martes, 28 de febrero de 2017

Al borde del camino

Erase una vez un sabio que, tras recorrer mundo y ampliar sus experiencias, decidió sentarse unos días a meditar al borde de un camino. Muy pronto entró en trance y nada de lo que sucedía a su alrededor era capaz de sacarlo de su estado de perpetua inmovilidad.
Estando en ésas, pasó junto a él un ladrón que, al verlo, se dijo:
«Este hombre seguro que se ha pasado la noche asaltando casas como yo para llevarse cuanto hubiese de valor. Tan cansado debe de estar que se ha quedado dormido. Me voy a toda prisa, no sea que venga la policía a detenerlo y también se me lleve a mí».
Poco después, pasó junto al sabio un hombre que, debido a la gran borrachera que había cogido, apenas podía mantenerse en equilibrio. Se paró un rato ante aquel santón y pensó:
«Este hombre está aún peor que yo. Ha bebido tanto que ni tan siquiera puede moverse».
Minutos después de que el borracho desapareciera por una curva del camino, apareció un joven que quería aprender los misterios de la meditación. En cuanto vio al sabio, se arrodilló ante él y le besó los pies.

Así sucede en la vida, quienes tienen comportamientos deleznables ven en los otros su misma actitud, pero sólo el sabio es capaz de reconocer la sabiduría y la bondad de los demás.

lunes, 27 de febrero de 2017

El rey incrédulo

Un rey que no creía en la bondad de Dios, tenía un siervo que en todas las situaciones le decía:
—Mi rey, no desanime porque todo lo que Dios hace es perfecto, Él no se equivoca.
Un día que salieron a cazar una fiera atacó al rey. Su siervo consiguió matar al animal, mas no pudo evitar que el rey perdiese un dedo de la mano. Furioso y sin mostrar gratitud por haber sido salvado, el Rey dijo:
—¿Dios es bueno? Si Él fuese bueno yo no habría sido atacado y perdido mi dedo.
El siervo respondió:
—Mi Rey, a pesar de todas esas cosas sólo puedo decirle que Dios es bueno; y él sabe el por qué de todas las cosas. Lo que Dios hace es perfecto. Él nunca se equivoca.
Indignado con la respuesta el rey mandó a apresar a su siervo.
Tiempos después, el rey salió para otra cacería y fue capturado por salvajes que hacían sacrificios humanos. Ya en el altar, listos para sacrificar al rey, los salvajes percibieron que la víctima no tenía uno de los dedos y lo soltaron, porque él no era perfecto para ser ofrecido a los dioses.
Al regresar a palacio mandó a soltar a su siervo y lo recibió muy afectuosamente.
—Mi siervo, ¡Dios fue realmente bueno conmigo! Escapé de ser sacrificado por los salvajes justamente por no tener un dedo, más tengo una duda: si Dios es tan bueno, ¿por qué permitió que tú, que tanto lo defiendes fueses preso?
—Mi rey, si yo hubiese ido con usted a esa cacería habría sido sacrificado en su lugar, pues no me falta ningún dedo. Por eso, recuerde: «Todo lo que Dios hace es perfecto ¡Él nunca se equivoca!».

Muchas veces nos quejamos de la vida y de las cosas aparentemente malas que nos pasan, olvidándonos que nada sucede por casualidad. Cuando caemos nos levantamos, pero nos levantamos al tomar conciencia que hemos caído. Pues hay que activar la conciencia para que los impulsos no sean quien tome las riendas de nuestra vida.
Pide a Dios que inspire tus pensamientos, guíe tus actos y apacigüe tus sentimientos.

martes, 14 de febrero de 2017

Dos alas para volar

Un día un ángel queriendo entender se arrodilló a los pies de Dios y preguntó:
Señor, visité toda tu creación. Estuve en todos los lugares poblados y desiertos y vi que eres parte de todas las cosas. Y por eso vengo ante Ti, Señor, para tratar de entender el ¿por qué cada una de las personas que existe sobre la tierra solo tienen un ala? Los ángeles tenemos dos, podemos ir hasta el Amor que el Señor representa siempre que lo deseamos. Podemos volar hacia la libertad siempre que queramos, pero los humanos con su única ala nunca podrán volar.
Dios respondió:
Sí, sé que hice a los humanos solamente con un ala.
Intrigado el ángel quería entender y preguntó:
Pero, ¿por qué el Señor dio a la humanidad solamente un ala cuando son necesarias dos para que puedan volar?
Sin prisa, Dios respondió:
Mi ángel, ellos sí pueden volar. A los humanos les di una sola ala para que puedan volar más y mejor que tú y que los Arcángeles. Tú para volar necesitas de tus dos alas y aunque vueles libre, estás solo, pero los humanos con su única ala necesitan encontrar a la persona que le quiera y le proporcione la otra ala para poder volar, y lo harán juntos de la mano o abrazados, pero felices por haberse encontrado, y compartirán ilusiones y proyectos, alegrías y penas. A veces las penas acaban con las ganas de volar juntos y se despiden para comenzar de nuevo a buscar el ala que les falta para remontar el vuelo. Cada uno ha de buscar por el mundo a la persona que complete su par de alas. Así aprenderán a respetarse y a no quebrar la única ala de la otra persona, porque pueden estar acabando con sus propias posibilidades de volar. Descubrirán que tocándose el corazón y amándose de verdad tendrán alas para volar libremente. Has entendido, ángel mío, ¿el por qué los humanos solo tienen un ala? Solamente a través del amor podrán llegar hasta dónde Yo estoy, como tú lo estás ahora. Como ves, solo unidos por el amor los humanos tendrán las dos alas para volar.

Pues, si notas que un ala no te ayuda a disfrutar del vuelo, es que no has buscado bien, porque en algún lugar te está esperando el ala que empareja con la tuya para que el vuelo sea armonioso y placentero.

sábado, 11 de febrero de 2017

Bendita amistad

Había una vez dos amigos llamados Juan y José que se querían muchísimo. Desde pequeños iban juntos a todas partes. Les encantaba correr, jugar al escondite y observar a los insectos. Cuando sentían hambre se sentaban en cualquier sitio y entre risas compartían su merienda. Juan solía comer pan con chocolate y le daba la mitad a José. A cambio él le daba galletas y zumo de naranja. Estaban muy compenetrados y nunca se peleaban.
Pasaron los años y se hicieron mayores, pero la amistad no se rompió. Al contrario, cada día se sentían más unidos. Como eran adultos ya no jugaban a cosas de niños, pero seguían reuniéndose para echar partidas de ajedrez, cenar juntos y contarse sus cosas. Eran tan inseparables que hasta construyeron sus casas una junto a la otra.
Una noche de invierno, Juan se despertó sobresaltado. Se puso el abrigo de lana, se calzó unos zapatos y llamó a la puerta de su amigo y vecino. Con insistencia llamó y llamó hasta que José le abrió. Al verle se asustó.
—¡Juan! ¿Qué haces aquí a estas horas de la noche? ¿Te pasa algo?
Juan iba a responder, pero José preocupado le hacía preguntas…
—¿Han entrado a tu casa a robar en plena noche? ¿Te has puesto enfermo y necesitas que te lleve al médico? ¿Le ha pasado algo a tu familia? …¡Dímelo, por favor, que me estoy poniendo muy nervioso y ya sabes que puedes contar conmigo para lo que sea!
Su amigo Juan le miró fijamente a los ojos y tranquilizándole, le dijo:
—¡Oh, amigo, no es nada de eso! Estaba durmiendo y soñé que hoy estabas triste y preocupado por algo. Sentí que tenía que venir para comprobar que sólo era un sueño y que en realidad te encuentras bien. Dime… ¿Cómo estás?
José sonrió y miró a Juan con ternura.
—Gracias amigo por preocuparte por mí. Me siento feliz y nada me preocupa, pero, dame un abrazo.
José estaba emocionado. Su amigo había ido en plena noche a su casa sólo para asegurarse de que se encontraba bien y ofrecerle ayuda por si la necesitaba. No había duda de que la amistad que tenían era de verdad. Tanta emoción les quitó el sueño, así que se prepararon un buen chocolate y disfrutaron de sus animadas conversaciones hasta el amanecer.

No hay nada como tener a alguien que te quiera. Si no tienes hermanos tendrás amigos que serán más que hermanos.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Las tres preguntas

Había un rey que pasaba sus días reflexionando sobre tres preguntas de suma importancia. En este mundo, ¿qué persona es la más importante?, ¿qué cosa es la más importante? y ¿cuál es el momento crucial para actuar?
Ninguno de sus consejeros era capaz de respondérselas. Hasta que un día en uno de sus paseos de incógnito llegó a un lugar alejado y buscó albergue en la casa de un venerable anciano para pasar la noche.
Un ruido lo despertó de madrugada y vio que un hombre cubierto de sangre irrumpía en la casa del anciano. El hombre dijo:
—Me vienen siguiendo.
El anciano respondió:
—Será mejor que entres y te escondas.
Al rato llegaron los soldados perseguidores y preguntaron al anciano:
—¿Has visto a un hombre que pasaba corriendo?
A lo que el anciano contestó que no sabía y los soldados siguieron el camino. Poco después el hombre perseguido dijo unas palabras de agradecimiento y se marchó.
A la mañana siguiente, el rey le preguntó:
—¿Es que no temes que caiga sobre ti alguna desgracia? ¿Cómo te atreviste a dejar entrar a aquel hombre del que nada sabías?
El anciano respondió sin inmutarse:
—Es que no hay en el mundo persona más importante que la que en este preciso instante necesita ayuda. No hay cosa más importante que prestar esa ayuda de inmediato. No hay momento más importante que este momento.
Y las tres preguntas del rey quedaron contestadas.

viernes, 3 de febrero de 2017

Sin que te afecte

La sombra de un monstruo.


Cómo vivir junto a una persona tóxica… sin que te afecte. Las personas que nos afectan negativamente están en todos lados, la clave está en reconocerlas para aprender a lidiar con ellas.

Aunque parezca impensable, la Universidad de Harvard hizo el Estudio de Desarrollo de Adultos con el objetivo de saber qué es lo que hace a una persona feliz y saludable, lo llamativo de esta investigación científica es que en lugar de un seguimiento de doce años se estudia a una persona durante toda la vida.

jueves, 2 de febrero de 2017

El cuidador del faro

Erase una vez, en un pueblo de la costa encargaron a un hombre el cuidado y mantenimiento del faro, para tal cometido sus jefes le daban una vez al mes aceite para que la llama luciera encendida. Todo parecía la mar de sencillo, así que se puso manos a la obra.
Llevaba pocos días desempeñando su trabajo a la perfección cuando una vecina del pueblo le pidió aceite para la estufa de su casa porque estaba helada. Él no tuvo inconveniente y le dio una garrafita. Días después se acercó al faro un señor que necesitaba aceite para su lámpara porque su casa era muy oscura. Otro hombre también le pidió aceite para lubricar una de las ruedas de su coche y, como hiciera con los anteriores vecinos le cedió generosamente cuanto necesitaba.
Faltaban unos días para acabar el mes y se quedó sin aceite y el faro se apagó, y como consecuencia varios barcos embarrancaron. El farero fue llamado ante sus jefes y estos le dijeron:
—Te dimos el aceite necesario para una sola cosa; mantener el faro encendido.

Como era de esperar, fue despedido… Y es que, en la vida es importante ser responsable y conocer cuál es el horizonte al que se quiere llegar, así nadie podrá interferir en nuestros objetivos, porque solo estableciendo prioridades obtendremos los resultados para alcanzar la meta.