Un rey que no creía en la bondad de Dios, tenía un siervo que en todas las situaciones le decía:
—Mi rey, no desanime porque todo lo que Dios hace es perfecto, Él no se equivoca.
Un día que salieron a cazar una fiera atacó al rey. Su siervo consiguió matar al animal, mas no pudo evitar que el rey perdiese un dedo de la mano.
Furioso y sin mostrar gratitud por haber sido salvado, el Rey dijo:
—¿Dios es bueno? Si Él fuese bueno yo no habría sido atacado y perdido mi dedo.
El siervo respondió:
—Mi Rey, a pesar de todas esas cosas sólo puedo decirle que Dios es bueno; y él sabe el por qué de todas las cosas. Lo que Dios hace es perfecto. Él nunca se equivoca.
Indignado con la respuesta el rey mandó a apresar a su siervo.
Tiempos después, el rey salió para otra cacería y fue capturado por salvajes que hacían sacrificios humanos. Ya en el altar, listos para sacrificar al rey, los salvajes percibieron que la víctima no tenía uno de los dedos y lo soltaron, porque él no era perfecto para ser ofrecido a los dioses.
Al regresar a palacio mandó a soltar a su siervo y lo recibió muy afectuosamente.
—Mi siervo, ¡Dios fue realmente bueno conmigo! Escapé de ser sacrificado por los salvajes justamente por no tener un dedo, más tengo una duda: si Dios es tan bueno, ¿por qué permitió que tú, que tanto lo defiendes fueses preso?
—Mi rey, si yo hubiese ido con usted a esa cacería habría sido sacrificado en su lugar, pues no me falta ningún dedo. Por eso, recuerde: «Todo lo que Dios hace es perfecto ¡Él nunca se equivoca!».
Muchas veces nos quejamos de la vida y de las cosas aparentemente malas que nos pasan, olvidándonos que nada sucede por casualidad. Cuando caemos nos levantamos, pero nos levantamos al tomar conciencia que hemos caído. Pues hay que activar la conciencia para que los impulsos no sean quien tome las riendas de nuestra vida.
Pide a Dios que inspire tus pensamientos, guíe tus actos y apacigüe tus sentimientos.
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