“Los celos quieren conservar lo que les parece que es suyo.
La envidia quiere destruir lo que cree que no es suyo”.
Los celos y la envidia son dos conceptos que suelen
confundirse a menudo y pueden utilizarse como sinónimos. Sin embargo, manifiestan
emociones distintas.
Tanto los celos como la envidia pueden causar sentimientos de
inseguridad. Pero es más probable que la primera emoción desencadene enojo y
resentimiento, y la segunda provoque tristeza y un deseo de cambio. Ambos
estados pueden aparecer a la vez. Por ejemplo, cuando alguien se siente celoso,
también puede envidiar a la persona que lo hace sentir celoso.
Habitualmente, sentir estas emociones no tiene nada de malo,
especialmente si nos incitan a trabajar más y a mejorar en ciertos aspectos de
nuestra vida. Tampoco promueven problemas de salud mental. Sin embargo, en
algunos casos sí que fomentan el descontento, la angustia y conducen al
resentimiento enfermizo y a la amargura y generan actitudes que, en condiciones normales,
no llevarían a cabo. La artimaña del envidioso para ser creíbles en su plan de destruir al 'adversario' es ir de 'víctima'. Persigue y desacredita con inventivas salidas de su malvado corazón, con el fin de ganarse la simpatía de los que aprecian a su 'presa' y cuando consigue echar por tierra al envidiado se alza triunfante y victorioso...
Los celos suelen describirse como el miedo a la comparación o
a perder algo o a alguien. Es un sentimiento de posesión sobre algo que ya
tenemos o más bien una emoción anticipatoria, ya que buscan prevenir la
pérdida. Algunos comportamientos celosos son sutiles, imperceptibles, pero
otros desencadenan sentimientos más fuertes que rayan en la paranoia.
Es normal sentir celos en algún momento de nuestras vidas. El
problema comienza cuando estos sentimientos son muy fuertes y tienen una base
más profunda relacionada con la autoestima, la confianza o el control de sí mismo. Podemos ponernos
celosas por varias razones: rivalidad entre hermanos, inseguridad,
perfeccionismo, problemas de confianza o pura competencia.
La envidia se refiere a una emoción provocada por querer algo
que alguien tiene y nosotros no tenemos. Es un sentimiento de descontento con
respecto a las ventajas, posesiones o rasgos de alguien, como la belleza, el
éxito o el talento. El envidioso no quiere lo que tú tienes lo que quiere es
que tú no lo tengas tampoco.
La envidia no acostumbra a depender de la presencia de una
relación cercana, sino que se experimenta como respuesta a la suerte de otra
persona. El objeto de la envidia puede ser, un atributo físico como
la fuerza o la belleza, una cualidad emocional como el carisma o un estatus
social como la popularidad o la fama.
La envidia se esconde en el fondo del corazón humano como una
víbora en su agujero.
Honeré de Balzac
Normalmente las cualidades de los demás no causan el dolor de
la envidia, sino que se trata de un sentimiento de inferioridad y frustración
provocado por la falta de confianza en ellos mismos. La envidia surge cuando de
cierto modo un individuo considera a otro como superior o cree que esa otra
persona tiene don de gente o una mejor calidad de vida. Es una emoción
caracterizada por el resentimiento y la persona que la padece tiende a querer
influir dolor a aquellas personas a las cuales envidia. ¡Dios nos guarde de esas garras!
Puede ir acompañada de otros sentimientos como la ira, el
rencor, la venganza, el sufrimiento, la tristeza; pero en muchos casos hay
personas que no la exterioriza, aunque la sientan. La envidia además se
caracteriza porque la persona que la padece se siente inferior a la persona
envidiada o tiene una autoestima baja.
El mal de la envidia suele aparecer de
forma espontánea, por tanto, controlarla es muy difícil. Pero lo peor que puede hacer la persona que la padece es negar su padecimiento, porque ese
sentimiento es muy perjudicial. Por tanto, aceptar y reconocer tu problema te ayudará a
sanarte positivamente. Ganarás tú librándote de ese mal que te consume, y librarás a quien envidias del sufrimiento que tú le ocasionas.
La envidia y los celos los sufre quien los padece y no la
persona envidiada. Para que no se despierte la envidia, se debe potenciar la
autoestima: una persona segura de sí misma es más difícil que sienta envidia.
En cambio, las personas con baja autoestima o inseguras siempre se comparan con
los demás, suelen mirar más hacia fuera, recelando, que valorándose a sí mismos.
La ambición no debe convertirse en la comparación constante
con los demás, debe servir para motivarnos y lograr nuestros objetivos. No es
lo mismo admirar que envidiar. Buscar el lado positivo de las cosas: tener una
mirada positiva frente a la vida es una buena manera de disfrutar de las
pequeñas victorias, de valorar lo que consigues.
Tal como recuerda Cicerón, “Nadie que confía en sí,
envidia la virtud del otro”.
Nos ha quedado claro las diferencias entre celos y envidia.
Tanto la envidia como los celos son emociones “negativas” o no constructivas.
Ambas hacen referencia a la pertenencia o no pertenencia de algo; ya sean
bienes materiales o bienes abstractos, como el cariño o la amistad de alguien.
Estas emociones son de las más naturales e inherentes al ser humano. Sin
embargo, también son de las más dañinas y destructivas que una persona pueda
experimentar. En muchos casos, la envidia y los celos despiertan de las
inseguridades de la persona. Es por eso que resulta deseable aprender a
controlar estas respuestas emocionales. Sólo de esta manera una persona podrá
ser capaz de construir relaciones interpersonales sanas.
En cuanto a las diferencias, la principal es que mientras la
envidia es el sentimiento de codiciar lo que otra persona tiene, los celos son
la emoción relacionada al miedo de perder algo o a alguien.
Este sentimiento negativo surge cuando personas con
frustraciones personales, baja autoestima e inseguras, no pueden aceptar que alguien
sea buena persona y brille con luz propia. Los celos surgen como una respuesta
emocional. Son la aprehensión y el enojo provocados por el miedo de perder o
ser reemplazado por alguien. También es la ansiedad, la sospecha de no “poseer”
absolutamente a alguien. Es el deseo de recibir absoluta devoción y admiración.
Los celos son muy dañinos para el ser humano, pueden arrastra
a una obsesión persecutoria y a maquinar hasta la venganza, porque no se logra
controlar las emociones negativas. Algunas veces los celos incontrolables
conllevan a terribles y lamentables desgracias.
¿Has sentido que el fuego te consume por dentro y por fuera al ver a alguien feliz? Seguro que también ardes al pensar en ella. La envidia y los celos es como el fuego que te va consumiendo lentamente... No envidies a nadie. No ardas, vive tu vida y que cada cual viva la suya.
No se puede ser feliz y envidioso al mismo tiempo. Elige qué quieres ser.
Yo me encargo de la gente que quiero y que me quiere… De los
que hacen daño que se encargue la vida…
Fotografía: LAWJR
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