“La gente vulgar solo piensa en pasar el tiempo, el que tiene talento en aprovecharlo”. Arthur Schopenhauer.
Desde el principio de los tiempos, este factor ha sido esencial para que todo se desarrolle y evolucione, ya que todo en este universo está formado por tiempo. Constantemente recreamos viajes al pasado tratando de descubrir el principio de los tiempos; también al futuro tratando de averiguar el final. Y es que, aunque nos cueste admitirlo, el tiempo se agota y habrá un momento en el que todo lo que conocemos termine y quizás comience algo nuevo o quizás no. Sin embargo, esta idea es extremadamente difícil de asimilar, puesto que no somos capaces de imaginar “la nada”, donde ni siquiera el tiempo tiene influencia.
El tiempo. ¿Qué es el tiempo? ¿Para qué sirve? El tiempo no
es más que el cambio de las cosas. Si lo miramos desde una perspectiva más
ordinaria se podría decir que el tiempo es una magnitud que sirve para medir el
transcurso de eventos. Asimismo, el tiempo es lo más valioso después de la
vida, ya que al acabarse la vida se termina nuestro tiempo, por lo menos dentro
de lo que conocemos.
San Agustín decía: “¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé”. ¿Podemos seguir sin saber qué es el tiempo?
El concepto de tiempo es uno de los temas más estudiados por
la filosofía. No es de extrañar, ya que nuestra vida transcurre en el tiempo, a
tal punto que nos arriesgamos a decir que nos organizamos y hacemos cosas en
función de él. Vivimos en el tiempo, pero rara vez nos ponemos a pensar qué es.
Tal vez no lo hacemos porque dar un concepto exacto sobre qué es el tiempo
puede ser complejo. Sin embargo, Platón y Aristóteles intentaron dar una
definición a este fenómeno.
Para Platón, el tiempo es la imagen móvil de la eternidad
inmóvil. Es decir, en este mundo en el que vivimos, todo pasa, todo fluye y el
tiempo es una copia del mundo de las ideas. El prototipo al cual imita es la
eternidad, inmóvil porque no hay principio ni fin.
Según la Enciclopedia Stanford de Filosofía, este pensador
concibe al tiempo como un receptáculo vacío en donde se ponen cosas y eventos.
En este sentido, Platón plantea un tiempo absoluto, en donde él es
independiente de los sucesos que ocurren en el mundo.
Por su parte, Aristóteles define al tiempo como la cantidad
de movimiento según el antes y el después. De acuerdo con una publicación de la
revista Byzantion Nea Hellás, para Aristóteles el presente no puede ser
considerado como si estuviera en el tiempo, ya que está en continuo movimiento.
Cada cosa que hacemos en el ahora, se transforma de inmediato
en algo pasado. Entonces, el pasado es en la medida en que ya sucedió y el
futuro será, a pesar de que no sea ahora. Esta perspectiva del tiempo se conoce
con el nombre de relativismo.
¿Existe el tiempo? Puede parecer obvio que el tiempo existe,
pero si nos ponemos a reflexionar un poco sobre ello, no es tan simple. Al
respecto, el físico y filósofo de la ciencia, Etienne Klein, en su libro
¿Existe el tiempo?, plantea argumentos a favor de la existencia de las tres
fases temporales: pasado, presente y futuro.
El pasado existe porque sus huellas están presentes en el
ahora. Por ejemplo, nuestro yo adulto es el resultado de nuestro pasado, en
tanto fuimos en algún momento bebés y luego niños. Por ende, es indiscutible
que hubo un antes de la adultez.
El presente, por su parte, suele ser considerado como el
tiempo más real porque en él transcurre nuestra vida actual. Sin embargo, desde
un punto de vista filosófico, puede presentar diferencias e inconmensurabilidad
con relación al pasado y al futuro.
El futuro puede ser interpretado como no real porque todavía
no es. Sobre este tema, San Agustín sostiene que es posible considerar a esta
fase temporal en el presente, debido a que se encuentra en nuestra conciencia.
En este sentido, su realidad se encuentra en forma de ficción, es decir, como
un posible suceso que queremos que ocurra.
El tiempo como ilusión. Un artículo publicado por Conicet
explora la irrealidad del tiempo para el físico británico Julian Barbour. Para
este el tiempo como tal no existe. ¿Cómo negar algo que parece obvio? ¿Acaso
las manecillas del reloj no avanzan? Barbour sostiene que el movimiento es solo
una apariencia y, por tanto, el cambio que acompaña a este, es una ilusión. Su
postulado es que vivimos en una realidad estática.
Por su propia naturaleza, el tiempo es un fluir continuo y
regular. Esta fluidez es con relación a sí mismo y no a nada exterior. Del
mismo modo, Newton acota que el tiempo es una condición necesaria para el
cambio en los cuerpos. En otros términos, sin el tiempo no habría
transformación, todo quedaría inerte y quieto.
El tiempo en la filosofía del siglo XX. Para el filósofo
alemán Martin Heidegger, el tiempo es una sucesión continua de “ahoras”. Es
decir, es una secuencia constante del presente. Dicha secuencia se extiende
sobre el ser humano, quien es el que siente que el tiempo pasa y no se detiene.
Es por esto que Heidegger considera que el sujeto experimenta el paso del
tiempo. No obstante, hay que tener en cuenta que cuando el filósofo habla del
tiempo, lo hace considerando la condición mortal del ser humano. En
consecuencia, el paso del tiempo tiene sus efectos en el hombre: la muerte.
Viendo las agujas del reloj avanzar, segundo a segundo, minuto a minuto. Podríamos pensar que esta es una forma de percibir el tiempo, pero ¿realmente es así? Al respecto tenemos dos cosas que decir. La primera es que la percepción del tiempo no puede hacerse a través de los sentidos. No vemos, tocamos u olemos el tiempo, este solo pasa, transcurre.
Por eso, la Enciclopedia Stanford de Filosofía destaca en un artículo que percibimos la duración del tiempo. Esta forma de percepción está asociada a la memoria, en tanto y en cuanto el pasado y el futuro se encuentran en nuestra mente. En otras palabras, tenemos recuerdos del pasado y tenemos posibles ideas del futuro.
La segunda cosa es que nuestra percepción del tiempo es una
condición subjetiva del individuo. Con base en ello, en la revista Futuro Hoy
se trae a colación el concepto de tiempo en la filosofía de Immanuel Kant.
Este filósofo postula que la temporalidad es una forma pura
de la sensibilidad. La denomina pura porque es antes de toda experiencia con el
mundo externo. Por eso, le pertenece al sujeto y no a los objetos. De esta
manera, el tiempo es una estructura de la razón humana.
A día de hoy, sigue el enigma del tiempo en la filosofía, no
hay acuerdo sobre qué es en realidad el tiempo. Pero nos aventuramos a exponer
algunas concepciones sobre él que nacen de distintos filósofos en la historia. Aun
así, persiste como un enigma que nos desafía a explorar nuevas perspectivas y a
repensar nuestras concepciones existenciales.
Sobre el tiempo, hace tiempo escribí un poema dónde cuestiono
el tiempo: “…Cuando el ser se muere, se le acabó el tiempo. ¿Qué es el
tiempo entonces? Como ves, no hay tiempo”.
En según qué circunstancias, todos hemos experimentado diferentes
sensaciones sobre el tiempo: El tiempo es: Lento, cuando esperas. Rápido, cuando
vas tarde. Mortal, cuando estás triste. Corto, cuando eres feliz. Interminable,
cuando tienes dolor. Largo, cuando estás aburrido. Hermoso, cuando estás
enamorado… Como vemos, el tiempo siempre está determinado por nuestras sensaciones y emociones.
Fotografía: Internet
No hay comentarios :
Publicar un comentario