sábado, 5 de febrero de 2022

Oposición desafiante

 



Qué es el (TOD) “Trastorno de oposición desafiante”. El trastorno de oposición desafiante o trastorno desafiante opositor, es un trastorno frecuentemente observado en niños y adolescentes. Se caracteriza por perturbaciones y conflictos con los demás, su actitud desafiante, con mayor medida frente a los padres, a las autoridades y a las normas morales y sociales.

Los signos y síntomas más marcados del trastorno opositor desafiante son rebelión, testarudez, inconformidad y rechazo a obedecer a los adultos. Son persistentemente desobedientes, desafían constantemente a los padres y otras figuras de autoridades. Es común la dificultad que tienen de controlar sus emociones, muchas veces con explosiones de furia, agresiones verbales, hostilidades y deseos de venganza.

De acuerdo con un estudio publicado en la revista “People and Nature Journal”, subsanar a tiempo los berrinches de niños, es la mejor forma de poner fin, de una vez por todas, a uno de los hábitos más desesperantes, porque si no se pone remedio, cuando sean adultos serán incontrolables y la vida familiar se convierte en un infierno. Frente a los berrinches hay que actuar desde que son niños, porque es muy frecuente que muchos de sus síntomas perduren hasta la edad adulta. Entre los niños diagnosticados y que reciban la terapia adecuada es normal que los síntomas tiendan a desaparecer, sin embargo, el 40% de los casos no tratados, empeoran progresivamente hasta que se convierte en un problema mucho más complicado de solucionar y con unas consecuencias que pueden llegar a ser fatales en la edad adulta. Pero, ¿y que pasa cuando un niño noble, alegre y cariñoso de adulto se vuelve desafiante, colérico e insoportable, que se opone a toda norma y no respeta a nadie, capaz de destruir la convivencia...?

Los expertos explican, que tanto los factores biológicos como los factores psicosociales, pueden influir en la aparición y en el desarrollo de este trastorno. La primera y posiblemente la más determinante, es la predisposición genética. Es decir, si los padres ya presentan este problema es muy probable que el niño también lo padezca.

Pero hay otros factores, como el entorno y el estilo de crianza que también tienen mucho que decir al respecto. Si -por ejemplo- en su familia nunca se le enseñó a discernir entre lo que está bien y lo que está mal, o entre lo que es aceptable en una situación u otra, lo más probable es que el niño desarrolle este tipo de conducta altanera. Aunque a veces es difícil diferenciar entre un carácter fuerte y emocional, y un trastorno negativista desafiante. Sin embargo hay tres rasgos clave que pueden ayudarnos a identificarlo:

Les cuesta integrarse acatando normas… Es típico que las personas afectadas por este desorden psicológico no sean capaces de seguir unas normas básicas para integrarse en situaciones comunes. Lo que puede dificultar el orden en la convivencia, su permanencia en un puesto de trabajo o mantener relaciones personales y afectivas estables. Aunque suelen verse a sí mismos como rebeldes, en realidad tienen ciertos problemas para adaptarse a la vida ordenada, familiar y laboral.

Son de cambios de humor frecuente… Las personas con el trastorno de oposición desafiante tienen la mecha corta. No toleran sentirse frustrados, se irritan con facilidad y suelen perder muy rápido los estribos. Y con frecuencia recurren a la violencia verbal y manotean hasta dar físicamente. También suelen manifestar un comportamiento rencoroso y vengativo.

No se responsabilizan de sus malos actos… No se sienten culpables por ninguno de sus actos. De hecho, se defienden implacablemente cuando alguien les señala que han hecho algo o que se han comportado de forma inadecuada, y suelen culpabilizar a los otros de su mala conducta, justificando que se les ataca y tienen que defenderse y refuerzan su desafío.

Las principales vías para tratar este problema incluyen la psicoterapia individual y la grupal. En la primera parte de la terapia se suele trabajar desde un enfoque cognitivo-conductual, que consiste en analizar los patrones de comportamiento del paciente y observar la influencia que tienen en su vida, para poder modificar los esquemas del pensamiento de la persona y aplicar las técnicas de resolución de conflictos.

Por otro lado, también es necesario buscar la ayuda de familia o de seres queridos, que compartirán con el paciente las consecuencias de su comportamiento errático y les acompañe en el día a día en la búsqueda de estrategias que le haga ver las consecuencias de su mal carácter y que lo lleva a cometer graves errores que repercuten negativamente en la convivencia y en su bienestar.

Se puede decir que no existe diferencia del trastorno de oposición desafiante entre un niño y un adulto. Al igual que ocurre con los menores, cuando un adulto sufre este problema presenta patrones continuos de comportamientos en los que predominan una conducta desobediente y agresiva. Ira, hostilidad y desafío a las figuras de autoridad, por tanto, los rasgos clave de este trastorno se manifiesta a través de:

La imposibilidad de integrarse en un entorno con unas normas básicas. Es típico de las personas que sufren TOD su incapacidad para permanecer de forma prolongada en el mismo puesto de trabajo, o para mantener relaciones personales sanas, porque son impacientes y carecen de empatía y corresponsabilidad.

Aunque son víctimas de su comportamiento, estos tiranos que se oponen a todo, justifican que su mal carácter es consecuencia de mal trato que reciben, y tienen que defenderse frente a las injusticias de la que son víctimas, cuando en realidad están siempre buscando bronca, por el problema evidente de desobediencia y de adaptación a llevar una vida de convivencia tranquila y en paz. Son expertos en dinamitar una sana relación; quieren ir a su aire, no se implican en los asuntos a resolver y se niegan a colaborar, se acuestan se levanta y comen cuando les da la gana. De hecho, se defienden implacablemente cuando alguien les corrige sus inexplicables reacciones.  

Nula responsabilidad personal. No se sienten culpables por ninguno de sus actos. Siempre culpabilizan a los demás de sus errores y de su mala conducta. Por eso desafían constantemente leyes o reglas establecidas. Se ven a sí mismas como personas intachables e incomprendidas y por eso manifiestan su enfado con el sistema y con toda figura de autoridad que repruebe su conducta.

Personas imprevisibles que no tienen límites, llegan a perder el control de su conducta. Son controladores y hostigadores persistentes capaces de acabar con la paciencia de un santo.

 

Fotografía: Internet

 

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