sábado, 21 de mayo de 2022

Lidiar con la adversidad

 


“La adversidad es un hecho de la vida. No se puede controlar; lo que sí podemos controlar es cómo reaccionar frente a ella”.

¿Qué es la adversidad? La adversidad es un concepto abstracto que puede definirse como la cualidad de adverso. Este término (adverso) se refiere a algo o alguien que resulta contrario o desfavorable, opuesto o enemigo. La adversidad, por tanto, es una situación adversa difícil de afrontar o superar.

Comúnmente, el término adversidad ha venido asociado a sucesos o situaciones en los que el infortunio y la desgracia juegan un rol muy importante.

La adversidad puede tener su origen en las más diversas corrientes. En ocasiones surgen situaciones que vienen provocadas por el comportamiento de la persona, pero en muchos otros casos la adversidad aparece como fruto de la casualidad, en forma de accidentes o enfermedades inesperadas o causalidades imprevistas.

Hay varias formas de entender la noción de adversidad, puede ser considerada una desgracia o una situación desafortunada, y cuando llega la adversidad, temple y fuerza son necesarias para superarlo.

Lidiar con la adversidad no es fácil, pero debemos buscar estrategias que nos ayuden a encontrar una salida, porque a todos nos toca afrontar experiencias difíciles en algún momento de nuestra vida, pero no todos navegamos de la misma manera por esos tiempos convulsos, ni vemos las salidas desde el mismo punto.

Ante la adversidad tenemos en común una misma cosa: un flujo de fuertes emociones difíciles de manejar, combinado con un sentido de incertidumbre hacia el futuro, según la APA (American Psychological Association).

En esta situación hay personas que se hunden más fácilmente que otras. Encontramos en un extremo a quien no levanta cabeza tras un golpe de la vida y en el otro, a quien se esfuerza en ver las oportunidades que se presentan en medio de la desgracia.

Es cierto que no todas las personas tenemos los mismos apoyos ni las mismas armas para afrontar los tiempos difíciles. Pero si hay algo que nos puede ayudar a todos, independientemente de las circunstancias.

A modo de recomendación... Cuando la adversidad aprieta, no pienses que se sale adelante de la noche a la mañana, hay que pasar por diferentes puntos, de los cuales en Psychcentral destacan algunos, por ejemplo:

La resiliencia no es un rasgo del carácter, es una capacidad que desarrollamos con el tiempo y que cualquiera de nosotros puede cultivar. Como ya dijimos, se trata de la capacidad para superar esas pruebas tan difíciles que nos pone la vida. Ante la adversidad, la persona resiliente trata de mantenerse en pie y busca la manera de salir adelante.

También debemos centrarnos en construir relaciones. Las relaciones fuertes y sanas constituyen un enorme apoyo ante situaciones de adversidad. Pero las relaciones no se construyen en un día. Hemos de hacerlas crecer aportando y recibiendo respeto, cariño, confianza, honestidad…

Acepta los cambios. Ante un suceso desagradable, es natural sentirnos desesperados, enfadados o decepcionados: “Ojalá no hubiera pasado esto…” Pero una vez procesado el golpe, es inútil pelear contra la realidad, esconderse y encerrarse en los mismos sentimientos. Poco a poco, hemos de aceptar el cambio, por duro, doloroso e indeseable que sea. Hemos de preguntarnos qué podemos hacer y cómo encaminarnos hacia una solución.

Debemos sopesar nuestra fortaleza, porque una situación difícil brinda la ocasión para aprender un poco más sobre nosotros mismos, ya que a lo largo de la vida vamos recibiendo algún que otro revés; unos más llevaderos que otros, algunos entendibles y otros impensables.

Pensemos en cómo hemos afrontado anteriormente las situaciones adversas. Aunque parezca difícil, frente a los problemas hay que actuar. Hay que centrarse en los pasos de hoy, porque lo importante es ir moviéndose con cautela hacia adelante. Quizás te sientas solo e incomprendido. Puede que pienses que tus problemas te sobrepasan o que son mayores que los que otros afrontan. Pero, a pesar de lo que creas, tú también tienes la ocasión de levantarte y seguir adelante. Tú puedes generar esa fortaleza. No lo dudes.

Tu felicidad no depende de lo que te pasa sino de cómo lo afrontas. Cuando la adversidad llega y sientes que vas a perder el control, hay que tratar de sobreponerse para poder ver alguna puerta de salida. Nos conviene aprender de las crisis y de las etapas duras. La adversidad es una situación común. No porque ocurra todos los días, sino porque la mayoría de las personas se sienten alguna vez descolocadas y agobiadas por una situación crítica.

Todos pasamos y pasaremos por ellas. La adversidad golpea, hagas o no hagas motivos para que te caiga encima. Te lo merezcas o no. A veces quién no se lo merece parece que le caen más, pero no te desanimes, confía en tu fe y las fuerzas siempre te acompañarán, y saldrás adelante a pesar de la adversidad.

En los contratiempos, sobre todo, es en donde conocemos todos nuestros recursos, para hacer uso de ellos. Horacio

¡Esto no puede ser! ¿Qué hago? Los padres sufren la adversidad en la irresponsabilidad de los hijos. En los primeros compases del desconcierto y turbulencia, cualquiera de nosotros puede experimentar el caos y la urgencia de salir de ahí cuanto antes. No desesperes, pide ayuda si la necesitas, confía en quienes te quieren. Cualquier persona, al sentir que pierde el control puede volcarse obsesivamente con el problema. Le da vueltas y vueltas en la cabeza, dando palos de ciego por si alguno funciona, pero no se puede adoptar medidas drásticas sin meditarlas. Y, con la obsesión crece el estrés en forma de preocupación, insomnio, tensión muscular y demás males. Frente a la adversidad hay que ser fuertes, hay que recurrir a ideas, poner oídos a otras opiniones y buscar herramientas para salir adelante.

Cuando suenan las alarmas, es humano movilizarse para escapar o arreglar el asunto como sea. El humano aprende y conforme va viviendo experiencias que le apremian a actuar, más se da cuenta de que le conviene procurarse calma en los momentos difíciles. Calma para evaluar la situación; calma para decidir qué hacer.  

Para retomar el control de las situaciones, tienes que reconocer tu poder de actuación. Hay situaciones en las que tu margen de maniobra es nulo, y lo has de aceptar tal cual, porque no puedes cambiar nada. En la situación, en sí, no tienes control, pero sí puedes elegir cómo afrontarla y qué hacer a continuación. Instalarte en el papel de víctima no va a servirte. Después de llorar o de subirte por las paredes, ya más sereno, te conviene decidir cuáles van a ser tus siguientes pasos en la vida. Entre considerarte una víctima de las circunstancias o una persona que tiene poder para elegir y como actuar a partir de lo sucedido. Lo segundo es menos estresante y ayuda a pensar en soluciones.

Deja salir lo que piensas y lo que sientes. Puedes hablar de lo sucedido con alguien de tu confianza, siempre que esta persona quiera apoyarte y no alimente el victimismo. También puedes contártelo a ti mismo, una manera de hacerlo que da muy buenos resultados. Escribir sobre la situación que te estresa te ayudará a aclarar ideas y a poner orden, que no es poco. Comienzas por describir la situación en sí y cómo te sientes. Probablemente, te sentirás menos abrumado al verlo por escrito que dándole vueltas a la cabeza. Y, conforme vayan saliendo ideas para manejar el asunto, las vas anotando y vas encontrando salidas liberadoras y alivio para los pesares.

Prueba a mirar la misma situación de maneras diferentes. Si estás atascado en una manera de ver las cosas, prueba con una perspectiva distinta. Esta puede ser la de una persona con sentido común en quien confías. O puede venir de ti mismo, en cuanto tomes distancia del problema. Para hacerlo, por ejemplo, piensa en personas inteligentes que admires y en su capacidad de resolver los contratiempos. 

"Lo que hoy parece un huracán en tu vida, mañana comprenderás que solo era el viento abriendo un nuevo camino".

Quédate en el presente. Lo que pudiste haber hecho antes ya no cuenta. Lo que pasará a partir de hoy es una incógnita. Te sentirás peor si piensas demasiado en el pasado o en futuro. Trata de enfocarte en tomar decisiones para estar mejor hoy, empezando por las más básicas. Toma las cosas con distancia, procura no girar sobre la situación a tiempo completo. Intenta prestar atención a otras cuestiones, las que sean y que formen parte de tu vida. Porque pudiera ser que lo que a ti te quita el sueño no está en tus manos resolverlo, puede que sea responsabilidad de otro y tú simplemente puedes ayudar. Así descansas de la tensa situación y recobras energías. Piensa que de todo se sale, menos de la muerte…

Los golpes de la adversidad son muy amargos, pero nunca son estériles. Ernest Renan.


Fotografía: Internet

No hay comentarios :

Publicar un comentario