de un ser con independencia de las modificaciones que se produzcan en el individuo. El ser está, como consecuencia, por encima de toda circunstancia y de todo pensamiento malévolo. Cualquiera que pretenda conculcarlo, caerá en reprobación más pronto o más tarde. Porque atentar contra la esencia de la vida es atentar contra uno mismo: mi yo tiene el mismo origen que tu yo y un sustrato idéntico en cuanto a su génesis. Nadie es más que nadie. Nadie tiene derechos distintos y, mucho menos, prerrogativas sobre los demás. Y nadie, por supuesto, puede romper, bajo ningún concepto, la integridad y la dignidad humana.

A menudo, repetimos la historia de nuestros antepasados. De esas rivalidades de sangre o de cejo, nada o muy poco hemos aprendido, y por desgracia, seguimos pisoteando a nuestro semejante por motivos de engreimiento y poder, política, religión, raza o, simplemente, por animadversión. No olvidemos que la igualdad es un derecho común e inviolable, pero muy a menudo, se atenta impunemente, contra los principios fundamentales de toda persona. Poco hemos avanzado en rectitud de conciencia y en equidad. Llamamos democracia a lo que estamos viviendo en Occidente, esas democracia a gusto de los que llegan al poder. Decir democracia ¿para quién y para qué? ¿Para los ricos, que cada vez son más ricos a consecuencia de hacer más pobres a los pobres? ¿Para la justicia, que tiene dos varas de medir según el estatus o el poder de cada sujeto? ¿Qué justicia hay para los que no tienen trabajo cuando otros perciben sueldos millonarios y pensiones de vértigo? ¿Para los corruptos, que están exprimiendo las arcas flacas de los humildes contribuyentes y con una fianza o multa se libran del trullo? ¿Para los déspotas, que se creen dioses con derecho a todo? Lo justo sería que, cualquiera que haya explotado o robado a los demás, no sólo tiene la obligación de restituir lo robado, sino también de purgar en la cárcel, independientemente, del estatus que ostente. En la democracia hay mucho 'ladrón de guante blanco' el ladrón es ladrón con guante o sin guante, y la justicia debe actuar y hacer justicia no crear suspicacia. Antes de cometer una mala acción, hay que pensar: "No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti".

Tampoco la ciencia nos ha librado de nuestros males sociales. Y parece mentira que en los albores del siglo XXI y con las tecnologías adquiridas, la vida de cualquier ser humano no sea, por lo menos, digna. La llamada globalización, que debiera servir para ayudarnos en cualquier país del mundo, sólo está sirviendo para aumentar las diferencias. ¡Qué triste! Las crisis económicas, ¿por qué se producen? Las enormes desigualdades del mal llamado tercer mundo, ¿a qué se deben? En este planeta nuestro mundializado en que vivimos, no hay excusas para los derrumbes, para las inseguridades y desequilibrios, para la marginación y para la injusticia. La culpa, seguro que no es de la economía, sólo hay que ahondar un poquito en la reflexión para ver que el origen de nuestros males está en la pérdida de valores, en el egoísmo y en la banalidad que hacemos de la vida. Ahí es donde, en realidad, hay que profundizar. Ahí es donde debería incidir la educación y no en la permisividad placentera de la vida fácil y holgazana. 

En este sentido, los medios de comunicación, en general, tienen mucha importancia. Los contenidos que a veces divulgan, debieran estar regulados por una clara razón, su influencia en la sociedad. Si ofreces basura, basura recogerás. Si ofreces violencia, violencia recogerás. Lo estamos viendo. La  información libre debe llevar el sello de la veracidad y neutralidad para fomentar el entendimiento, la voluntad, el respeto, el sentido común, la tolerancia, el amor y la trascendencia de nuestro yo en el trabajo que da sentido a la vida. Si no somos capaces de conseguir esto: ¡pobre del ser humano que no sabe a dónde va! ¡Pobre de nuestra Torre de Babel que, por segunda vez, se derrumbará cual frágil castillo de naipes en la arena!

"Ser o no ser, esa es la cuestión", es quizás una de las frases más emblemáticas no solo de la obra Hamlet de William Shakespeare, sino de la literatura universal. Y es que este enunciado, convertido en un referente cultural, invita a una profunda reflexión sobre la existencia y los dilemas humanos.

"Ser" aquí puede interpretarse como la existencia activa, la vida con todas sus tribulaciones y desafíos. Por otro lado, "no ser" sugiere la no existencia, la muerte como una liberación de las angustias de la vida. Es decir, un espejo que refleja las inquietudes, miedos y esperanzas de la humanidad y provee un terreno fértil para el debate filosófico y la introspección personal. Ser o no ser...


Fotografía: Internet


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