En el camino aprendí,
que todo momento pasa y que la vida prosigue,
que el tiempo nunca se cansa y el ayer siempre se extingue.
Que ser niños es un juego y jóvenes primavera
y que ambos se fusionan cuando la vejez nos llega.
Que la pasión nos domina y el miedo nos paraliza,
que la costumbre es rutina y todo apego esclaviza.
En el camino aprendí,
que la gente a veces cambia cuando el poder les convida,
que, aunque el dinero hace falta, jamás nos cierra una herida.
Que el dolor es fortaleza y ser sumiso nos mata,
que la verdad nos libera y la mentira nos ata.
Que la sapiencia enamora, que nuestra mente hace magia
que el trabajo no deshonra y que el adiós es nostalgia.
En el camino aprendí,
que la juventud no cesa, cuando la vejez nos alcanza.
Que la escuela nos instruye, pero se educa en la casa.
Que los sueños se persiguen, pero la paz se construye.
Que la libertad se exige y la soberbia destruye.
Que el perdón es una cura que nos sana lentamente
y el rencor es un tormento que nos perturba la mente.
Aprendí en mi caminar,
que los hijos no son nuestros sino gaviotas del mar
y cuando crecen sus alas, alzan el vuelo y se van.
Que un amigo es un tesoro que debemos valorar
y la familia es el templo donde aprendemos a amar...
Que el mañana es muy incierto,
que la humildad engalana,
que es la muerte certeza
y es la vida enseñanza.
Que Dios es fuente de fe
y es el amor esperanza...
Dhiaga Casaint
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