jueves, 8 de junio de 2023

Gracias, Señor

 

Gracias, Señor, por la paz, la alegría y por la unión que los hombres, mis hermanos, me han brindado, por esos ojos que con ternura y comprensión me miraron, por esa mano oportuna que me levantó.

Gracias, Señor, por esos labios cuyas palabras y sonrisas me alentaron, por esos oídos que me escucharon, por ese corazón de amistad, cariño y amor que me consoló.

Gracias, Señor, —me cuesta trabajo decírtelo— por la enfermedad, por el fracaso, por la humillación y desilusión, por el insulto y engaño, la injusticia y soledad resultante del desprecio de aquellos hijos que deshonran el buen nombre de sus padres. Tú sabes lo que hay en esos corazones y la verdad de sus intenciones, y sabes Señor, cuán difícil es aceptar tanto dolor y desesperación, pero ahora me doy cuenta de que todo esto me acercó más a Ti, y gracias a Ti vivo sin perder la fe y la esperanza.

Gracias, Señor, sobre todo por la fe que me has dado en Ti, así podré seguir confiando en los hombres buenos, buenos hermanos.  A veces temo perder mi fe, pero Tú, Señor, nunca dejas de fortalecerla y me animas a caminar, cuando tantas veces bajo el peso del desánimo todo se vuelve oscuro, Tú me guías con tu luz el sendero de la verdad, y con esa paz, puedo estar tranquila en medio de las tormentas orquestadas malévolamente. 

Gracias, Señor, por el éxito que me estimuló, por la salud que me sostuvo, por la comodidad y diversión que me descansaron, y por la compañía y el calor de los que me quieren y quiero... Y, con el tiempo uno se va dando cuenta de que cada vez necesita menos para ser feliz.

Gracias, Señor, por disculpar esos labios que no sonrieron, esa palabra que callé, esas manos que no tendí, esa mirada que desvié, esos oídos que no presté, esa verdad que omití y ese corazón que no amé. Hay veces que no nos damos cuenta del valor que tiene un pequeño gesto de cariño.

Gracias, Señor, por tu generosidad, por esa protección con que siempre me has preferido y la fuerza de tu amor que me sostiene, por las ilusiones que me revitalizan y la esperanza que ilumina mi destino. Te suplico muy encarecidamente que nunca me abandones ni tampoco a mi familia. Ten piedad y misericordia de todos nosotros, para poder llegar por tu amor, junto a tu presencia eterna. ¡Que así sea!

 

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