—Buenos días, señora Carmen.
—¡Buenos días!
—¿Qué hace ahí parada con este frío? Se va a quedar usted
congelada.
Consultando su reloj la anciana contestó:
—Estoy esperando a mi hijo. Se fue a comprar hace un rato y
parece que se retrasa.
—No se preocupe, seguro que no tardará. ¿Le importa que le
haga compañía?
—Gracias. No te molestes. Seguro que tienes cosas mejores que
hacer que acompañar a una vieja como yo. Alguna moza afortunada te estará
esperando…
—No es ninguna molestia, se lo aseguro. Nos sentaremos en
este banco y esperaremos…
Y Miguel, como cada mañana se sentaba junto a su anciana
madre, que esperaba al hijo que tenía tan cerca…
Esta secuencia de autor desconocido, pone de manifiesto la
triste realidad de la enfermedad del Alzheimer.
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