El sufrimiento es el medio por el cual existimos, porque es
el único gracias al cual tenemos conciencia de existir.
Oscar Wilde.
Sufrir en silencio, ¿Has escuchado hablar de ello? ¿Has
escuchado hablar de aquellas personas que sufren en silencio, o tal vez, eres
uno de ellos? Por más que queramos hacer la vista gorda, es una
realidad que nos rodea a todos.
El sufrir en silencio cada día se hace más común, muchos se
preguntarán ¿por qué?, y la razón es que cada día vivimos más en una sociedad
sumergida en el egoísmo y narcisismo, en la indiferencia frente al dolor ajeno.
Hay que reconocer que ya no estamos atentos a las necesidades
y carencia de otros, ahora solo nos duelen y nos importa lo nuestro. Esto es muy triste, pero este es un mal que para poder ser solucionado debe ser primero
reconocido y luego trabajado por cada uno de nosotros para saber ser bálsamo para los demás.
El sufrimiento no siempre es por algo personal, el sufrimiento puede venir por solidaridad con los demás, puede ser que, bien tus padres, hermanos, hijos..., estén pasando por situaciones penosas de enfermedades o de conflictos y por el cariño que te une empatizas y sufres por ellos. Las personas que sufren en silencio, a lo mejor les gustaría tener a alguien en quién confiar y compartir su pesar, pero puede ser que lo vea como algo personal y no quieren molestar a nadie con sus tragedias, o también puede ser, que si expresara su padecer cree que nadie le va a dar la importancia ni le prestará la atención necesaria y eso les lleva a refugiarse
en ellos mismo, sin darse cuenta que el silencio en vez de aligerar, carga más...
En muchas ocasiones las personas que sufren en silencio han sido víctimas de engaños y chantajes, no confían en esa gente que le han fallado, o temen que aquello por lo que están pasando salga a la luz y por esta razón callan su pena. Son personas que aceptan su situación y se muestran alegres, con la autoestima alta y dispuestas a prestar su ayuda. Probablemente hay muchas personas que sufren en silencio y al verse sin la posibilidad de recibir consuelo y apoyo, unos se refugian en su dolor y otros se refugian en su fe y en su fortaleza mental. Aunque debemos tener cuidado, porque cuando le damos cabida al sufrimiento este se adueña de nuestras vidas y ya no gobernamos nosotros, sino él.
También puede pasar que nos sintamos muy mal y sin embargo, por lo
que estamos sufriendo resulta que no es para tanto, porque radica
en una nimiedad o en algo más lejano. Cualquier sufrimiento determina salir, pero todo
cambio conlleva decisión y si se quiere, se puede, por tanto, no demoremos e intentemos dar solución, pero la solución, a veces no está en nuestras manos, pero aunque no puedas cambiar la situación, no nos acostumbremos a sufrir, porque el dolor no debe ser parte
de nuestra vida y sabemos que la vida es una montaña rusa con subidas y
bajadas y tenemos que estar fuertes para si caemos levantarnos y no sumirnos en
el sufrimiento y la desesperación.
Sufrir en silencio, esa costumbre tan nuestra, escribe la
psicóloga Valeria Sabater. Muchos lo hacemos, nos escondemos en las
circunvoluciones de nuestras caracolas privadas para sufrir en soledad,
calladamente y sin que nadie lo note. Aparentamos una resistencia estoica y
fingimos que nada pasa mientras en nuestro interior se libran batallas sin
tregua… Hasta que ocurre, hasta que un día sin más, nos rompemos.
Somos seres sociales y sin embargo la mayoría elegimos sufrir
de forma solitaria. Preferimos compartir las risas, los buenos momentos y nos
aferramos a las rutinas del día a día con quienes nos rodean porque es así como
conseguimos tener cierta sensación de control. Como si nada pasara, a pesar de
las circunstancias, como si nada estuviera devorando nuestras entrañas
emocionales.
“Hace falta más valor para afrontar el sufrimiento que para
morir”. Marlene
Dietrich.
Algo que saben muy bien tanto los psicólogos y psiquiatras es
que el trauma y el silencio casi siempre van de la mano. No es fácil poner en
voz alta aquello que nos duele, y esto es así por varias razones: Porque cada
cual tienes sus particularidades en su vida o en su entorno; y por temor a ser
juzgados no demuestran su vulnerabilidad, porque en este mundo implacable triunfan
las personalidades fuertes, las que pueden con todo, las que no se quejan y
demuestran eficacia, optimismo y seguridad personal.
Todo ello nos lleva sin duda a la desoladora sensación de que
en nuestra actualidad el sufrimiento sigue siendo un estigma. Algo que nos
demuestra una vez más por qué hay tantas personas con depresión que siguen sin
recibir tratamiento, y por qué a día de hoy los suicidios entre personas
jóvenes alcanza tasas preocupantes. Debemos reflexionar sobre ello y
solidarizarnos con el dolor del otro, y no ir juzgando lo que no se conoce.
Quiérete un poco más y sufrirás menos… La primera razón por la que dejar de padecer en silencio es tan simple como evidente: El sufrimiento se prolonga y, en caso de no dar el paso y solicitar ayuda, el dolor se intensificará aún más. Será como una sombra larga y asfixiante que todo lo engulle y te deja en la nada. Los síntomas se volverán aún más resistentes, dejaremos de ser personas para convertirnos en el reflejo del dolor, con una sintomatología mucho más profunda, más compleja. Se intensificarán los pensamientos negativos y quedaremos atrapados en nuestra propia cárcel.
Llegará un momento en que el contacto social nos será
incómodo e incluso lo rechazaremos. Los abrazos, las caricias emocionales y las
palabras amables perderán para nosotros su significado original. Los veremos
con desconfianza y los interpretaremos como amenazas venidas de falsas intenciones.
Hay personas fuertes que aceptan que en la vida no todo es color
de rosa y las vicisitudes forman parte de la vida y nos ponen a prueba, pero desde la comprensión nos llevan a compadecer y comprender a las personas que te lo hacen pasar mal, porque seguramente están en un momento difícil por no saber gestionar sus
emociones y frustraciones. Y, cuando las personas no somos tan fuertes para
afrontar situaciones inesperadas, si no pedimos ayuda, nosotros
mismos perpetuaremos el estigma que retroalimenta aún más la idea de que los
traumas y el sufrimiento van de la mano del silencio. Debemos tener muy en
cuenta que el sufrimiento nos cambia. Nos cincela a su antojo para convertirnos
en otra persona. Dejaremos de ser fieles a nosotros mismos, y eso es algo que
nadie merece.
El silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de
los ruidos. Miles Davis.
En la vida todos tenemos que enfrentarnos a momentos duros, a
momentos o épocas de sufrimiento. Desde temprana edad nos damos cuenta que la
vida no es fácil, pero también aprendemos a sobrevivir y salir adelante. Sabemos
que, desde la fe contamos con recursos emocionales y mentales que tenemos que
cultivar y fortalecer para vencer nuestras inseguridades y miedos. Dios no nos abandona.
El silencio tiene su lenguaje, sabe hacerse entender… Buda.
Soy de las que sufre en silencio, pero hay que aferrarse a la
esperanza de que los males también pasan. Las experiencias dolorosas esconden
lecciones que la vida quiere que aprendamos y aunque lo veamos todo negro al
final veremos al sol brillar.
Esperar duele. Olvidar duele. Pero el peor de los
sufrimientos es no saber qué decisión tomar. Paulo Coelho.
Fotografía: Internet
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