Un hombre susurró:
—Dios, habla conmigo.
Y un ruiseñor comenzó a cantar, pero el hombre no oyó. Entonces el hombre repitió:
—Dios, habla conmigo.
Y el eco de un trueno se oyó… mas el hombre fue incapaz de oír. El hombre miró en derredor y dijo:
—Dios, ¡déjame verte!
Y una estrella brilló en el cielo… Pero el hombre no la vio.
El hombre comenzó a gritar:
—Dios, muéstrame un milagro.
Y un niño nació… mas el hombre no sintió el latir de la vida. Entonces el hombre comenzó a llorar y a desesperarse:
—Dios, tócame y déjame saber que estás aquí conmigo.
Y una mariposa se posó suavemente en su hombro. El hombre espantó la mariposa con la mano y desilusionado continuó su camino, se sentía solo, triste y con miedo.
Estad atentos, porque Dios se muestra ante nosotros en cada obra de la vida; escucharlo y sentirlo depende de ti, de tu fe en su inmenso Amor.
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