Cuántas veces hemos querido que los que amamos ‘vean’ lo
mismo que nosotros estamos viendo…
Debemos aprender y entender que para ‘amar’ hay que dejar de
querer…
Que importante es comprender y aceptar que cada uno tiene su
tiempo, que cada quién va a su propio ritmo. No todos van a tu paso y mucho
menos van por tu mismo camino.
Cada persona tiene su propio momento de despertar y eso se
debe de respetar. Es importante no interrumpir en el proceso de cada persona,
porque cada evento es clave para su propio despertar espiritual.
Tú no eres responsable de salvar a la gente.
Tú no eres
responsable de convencerlos de que quieren ser salvados.
No te sientas mal,
solo acompaña.
Así que, si no quiere ver, no le enciendas la luz, lastimarás
sus ojos...
Si no te quiere escuchar, no levantes la voz, dañarás su conciencia...
Si no quiere caminar, no insistas más, no proporciones apoyo,
que sus pasos pueden ser dolorosos...
Su despertar no es tuyo, es exclusivamente
suyo...
Si en algún momento hiciste de su dolor tu dolor, suelta, eso
no te pertenece y deja de lastimarte...
Sé amorosamente egoísta, silenciosamente paciente,
amigablemente distante...
No te pierdas en ello. Re-encuéntrate y alégrate,
porque tú sigues siendo tú...