Juncalillo de Gáldar repone la Cruz de Valerón. El pasado sábado 8 de julio con gran emoción y alegría por
parte de un grupo de juncalillenses, volvió a lucir la Santa Cruz en lo alto de
la montaña de Valerón. Sucedió el pasado mes de mayo, la Cruz fue dañada, arrancada y tirada por la pendiente de
la montaña junto con los jarrones que la adornaban. Este hecho
tan despreciable es fruto de vándalos miserables que van sembrando maldad, pero
frente acto tan infame, el pueblo de Juncalillo lleno de tristeza y dolor,
prometió restaurar la Cruz y volverla a poner en su lugar, y otra vez, como señal de
un pueblo cristiano, luce de nuevo con sus brazos abiertos en lo alto de
Juncalillo.
El acto solemne estuvo
acompañado por numerosos vecinos que, con gran fervor, no quisieron perderse el
gran acontecimiento de la reposición de la Santa Cruz, ya que cada año en su
explanada se celebra una eucaristía como promesa de su devoción que da inicio a
las fiestas del pueblo.
La Cruz de Valerón se conoce también como la Cruz de la Santa
Misión o Cruz de las Misiones. Ya desde la primera década del siglo pasado, la Santa
Misión era una campaña temporal, corta, para predicar la fe, a cargo de misioneros
o de otros sacerdotes ajenos a la parroquia en cuestión. El esfuerzo y la
dedicación exclusiva del predicador a esta tarea (predicar, confesar,
celebración de la eucaristía,..) era considerable para conseguir atender las
necesidades de los feligreses. De esta forma, se favorecía e impulsaba la
religiosidad de los núcleos de población más alejados.
Con motivo de esta Misión, siendo el primer párroco de Juncalillo Rvdo. Don José Rodríguez
Vega, el 20 de octubre de 1914 se colocó en lo alto de la Montaña de Valerón,
una Cruz y ese día se celebraron dos misas, asumiendo los feligreses la
promesa de mantener cada año la celebración de la eucaristía, así como el rezo
del Rosario en el rellano de la Cruz de Valerón.
La Cruz de tea sigue siendo la original, resplandece como prendida del cielo frente al Pinar de Tamadaba y en su base, a media altura, figuran las dos placas citadas, una alusiva al origen de la Cruz y otra referente a la restauración del año 1992, siendo párroco Don Adán González Pérez.
En Juncalillo está mi cuna y mis raíces y como juncalillense, me ha conmocionado este vandalismo tan desmesurado. Quiero decirles que me siento orgullosa de mi pueblo y de mi gente, gente cristiana y buena, por eso no era de extrañar que de este lugar salieran tantas religiosas y sacerdotes; se decía que era el lugar dónde más curas había por metro cuadrado.
Decir que a mediados del siglo pasado la población de Juncalillo
era muy numerosa, la media de hijos por familia era de siete, la chiquillería
llenaba los caminos de gritos y juegos. Recuerdo ver la explanada de la Cruz abarrotada
de gente para los acontecimientos religiosos, y me impresionaba ver a las
mujeres de rodillas avanzando hacia los pies de la Cruz, como promesa.
Como ya hemos dicho, la Cruz era punto de encuentro cristiano
para misas, rosarios y sermones misioneros. El tres de mayo día de la Cruz, se
celebraba festivamente. También era el lugar desde donde se tiraban voladores anunciadores,
el anuncio más frecuente era el de la llegada de los soldados licenciados del
cuartel, todo el lugar se enteraba de tal acontecimiento. La Cruz de Valerón está muy unida a mi infancia, desde el patio empedrado de mi casa miraba hacia arriba y la veía como flotando en el aire.
De la noticia de la reposición de la Cruz de Valerón se ha hecho eco el diario digital teldeactualidad, con un amplio reportaje fotográfico que da fe de tan memorable acontecimiento. Para verlo pueden buscar el enlace en la siguiente dirección:
https://teldeactualidad.com/art/154414/juncalillo-repone-la-cruz-de-valeron
¡Oh, Cruz de Valerón!
Sus grandes brazos abiertos,
esbelta tocando el cielo.
Prendida casi del aire
ampara a todo su pueblo.
Allí llegan las alegrías,
también no pocos lamentos
de la gente a la que quiere,
le llega a través del viento.
Y en el eco nos devuelve
paz, cariño y tranquilidad;
su voz nos toca en el alma
con palabras de amistad.
Gracias, Santa Cruz bendita.
¡Oh, Cruz de Valerón!
Desde lo alto proteges a Juncalillo
derramando torrentes de amor.
Eres la señal de un pueblo cristiano
que vive bajo tus brazos firme en su fe.
Esa semilla no hay viento que la arranque,
raíces que desde niños hemos visto crecer.
A los pies de la Cruz
mi madre a mí me acunó
y me dijo: “que por nosotros
en ella el Señor murió”.
Todos los santos días
le doy gracias a Dios,
por nacer en Juncalillo
bajo la Cruz de Valerón.
Este poema está publicado en mi libro "Flor cumbrera".
Fotografía: teldeactualidad
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