Cuando el amor te llame, síguelo; aunque sus caminos sean
arduos y penosos...
Y cuando sus alas te envuelvan, entrégate a él: aunque la espada
escondida bajo su plumaje pueda herirte.
Cuando el amor te hable, cree ciegamente en él: aunque su voz
derrumbe tus sueños como el viento destroza los jardines.
Porque si el amor te hace crecer y florecer, él mismo te
podará.
Y nunca te creas capacitado para dirigir el curso del amor;
porque el amor si te considera digno de sí, dirigirá tu curso por los caminos
de la vida. Esto hará el amor por ti para que conozcas los secretos del
corazón.
El amor no da más de sí mismo y no toma más que de sí mismo.
El amor no posee nada y no quiere que nadie lo posea, porque el amor se sacia
en el amor.
Por eso, cuando ames no debes decir: "Dios está en mi corazón" sino "Estoy en el corazón
de Dios".
Y así despiertas cada amanecer con el corazón agradecido por un día de amor. Al mediodía, reposa y medita sobre la plenitud del amor. Cuando decline el día da gracias al regresar a tu hogar y duerme luego, con una plegaria en tus labios por el ser amado, y siempre una oración de alabanza a Dios en tu corazón.
Gibran Jalil Gibran
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