Se cuenta. Se dice, que antes de nacer, cuando cada Ser
decidió venir a la Tierra a vivir la experiencia terrenal hubo un acuerdo de almas.
Primero cada alma seleccionó minuciosamente con sus maestros de Luz, todas las
experiencias que deseaba vivir en esta encarnación.
Algunos eligieron aprender a través del desapego, otros de la
soledad, otros de la enfermedad, otros a través de las pérdidas, otros
decidieron aprender de la relación de pareja. Algunos se atrevieron a
experimentar la riqueza y la pobreza material, y así sucesivamente, como si
eligieran las materias para matricularse en la Universidad, todos decidieron
sus misiones.
Y en esa gran reunión quedó pactado cómo se
interrelacionarían sus almas. Como cuando se reparten los roles en una obra
teatral, cada cual recibió su papel en la obra de su vida… y nacieron.
Algunas de estas almas se encontraron desde su nacimiento y
son hermanos. A otras les tocó ser compañeros de colegio para llegar a ser
amigos en la madurez. Otras no coincidirían hasta ser ya mayores, acordando conocerse en una fiesta y enamorarse.
Y hubo quienes tendrían roles relevantes en la vida del otro:
Unos serían los padres que les indica el camino a seguir; otros los hermanos
con quienes crecer; el médico que los curó; el maestro que les enseñó; los
amigos con quienes compartir; el novio con quién ilusionarse; el jefe con quién
prosperar y otros tantos incordios con quienes sufrir etc… Todo queda acordado.
Nada, absolutamente nada es casual en la vida de cada persona. Nos
hemos repartido los papeles, pero no hay guion. Cada uno crea sus propios
diálogos y sus acciones y necesita también asumir la responsabilidad y las
consecuencias.
Así que ponte a pensar: ¿Por qué tienes a esos padres pendientes de que seas una persona de bien y tú los tachas de controladores? ¿O por qué esos profesor exigentes y tú piensas que la han cogido contigo? ¿Será que acordaron que ellos sacarían lo mejor de ti y te puliría cual diamante, y tú tienes que aceptar el pacto y aprender a ser respetuosa y tolerante?
Difícil saber lo que viniste a vivenciar con cada persona, pero el alma lo sabe y el alma sólo sabe comunicarnos mensajes a través de lo que llamamos: Intuición.
Comprendes ahora que esa persona que está ahí como un Pepito
Grillo es porque quizás tú se lo pediste que fuera la voz de tu
conciencia y tú mismo le suplicaste: No importa que te odie, pero no me dejes
realizar algunas acciones que me dejarán atorado en esta encarnación.
Y entiendes por qué te bastó con ver a esa persona para que sintieras maripositas en la panza, aunque tu alma te estaba avisando de todo el dolor que te causaría. ¿La escuchas? No lo recordamos... No sabemos qué nos une a todo el elenco que nos ayuda a representar la obra de nuestras vidas, pero hay un acuerdo tácito entre todos de permanecer juntos para ayudarnos mutuamente a crecer, a evolucionar. Entre todos formamos un verdadero equipo sanador porque nos ocupamos tanto de nuestro propio desarrollo como del de los demás. Pero también podemos cerrar abruptamente la relación con algunas personas por problemas meramente terrenales. Tenemos libre albedrío.
Todo este camino iniciado en nuestra primera encarnación hace
millones de siglos atrás tiene como objetivo la iluminación. Cada encarnación
agrega gotas de luz a nuestra conciencia y así evolucionamos. A veces llega
a nuestra vida alguien que nos enseña algo y quien al mismo tiempo recibe
enseñanza nuestras y luego se va, desaparece de nuestra vida, porque ya se cumplió
el trato pactado en el llamado Plano Sublime o Cielo.
Luego, avanzamos despacio en términos terrenales o mundanos,
pero vamos a la velocidad de la luz en términos estelares o cósmicos. Así que
no podemos mirar a ninguna relación y juzgarla como un triunfo o fracaso. Estamos
aprendiendo y el solo hecho de poder interactuar con otros, de conocerlos y
descubrir sus diferencias para llegar hasta lo profundo de su alma, vuelve
cualquier relación un éxito.
Así que no te atores con esa persona envidiosa, con el
familiar desleal, con la vecina chismosa, con ese profe prepotente, con ese
pretendiente meloso, con ese jefe abusador, con esa pareja infiel, con esos hijos
rebeldes... Solo míralos directamente al
alma y diles: “Muchas gracias por respetar el pacto”. Mer Vivar.
No sé qué pensar. Según este cuento, quién nos hace sufrir y quién nos hace gozar nació para eso… Pues no me parece muy halagüeño que Caín tuviera que nacer para matar a su hermano Abel.
Yo creo que todo es cuestión de amor. Si falla el amor todo
lo indeseable es posible. Sí, pienso que hemos nacido para amar y cuando el
amor no se manifiesta desencadena todas las maldades que llevan al sufrimiento.
Pero si este cuento es verdad, entonces, aun con el dolor de las heridas recibidas,
tenemos que darle las gracias a todo ser
que nos rodea y seguir viviendo y aceptando lo que corresponda e intentar disfrutar
de cada momento bueno y seguir aprendiendo de los malos…
No te tomes nada personal. Nada de lo que los demás hacen es
por ti. Lo que las personas hacen y dicen es un proyecto de su propia realidad.
Cuando eres inmune a las opiniones y las acciones de los demás, jamás serás
víctima del sufrimiento innecesario. Don Miguel Ruiz.
No existen las coincidencias, nosotros caminamos cada día hacia lugares y personas que nos esperaban desde siempre.
La armonía en nuestras vidas requiere que recordemos y decretemos en nuestra mente que nuestra condición natural es estar sanos y felices porque fuimos creados perfectos por Dios.
Atesoro vivencias imborrables. No acudo a ellas a sufrir.
Acudo a ellas con la nostalgia de mis recuerdos más preciados.
Yo hoy le dedico un pensamiento al cielo. A todas esas vidas que tanto bien me hicieron y que ya no están presentes, pero cuyo recuerdo me acompañan siempre.
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