Desde la antigüedad ya se llevaban a cabo estudios sobre la personalidad y el comportamiento, los famosos médicos griegos Hipócrates y Galeno distinguieron cuatro tipos de temperamentos, los cuales son el sanguíneo, el melancólico, el colérico y el flemático. También es conocida como la teoría humoral; según ella el cuerpo humano está compuesto por un cuarteto de fluidos corporales conocidos como humores: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema.
El temperamento colérico es un concepto derivado de la teoría de los cuatro temperamentos propuesta por Hipócrates que creía que el equilibrio entre dichos fluidos determinaba la personalidad y el comportamiento, relacionándolos así: la sangre con el temperamento optimista y enérgico; la bilis amarilla con el colérico (irritable y agresivo); la bilis negra con el melancólico (pensativo y triste) y la flema con el flemático (calmado y tranquilo). De este modo, el carácter colérico se distingue por un sistema nervioso desequilibrado, una tendencia a la agresividad, a la impulsividad y el enojo.
El temperamento es la peculiaridad e intensidad
individual de los afectos psíquicos y de la estructura dominante de humor y
motivación. El término proviene del latín 'temperamentum': 'medida'. El temperamento es la manera
natural con que un ser humano interactúa con el entorno. Puede ser hereditario
y no influyen factores externos (solo si esos estímulos fuesen demasiado
fuertes y constantes); es la capa instintivo-afectiva de la personalidad, sobre
la cual la inteligencia y la voluntad modelarán el carácter (en el cual sí
influye el ambiente); ocupa también la habilidad para adaptarse, el estado de
ánimo, la intensidad, el nivel de actividad, la accesibilidad, y la
regularidad. Por tanto, el temperamento es la naturaleza general de la personalidad de un
individuo, basada las características del tipo de sistema nervioso.
El temperamento está relacionado con la influencia
endocrina (que se debe a los genes, y que se manifiesta en determinados rasgos
físicos y psicológicos). El temperamento y el carácter definen la personalidad
del ser humano; y la diferente combinación e intensidad que estos se
manifiesten en sus diferentes áreas, nos hacen únicos y humanos. Los temperamentos
o el temperamento es el rasgo descriptivo del estilo de actuar que nos
distingue de los demás. Digamos que el temperamento nos hace únicos.
Esta teoría científica de los cuatro temperamentos fue
planteada en el siglo V antes de nuestra era, pero un estudio publicado en
International Scientific Research Journal le da un grado importante de validez
a sus postulados y se reafirman.
Temperamento sanguíneo: es el que poseen las personas
con un humor variable y difícil de encasillar. Suelen ser comunicativos hasta
el punto de ser extrovertidos.
Temperamento melancólico: es el que poseen las
personas tristes y melancólicas. Suelen ser perfeccionistas y sensibles.
Temperamento flemático: son personas de temperamento
apático, a las que se les dificulta la toma de decisiones. Suelen ser fríos,
analíticos y muy calculadores.
Temperamento colérico: este lo poseen las personas que
se caracterizan por tener una personalidad fuerte y que suelen actuar de forma
impulsiva. Suelen ser intolerantes y manipuladores.
El hombre colérico es como un caballo fogoso: si se lo
monta y se lo dirige con arte, será el más veloz y el más seguro de los
conductores; si no, será el más peligroso. Jean de La Bruyère.
La tendencia a la ira y la frustración son señales evidentes
de que se tiene un temperamento colérico. Las personas coléricas, digamos que tienen una baja tolerancia a la frustración y se enojan con facilidad. Cuando
las cosas no salen como ellos quieren o se les contradiga en algo, es posible que exploten en una rabieta o
que tengan un exceso de ira y griten y den puñetazos en las paredes.
De hecho, un estudio publicado en la Revista de
Psicología detalla que las personas con fuertes estados de frustración,
expresan su cólera a la más mínima provocación y manifiestan impulsividad.
Sentir ira o frustración frecuente y dificultad para controlar las
emociones, es prueba suficiente que indica que se tiene un comportamiento colérico.
La irritabilidad lleva a una actitud impulsiva e impaciente. Estos temperamentos coléricos suelen ser impulsivos y tienen
dificultades para esperar. Actúan enfocándose solo en la situación inmediata y
no miden las posibles consecuencias de sus actos, a medio y largo plazo. Cuando
las emociones de cólera y hostilidad son fuertes, hay más impulsividad, acota
una tesis publicada por la Universidad César Vallejo.
Las personas que se clasifican dentro de este tipo de características
son controladoras, no aceptan opiniones que les contradigan, imponen sus
decisiones y pensamientos. Este temperamento supone dificultades para aceptar
la crítica. Siempre están a la defensiva y saltan a la mínima, porque todo lo ven como un ataque, quizás sea porque no saben controlar sus miedos e inseguridades. Puede ser miedo a no saber afrontar las responsabilidades diarias o sentirse sobrepasado frente a ciertas situaciones que no saben cómo afrontar, y en lugar de pedir ayuda, resuelven atacando, porque dicen sentirse atacados o amenazados cuando alguien les
señala errores o les menciona las áreas en las que pueden mejorar. Lo usual es
que las personas coléricas reaccionen con ira o agresión e insultos a cualquier
observación crítica, aunque sea constructiva. Es común que quienes tienen este
carácter presenten problemas en sus relaciones personales y
profesionales.
Hay evidencia de que las personas coléricas tienden a
ser más agresivas en situaciones de conflicto interpersonal y esto se debe,
en parte, a su propensión a percibir a los demás como amenazantes, y por eso los culpa de sus reacciones desproporcionadas. Ellos quieren dar a entender que no son responsables de su mal carácter, es decir, ellos son coléricos por culpa de los convivientes. Pero, las investigaciones disponibles sugieren que ser colérico se vincula con rasgos
de personalidad que dificultan la convivencia y son perjudiciales para las relaciones
interpersonales y para la calidad de vida en general.
Lidiar con este tipo de individuos puede ser
desgastante y desafiante. No permitas que te intimide, ni mucho menos concedas
que te traten de manera injusta. Sé asertivo, porque si se sienten atacados,
responderán a la defensiva. Dos rasgos claves de los coléricos son el control y
la dominación. Por ambos motivos intentarán imponerse sobre tus deseos y
transgredir tus límites. Actúa con firmeza, no dejes que tus límites o derechos
sean violados.
Estas personas coléricas actúan sin pensar llevados del
orgullo y la ira. Como nunca reconocen sus errores, tiende fácilmente a la
confrontación y a la dictadura, porque les encanta salir siempre con la suya,
ganar, desafiar a otros y tener la última palabra. Por tanto, por su agresividad y baja tolerancia a la
frustración, ocasionan conflictos y trastocan las relaciones y eso afecta, incluso, a su crecimiento
personal. Si vives, trabajas o interactúas con personas así, no permitas que te
intimiden y te falten al respeto.
Al colérico le cuesta respetar los sentimientos de los
otros. Podríamos decir, que estas personas, sobre todo, tienen necesidad de
humildad.
Fotografía: Internet
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