La vida es hermosa cuando damos y recibimos amor, pero, comienza siempre por ti. No te limites por miedo a que los demás no te correspondan, no te culpes por haber dado lo que nacía de ti. Sin embargo, asegúrate de que ese caudal interno se dirija siempre a ti en primera instancia.
Ama, y hazlo sin medida, pero ámate incondicionalmente primero. El único error que cometemos no es dar mucho, sino olvidarnos de darnos antes a nosotros mismos.
Cuídate de entregárselo todo a alguien porque entonces quedarás vacío. Asegúrate de ser tu prioridad, de nutrirte y colmarte primero del amor, el perdón, la lealtad y la confianza que ofreces a los otros.
Sería absurdo pedirle al sol que no brille, al viento que no sople y a las mareas que se detengan. Del mismo modo, es ilógico impedirte dar, amar, confiar y disfrutar.
Das mucho porque eres mucho y esto es así con independencia de lo que te devuelvan...
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