sábado, 30 de mayo de 2015

Mi corazón


Mi corazón es palmera.
Es rosa, es una tabaiba.
Es un canario que libre
en una retama canta.

Es pino recio y verde
de las cumbres escarpadas.
Es playa donde calienta
la suave arena dorada.

Es silbo de la Gomera.
Un riachuelo en La Palma.
Un volcán de Lanzarote.
Roque Nublo en Gran Canaria.
De Fuerteventura arenas.
Tenerife las Cañadas.
Del Hierro es el garoé.
En La Graciosa, esperanza.

Mi corazón es el Atlante
que custodia a mis Canarias,
cual tesoro muy valioso
de perlas y esmeraldas.

Mi corazón es un timple
que se escucha en la alborada,
para despertar con cantos
a mis islas afortunadas.

viernes, 29 de mayo de 2015

No llores

No llores por lo que perdiste,
lucha por lo que te queda.
No llores por lo que ha muerto,
lucha por lo que ha nacido en ti.
No llores por quien se ha marchado,
lucha por quien está contigo.
No llores por quien te odia,
lucha por quien te quiere.
No llores por tu pasado,
lucha por tu presente.
No llores por tu sufrimiento,
lucha por tu felicidad.
Con las cosas que a uno le suceden vamos aprendiendo que nada es imposible de solucionar, solo sigue adelante.
Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco.

Cada pensamiento nos lleva a una profunda reflexión, meditemos este mensaje de un hombre sabio que va tocando cada corazón y está despertando las almas adormecidas: las que están saturadas de tóxicos ambientales y las que están ahogadas por sus propios rencores.

jueves, 28 de mayo de 2015

Aprender a callar

Los estudiantes de la escuela Tendai solían practicar la meditación mucho antes de que el Zen llegase al Japón. Cuatro de estos estudiantes, amigos íntimos, se prometieron estar siete días de absoluto silencio.
Durante el primer día todos permanecieron callados. Su meditación había empezado con buen pie, pero al caer la noche, como quiera que la luz de las lámparas de aceite había empezado a palidecer, uno de los estudiantes no pudo evitar decir a un sirviente:
Recarga esas lámparas.
Un segundo estudiante se quedó estupefacto al oír hablar al primero.
Se suponía que íbamos a guardar silencio.
Entonces, el tercero dijo:
Sois los dos unos estúpidos. ¿Por qué habéis hablado?
Y el cuarto estudiante concluyó:
Yo soy el único que no digo nada.
La filosofía del silencio es fundamental para meditar, para conocerse a uno mismo y para conocer a los demás. La práctica del silencio te evitará muchos problemas y será de gran ayuda a la hora de resolverlos. Profundizar en la meditación y en el autoconocimiento te alejan de ser cómplices de la mentira y de alcahuetear. Calla y escucha. En el silencio de tu alma encontrarás tu Paz interior.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Da amor y amor recibes

Era un muchacho que se esforzaba por ser el primero en todo, mejor atleta, mejor estudiante, pero lo que nunca supo fue si era un buen hijo, un buen compañero o un buen amigo. En un día de depresión el muchacho se dejo morir.
Cuando iba camino al cielo se encontró con un ángel y éste le preguntó:
—¿Por qué lo hiciste? si sabias que te querían…
A lo que él respondió:
—Hay veces que vale más una palabra de consuelo que todo lo que te hagan sentir. En tanto tiempo nunca escuché «estoy orgulloso de ti», «gracias por ser mi amigo», ni siquiera un «te quiero mucho».
El ángel se quedó pensativo y el muchacho añadió:
—¿Y sabes una cosa?
El ángel triste le dice:
—¿Qué?
—Que espero oírlo algún día…
El ángel abrazó al muchacho y le dijo que no se preocupara porque se acercaba a la única persona que siempre le dijo al oído que lo amaba, pero él nunca lo escuchó y lo espera con los brazos abiertos…

El silencio es el grito más fuerte… A veces no queremos ver el incondicional cariño que nos demuestra aquellos que nos quieren de verdad.

martes, 26 de mayo de 2015

Qué suerte

Un hombre apasionado por el juego, había pasado una vez más, toda la noche en un casino. Salió del lugar totalmente rendido… estaba a punto de amanecer. Cuando el cielo se tiñó de rojo y el sol empezó a salir, sintió un escozor en sus ojos somnolientos. Vio un gran árbol en el jardín y decidió sentarse a sus pies para descansar un rato antes de volver a su casa. En un abrir y cerrar de ojos el jugador cayó en un sueño profundo. Durmió todo el día y toda la noche. Había dormido exactamente 24 horas cuando se despertó. Era el alba y el sol estaba empezando a encender el cielo.
El hombre, al abrir los ojos, le pareció estar en el mismo escenario porque la imagen semejaba a la del día anterior:
—¡Qué suerte! —exclamó contento— casi me duermo…

No siempre controlamos, hay momentos que la situación nos controla.

lunes, 25 de mayo de 2015

El perro atado

En un lujoso palacio vivía un brahmino, gobernador de una región y dueño de un maravilloso perro. El animal era corpulento, fiero y de temperamento orgulloso. No era difícil que se enfrentara a otros perros, por lo que casi siempre lo paseaban atado con una correa. Perro y amo eran caracteres jactanciosos merecedores el uno del otro.
Cada vez que el perro se encontraba con otro can, empezaba a tirar de la correa con todas sus fuerzas. Su amo, sin dejar de sujetarlo con determinación, intentaba calmarlo hablándole dulcemente:
Tranquilo, no hagas eso… sigamos paseando.
También se agachaba y le rodeaba con el brazo como para protegerle mientras que el bravo animal mostraba su carácter desafiante. Parecía de verdad un perro fiero e implacable, dado su tamaño y su furor, todos le temían.
Un día, el brahmino encargó a un sirviente que paseara al perro, pero olvidó advertirle sobre el carácter del animal, quizás dando por hecho que todo el mundo tenía que saber que el perro era algo especial, pero para el sirviente, este era únicamente un perro como muchos, por lo cual ignoraba su excentricidades.
Como era previsible, nada más ver a otro perro dio rienda suelta a su violento temperamento y, de repente, tiró enérgicamente de la correa. El siervo, que no estaba preparado para tal situación, no supo reaccionar y soltó la cuerda. El perro acostumbrado a estar sujeto por la tensa cuerda, perdió ligeramente el equilibrio y se tambaleó. Ahora estaba libre de sujeción y la acción dependía exclusivamente de él y se encontró frente a un dilema: o dar rienda suelta a sus amenazas empezando la batalla, o evitar la confrontación.
El imperioso animal titubeó: al fin y al cabo el otro perro, aunque más pequeño, no había dado signos de sumisión y estaba listo para la lucha.
Seguramente —se dijo el perro— podría matarle fácilmente, pero si me mordiera, ¿qué sería de mi noble aspecto? No, no merece la pena. Por esta vez le dejaré vivir.
Emitió unos gruñidos y volvió junto al siervo.
Una vez en el palacio, el siervo relató lo ocurrido al brahmino, el cual vislumbró la verdad sobre la naturaleza de su perro y la del hombre, y a partir de entonces paseaba al animal sin ataduras. No sólo el perro dejó de amenazar a los otros perros, sino que también los súbditos del brahmino vivieron más felices... El perro le mostró a su dueño la manera sabia de gobernar.

domingo, 24 de mayo de 2015

Renuevos

Las ramas de un árbol se llenan de brotes verdes.


Rebrotes… Aires nuevos… Renovación…

«Los cristianos no pueden mostrar el Evangelio divididos y entre envidias». El papa Francisco dijo también que el Evangelio tiene que unir y no dividir y que los cristianos no puede presentarlo divididos, entre envidia, egoísmos y rivalidades, sino que tiene que estar reconciliados, en paz y unidos.

El Papa Francisco hizo estas manifestaciones ante unas 70.000 personas que asistieron en la plaza de San Pedro del Vaticano a la audiencia pública de los miércoles, cuya catequesis dedicó a la misión evangelizadora de la Iglesia y al Credo.

viernes, 22 de mayo de 2015

El ladrón de dicha

Cuenta una antigua leyenda que un sabio anciano vivía en las afueras de una pequeña ciudad de provincia. El hombre era muy conocido no sólo por su sabiduría, sino también por su buena suerte.
En la misma ciudad vivía también un joven que, aunque honesto, estaba obsesionado por la suerte, la fama y la riqueza. Su búsqueda y esfuerzos no daban resultado y la «diosa vendada» no quería sonreírle. El joven ya no sabía qué hacer y estaba al borde de la depresión, cuando se le ocurrió ir a ver al sabio para pedirle el secreto de su éxito. En efecto, todo lo que precisaba saber el sabio se lo podría proporcionar, ya que él todo lo que emprendía le salía redondo. No le faltaba ni hogar ni comida ni ropa. La gente lo respetaba y veneraba. Verdaderamente no carecía de riqueza espiritual, pero tampoco de medios materiales.
Aquel día, el joven se levantó muy temprano para evitar las colas interminables que se formaban para pedir consejo al anciano. Se vistió y arregló con esmero y se dirigió a la morada del sabio. Llamó al portal y el sabio le recibió amablemente. Una vez terminadas las presentaciones de rigor el joven fue directamente al grano y dijo:
La razón de mi visita es sencilla: querría saber tu secreto para vivir tan holgadamente. Verás, he notado que no te falta de nada, mientras que a mí me falta todo y eso a pesar de mis esfuerzos y voluntad por conseguirlo. Aunque sé que mucha gente posee bienes materiales, pero son infelices, en cambio a ti no te falta tampoco la felicidad. Dime, ¿cuál es tu secreto?
El sabio le miró atentamente y sonrió diciéndole:
Mi respuesta también es sencilla; el secreto de mi buena suerte es que yo robo…
¡Lo sabía! —exclamó el joven—. Tenía que haberlo deducido por mí mismo.
¡Espera! Todavía no he acabado, —dijo el anciano, pero el joven ya había salido corriendo exultante.
El sabio intentó darle alcance pero no pudo, para explicarle lo que quería decir con sus palabras.
Tras la visita al sabio la vida del joven cambió radicalmente: empezó a robar aquí y allá, a revender las cosas sustraídas y a enriquecerse. Cometió toda clase de hurtos; robaba en tiendas y casas, y la fortuna parecía haber empezado a sonreírle, pero fue pillado y capturado por las autoridades. Fue procesado por numerosos delitos y condenado a cinco años de dura cárcel. Durante su estancia en la prisión tuvo tiempo de meditar y llegó a una conclusión. Según sus deducciones el anciano se había burlado de él y más idiota había sido él mismo por seguir tan necio consejo. Se prometió que una vez saliera volvería a ver al anciano para darle su merecido.
Los años pasaron y el joven, tras pagar su deuda con la sociedad, fue puesto en libertad. Nada más salir, ni siquiera pasó por su casa, se fue directamente a la residencia del sabio. Tras llamar impacientemente a la puerta, el sabio abrió.
—¡Ah, eres tú! —le dijo—.
Sí, soy yo y he venido para decirte lo inútil que eres, viejo tonto. ¿Sabías que gracias a tu consejo me he pasado los últimos cinco años de mi vida en la cárcel? Si todos los consejos que das son así, menudos imbéciles somos los que te escuchamos.
El anciano le escuchaba con paciencia y cuando la rabia del joven remitió, así le contestó:
Comprendo tu rabia, pero el artífice de tu desdicha eres tú y solamente tú, sobre todo por tu incapacidad de escuchar. Cuando viniste aquí hace cinco años te dije la verdad, te dije mi método para asegurarme la dicha, solo que tú no quisiste oír más y entendiste lo que quisiste. Cuando te dije que yo robo, es verdad, solo que no robo a los humanos. Robo aire, luz, agua y energía. Robo «chi». Verás, robo al «Tao» porque el «Tao» es vacío y utilizándolo nunca rebosa, se vacía sin agotarse y su función no se agota nunca. De ahí toda mi dicha.

jueves, 21 de mayo de 2015

Depende de quién son las manos

Una pelota de basketball en mis manos puede ser algo divertido. Pero en las manos de Michael Jordan, es un juego maravilloso.
Todo depende de quién son las manos.
Una paleta y unos pinceles en mis manos sería algo curioso. Pero en las manos de Miguel Ángel sin duda serían una obra de arte.
Todo depende de quién son las manos.
Un lápiz en mis manos puede servir para poner mi nombre. Pero en las manos de William Shakespeare sirve para relatar y crear historias.
Todo depende de quién son las manos.
Una vara en mis manos podrá ahuyentar a un perro hambriento. Pero en las manos de Moisés, hizo que las aguas del mar se abrieran.
Todo depende de quién son las manos.
Una onda en mis manos sería tan solo un juguete. Pero en las manos de David fue arma mortal contra Goliat.
Todo depende de quién son las manos.
Dos peces y cinco panes en mis manos, son un almuerzo para dos. Pero en las manos de Jesús, fue alimento para una gran multitud.
Todo depende de quién son las manos.
Unos clavos en mis manos quizás podrían servir para construir una silla. Pero en las manos de Jesús trajeron la salvación al mundo entero.
¡Todo depende de quién son las manos!

miércoles, 20 de mayo de 2015

El picador de piedra

Cuenta la leyenda que un humilde picador de piedra vivía resignado en su pobreza, aunque siempre anhelaba convertirse en un hombre rico y poderoso. Un buen día expresó en voz alta su deseo y cuál fue su sorpresa al ver que se había hecho realidad: era un rico mercader.
Se sintió muy feliz hasta el día que conoció a un hombre aún más rico y poderoso que él. Entonces pidió ser aún más rico y su deseo le fue concedido. Al poco tiempo comprobó que debido a su nueva condición se había creado muchos enemigos y sintió miedo. Pero al ver el magistral manejo en el arte de las armas de feroz samurái, y su valor para resolver las divergencias con sus enemigos, pensó que tenía que ser un buen guerrero para saber defenderse en combate, para garantizarse la paz y la indestructibilidad. Así que quiso convertirse en un respetado samurái, y así fue. Sin embargo sus enemigos seguían aumentado.
Un día se sorprendió mirando al sol desde la seguridad de la ventana de su casa y pensó:
—Él sí que es superior, nadie puede hacerle daño y siempre está por encima de todas las cosas. ¡Quiero ser el sol!
Pero cuando logró su propósito tuvo la mala suerte de que una nube se interpuso en su camino entorpeciendo su visión, entonces pensó que la nube era realmente poderosa y quiso ser nube.
Se convirtió en nube, pero se desilusionó al ver cómo el viento le arrastraba con su fuerza y decidió que quería ser viento.
Cuando fue viento, observó que aunque soplaba con gran fuerza a una roca, ésta no se movía y pensó:
—¡Ella sí que es realmente fuerte! ¡Quiero ser una roca!
Al convertirse en roca se sintió invencible porque creía que no existía nada más fuerte que él en todo el universo.
Pero cuál fue su sorpresa cuando apareció un labrante de piedra que tallaba la roca y le daba forma a voluntad…
Esto le hizo reflexionar y le llevó a la conclusión de que su condición inicial no era tan mala y aceptando lo que nunca debió despreciar, pidió volver a ser el picador de piedra que siempre fue.

martes, 19 de mayo de 2015

Las distracciones

En un monasterio budista dos discípulos destacaban particularmente por su brillante inteligencia, si bien eran muy diferentes el uno del otro.
El primero solía pedir al abad que le dejara salir del monasterio para ver el mundo y en él poder poner en práctica su zen. El otro se contentaba con la vida monástica y, aunque le hubiera gustado ver el mundo, esto no le creaba ningún afán en absoluto.
El abad, que nunca había accedido a los pedidos del primer monje, pensó un día que tal vez los tiempos eran maduros para que los jóvenes monjes fueran puestos a prueba. Les convocó, anunciándoles que había llegado el momento de que se fueran por el mundo durante todo un año. El primer monje exultaba. Dejaron el templo el día siguiente al amanecer.
El año transcurrió rápido y los dos monjes regresaban al monasterio con muchas experiencias para contar. El abad quiso verles para conocer lo que ese año había supuesto para ellos y qué habían descubierto durante su estancia en el mundo laico.
El primer monje, el que quería conocer el mundo material, dijo que la sociedad está llena de distracciones y tentaciones, y que es imposible meditar ahí fuera. Para practicar el zen no existe mejor lugar que el monasterio.
El otro, por el contrario, dijo que salvo algunos aspectos superficiales no encontró gran diferencia a la hora de meditar y practicar el zen en el mundo exterior. Por tanto, a su parecer, quedarse en el templo o vivir en sociedad le resultaba igual.
Tras haber escuchado ambos relatos, el abad les dio a conocer su decisión: al segundo monje le concedió la autorización para que se fuera.
Al primero le dijo:
—Será mejor que tú te quedes aquí, todavía no estás preparado.
Las distracciones están en ti, no fuera de ti. En el mundo no existe distracción que te impide encontrarte con tu espíritu.

lunes, 18 de mayo de 2015

El fantasma

Esta es la historia de un joven que no podía dormir casi nunca puesto que un fantasma espectral le aparecía en sueños y le angustiaba revelándole todos los secretos más íntimos que él albergaba, demostrándole así que lo sabía todo acerca de él.
El joven estaba desesperado, hasta el punto que llegó a detestar el momento de acostarse pese al cansancio acumulado. Había visitado doctores y psicólogos, había confesado su problema a amigos, lo había intentado todo, pero sin resultados: el espectro seguía presentándose cada noche y le recordaba todos los rincones más íntimos y dolorosos.
Ya al borde de un colapso nervioso, decidió pedir auxilio de un célebre maestro zen que practicaba en la misma provincia. Fue a ver al maestro que le recibió amistosamente. Tras haberle explicado el dilema, el joven añadió:
—Ese fantasma lo sabe todo, absolutamente todo acerca de mí, incluso conoce mis pensamientos. No puedo sustraerme a su dominio.
El maestro pensó que la solución no estaba fuera del alcance del chico y le sugirió que hiciera un trato con el fantasma:
—Esta noche, antes de acostarte —le dijo—, coge un puñado de lentejas al azar y no las sueltes. Luego acuéstate y espera. Cuando el espectro se presente proponle un trato. Dile que si adivina cuántas lentejas tienes en la mano será para siempre tu dueño y que si no lo adivina deberá desaparecer para siempre. Vamos a ver qué pasa.
El chico procedió del modo que le aconsejo el maestro, y poco después de acostarse el fantasma apareció y le dijo:
—Sé que intentas librarte de mí. También sé que has ido a ver al bobo del monje zen para que te ayude a echarme, pero tus esfuerzos no te servirán para nada.
—Bueno —respondió el joven—, sabía que me descubrirías, y con toda seguridad sabrás decirme cuantas lentejas tengo en el puño de la mano.
En ese momento el fantasma desapareció para no volver nunca jamás porque lo que no sabía el chico no lo podía saber su fantasma.

sábado, 16 de mayo de 2015

Sobre la religión

Un joven leyendo un libro en un parque.

La religión son creencias y sentimientos que las personas tienen sobre la existencia de un Ser Superior, llamado Dios. Hoy en día el catolicismo romano es la religión dominante y aceptada en España. Sin embargo, durante la Reconquista, en el siglo VII, había mucho caos de religión. Actualmente sobre un 3% de la población se define como creyente de una religión diferente a la católica, pero la mayor parte de la población se declara católica, aunque el porcentaje de practicantes es muy inferior, porque asiduamente no asisten a Misa ni a oficios religiosos. Hoy la vida se concentra en el bienestar económico, no así en lo religioso. El resultado es que la gente se ha convertido en más materialistas y menos espiritualistas.

Históricamente, la religión es tan antigua como el hombre manifestándose de diversas formas, de manera que podemos definir al hombre como un animal racional, político y religioso. No conocemos pueblo que no haya tenido su religión. Los ciudadanos religiosos fueron ayer, son hoy y serán mañana, miles de millones extendidos por todas las naciones de este mundo.

viernes, 15 de mayo de 2015

Nada hay imposible

Una mujer sale al exterior de un túnel.

Hasta en lo imposible siempre hay lugar para la esperanza…

Llevamos tiempo, un día sí y el otro también, sobresaltados y consternados por los atentados terroristas de los llamados hiyadistas islámicos. El mundo entero está en alerta permanente porque nunca se sabe donde toca masacrar en nombre de una religión que va sembrando el terror para, a través del miedo, someter a todo el mundo a sus dictados. El fin es anular a la persona para arrebatarle su libertad y convertirla en esclavos de sus pensamientos.

Pero casualmente un día lees un titular: «Terrorista islámico fundador de Hezbolá, se convierte al cristianismo». La noticia es impactante, porque es la historia de una persona adoctrinada para matar, y que en un momento de su vida da un giro y cambia de registro y encamina sus pasos hacia un nuevo horizonte, y da la espalda al fanatismo de unos ideales destructivos. Nunca puedes creer que una persona, por sí sola, pueda salir del círculo del mal. Un mal inyectado letalmente.

miércoles, 13 de mayo de 2015

La lección del dios del tiempo

En un apartado valle atravesado por muchos caminos, vive el dios del tiempo sobre una gran roca. Desde su atalaya lo contempla todo y, de tanto observar, su sabiduría es infinita.
Este dios es muy generoso y, a cada persona que nace, le presta más tiempo del que necesita para recorrer su camino. Lo que ocurre es que, a lo largo de la vida, malgastamos mucho en trayectos equivocados. Continuamente hay que elegir entre bifurcaciones y muchos desvíos no conducen a ninguna parte. A veces, los senderos secundarios vuelven a conectar con la vía principal y, desgraciadamente, también hay ocasiones en que las personas se pierden. Aunque la mayoría va por el camino más trillado, hay quien escoge el suyo propio.
Hace mucho que el dios del tiempo aprendió que cualquier trayecto puede ser bueno o malo. Depende de los sueños de cada uno. También sabe que la mejor brújula es la del propio corazón y que si el caminante no sigue sus impulsos, un buen camino puede volverse árido y polvoriento. Por el contrario, el que sigue su corazón termina llegando a su destino por muchos obstáculos que encuentre.
El dios del tiempo intenta transmitir esta sabiduría a los hombres pero no lo consigue porque éstos suelen fiarse más de lo que dicen los demás que de su propio corazón.

La paz está en ti

A un discípulo que siempre estaba quejándose de los demás, le dijo el Maestro:
—Si es paz lo que buscas, trata de cambiarte a ti mismo, no a los demás. Es más fácil calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra.

martes, 12 de mayo de 2015

La felicidad es el camino

Nos convencemos de que la vida será mejor después de cumplir los 18 años, después de casarnos, después de conseguir un mejor empleo, después de tener un hijo, después de que estudien, después de que se casen…, después…, después…
Entonces nos sentimos frustrados porque nuestros hijos no son lo suficientemente maduros y pensamos que nos sentiremos felices cuando lo sean. 
Después nos lamentamos porque son adolescentes difíciles de tratar y nos sentiremos más felices cuando salgan de esa etapa y encaminen su pasos. 
Nos decimos que nuestra vida será completa cuando a nuestra pareja le vaya mejor. 
Cuando tengamos un mejor coche o una mejor casa. 
Cuando podamos ir de vacaciones. 
Cuando estemos retirados… 
Pero la verdad, no hay mejor momento que este para ser felices. 
Si no es ahora, ¿cuándo?
Con esta frase, Alfred de Souza nos ayuda a reflexionar: «Por largo tiempo parecía para mí que la vida estaba a punto de comenzar, la vida de verdad. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar; entonces la vida comenzaría. Hasta que me di cuenta de que estos obstáculos eran mi vida».
Esta perspectiva nos ha ayudado a ver que no hay camino a la felicidad: la felicidad es el camino. Debemos atesorar cada momento, mucho más cuando lo compartimos con alguien especial y recuerda, que el tiempo no espera a nadie.
No esperes a que sucedan cosas para después ser feliz. 
Sé feliz ahora. 
La felicidad es la actitud de sentirme bien a pesar de los avatares de la vida. 
La felicidad está en mí y nadie me puede hacer feliz si yo no tengo la alegría de vivir e ilusión por conseguir objetivos. 
Ponte las metas que quieres pero con el firme propósito de intentar llegar.
Convéncete: no hay mejor momento que este para ser feliz. 
La felicidad es un trayecto, no un destino.

«Trabaja como si no necesitaras dinero, ama como si nunca te hubieran herido y baila como si nadie te estuviera viendo».

lunes, 11 de mayo de 2015

Tanto para aprender

Aprendí que la mayoría de las cosas por las que me preocupo nunca suceden.
Aprendí que cada logro alguna vez fue considerado imposible.
Aprendí que nada de valor se obtiene sin esfuerzo.
Aprendí que la expectativa es con frecuencia mejor que el suceso en sí.
Aprendí que aun cuando me dañan, no necesito dañar.
Aprendí que nunca hay que dormirse sin resolver una discusión pendiente.
Aprendí que no debemos mirar atrás, excepto para aprender.
Aprendí que cuando alguien aclara que se trata de principios y no de dinero, por lo general se trata de dinero.
Aprendí que hay que luchar por las cosas en las que creemos.
Aprendí que las personas son tan felices como deciden serlo.
Aprendí que la mejor y más rápida manera de apreciar a otras personas es tratar de llegar a su corazón.
Aprendí que los días pueden ser largos, pero la vida es corta.
Aprendí que si tu vida está libre de fracasos, es porque no has arriesgado lo suficiente.
Aprendí que es bueno estar satisfecho con lo que tenemos, pero nunca con lo que somos.
Aprendí que podemos ganar un centavo en forma deshonesta, pero que más tarde este nos costará una fortuna.
Aprendí que debo ganar el dinero antes de gastarlo.
Aprendí que debemos apreciar a nuestros hijos por lo que son y no por lo que deseamos que sean.
Aprendí que el odio es como el ácido: destruye el recipiente que lo contiene.
Aprendí que planear una venganza sólo permite que las personas que nos hirieron lo hagan por más tiempo.
Aprendí que las personas tienen tanta prisa por lograr una «buena vida» que con frecuencia la vida pasa a su lado y no la ven.
Aprendí a mirar hacia el futuro; porque todavía hay muchos buenos libros para leer, puestas de sol que ver, amigos que visitar, gente a quien amar y sueños que realizar…
Aprendí que todavía tengo mucho que aprender.

viernes, 8 de mayo de 2015

La casa imperfecta

Un maestro de construcción ya entrado en años estaba listo para retirarse a disfrutar su pensión de jubilación. Le contó a su jefe acerca de sus planes de dejar el trabajo para llevar una vida más placentera con su esposa y su familia. Iba a extrañar su salario mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las arreglarían de alguna manera.
El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo: construir una casa más.
El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se veía a las claras que no estaba poniendo el corazón en lo que hacía. Utilizaba materiales de inferior calidad y su trabajo, lo mismo que el de sus ayudantes, era deficiente. Era una infortunada manera de poner punto final a su carrera.
Cuando el albañil terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa y le extendió las llaves de la puerta principal:
—Esta es tu casa, querido amigo —dijo—. Es un regalo para ti.
Si el albañil hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, seguramente la hubiera hecho totalmente diferente, poniendo cuidado y esmero en todos los detalles. ¡Ahora tendría que vivir en la casa imperfecta que había construido!

Realmente, construimos nuestras vidas de manera distraída, no reaccionamos cuando deberíamos actuar y en esa actuación no ponemos lo mejor de nosotros. Muchas veces en el trabajo no ponemos mayor esfuerzo. Entonces de repente vemos la situación que hemos creado y descubrimos que estamos viviendo en la casa que hemos construido. Si lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente.
La conclusión es que debemos pensar como si estuviésemos construyendo nuestra casa. Cada día clavamos un clavo, levantamos una pared o edificamos un techo. Construir con sabiduría es la única regla que podemos reforzar en nuestra existencia. Inclusive si la vivimos sólo por un día, ese día merece ser vivido con gracia y dignidad.
La vida es como un proyecto de «hágalo usted mismo». Su vida, ahora, es el resultado de sus actitudes y elecciones del pasado. ¡Su vida de mañana será el resultado de sus actitudes y elecciones de hoy!

jueves, 7 de mayo de 2015

La mejor compañía

Un hombre fue a visitar a Chuan Tzu y le expuso así su situación:
—Oh, admirable filósofo, soy un hombre desdichado. Enséñame el camino para lograr la felicidad.
—Antes de enseñarte cuál es el camino necesito saber por qué eres infeliz —manifestó Chuan Tzu.
Muy apesadumbrado, el hombre le mostró sus manos vacías y le dijo:
—Soy infeliz porque no tengo nada.
—¿Qué tienes ahí, entonces? —preguntó el filósofo.
—Nada. ¿No ves que están vacías? —dijo el hombre.
—Tienes dos manos. No es cierto que no tengas nada —respondió Chuan Tzu.
El hombre continuó quejándose y achacó su infelicidad a que tampoco tenía casa.
—¿Dónde vives, entonces? —preguntó el maestro.
—No vivo en ningún sitio. ¿No acabo de explicarte que no tengo casa? —fue su respuesta.
—Vives en tu cuerpo —afirmó Chuan Tzu—. Esa es tu verdadera casa.
—También soy infeliz porque estoy solo —continuó el hombre.
—¿Con quién vives? —dijo el filósofo.
—No vivo con nadie. No tengo mujer ni familia. ¿No acabo de decirte que estoy solo? —se quejó el hombre.
—Vives contigo mismo —expresó Chuan Tzu—. ¿Qué otra mejor compañía podrías tener?
Y concluyó:
—Tu cuerpo es tu casa, vives contigo mismo… No tengo que enseñarte ningún camino. ¿Para qué, si tienes todo lo que necesitas para ser completamente feliz?

miércoles, 6 de mayo de 2015

Las metas

Nadie alcanza la meta con un solo intento, ni perfecciona la vida con una sola rectificación, ni alcanza altura con un solo vuelo.
Nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces.
Nadie recoge cosecha sin probar muchos sabores, enterrar muchas semillas y abonar mucha tierra.
Nadie mira la vida sin acobardarse en muchas ocasiones, ni se mete en el barco sin temerle a la tempestad, ni llega a puerto sin remar muchas veces.
Nadie siente el amor sin probar sus lágrimas, ni recoge rosas sin sentir sus espinas.
Nadie hace obras sin martillar sobre su edificio, ni cultiva amistad sin renunciar a sí mismo.
Nadie llega a la otra orilla sin haber hecho puentes para pasar.
Nadie deja el alma lustrosa sin el pulimento diario de la vida.
Nadie puede juzgar sin conocer primero su propia debilidad.
Nadie consigue su ideal sin haber pensado muchas veces que perseguía un imposible.
Nadie conoce la oportunidad hasta que esta pasa por su lado y la deja ir.
Nadie encuentra el pozo del placer hasta caminar por la sed del desierto.
Nadie deja de arder con fuego dentro sin antes saber lo que es el calor de la amistad.
Nadie deja de llegar cuando de verdad se lo propone.
Pero nadie deja de llegar, cuando se tiene la claridad de un don, el crecimiento de la voluntad, la abundancia de la vida, el poder para realizarse y el impulso de sí mismo.
¡Si te lo propones, lo vas a lograr! Confía en ti y alcanzarás tus metas.

martes, 5 de mayo de 2015

Fijar metas altas

Un maestro quería enseñarles una lección especial a sus alumnos, y para ello les dio la oportunidad de escoger entre tres exámenes:
Uno de cincuenta preguntas, otro de cuarenta y el otro de treinta.
A los que escogieron el de treinta les puso una «C», sin importar que hubieran contestado correctamente todas las preguntas.
A los que escogieron el de cuarenta les puso una «B», aun cuando más de la mitad de las respuestas estuviera mal.
Y a los que escogieron el de cincuenta les puso una «A», aunque se hubieran equivocado en casi todas.
Como los estudiantes no entendían nada, el maestro les explicó:
—Queridos alumnos, permítanme decirles que yo no estaba examinando sus conocimientos, sino su voluntad de apuntar a lo alto.

Cuando apuntamos a lo alto estamos más cerca de nuestros sueños que si nos conformamos con pequeños objetivos.

lunes, 4 de mayo de 2015

El té

Un importante catedrático universitario estaba pasando por un periodo de desasosiego y le inquietaba sus extraños cambios de ánimo. Se sentía ansioso e infeliz, y si bien creía ciegamente en la superioridad que su saber le proporcionaba, no estaba en paz consigo mismo ni con los demás. Su desdicha era tan profunda cuan su vanidad. En un momento de humildad había sido capaz de escuchar a alguien que le sugería aprender a meditar como remedio a su angustia. Ya había oído decir que el zen era una buena medicina para el espíritu.
En su región vivía un excelente maestro y el profesor decidió visitarle para pedirle que le aceptara como estudiante. Una vez llegado a la morada del maestro, el profesor se sentó en la humilde sala de espera y miró alrededor con una clara —aunque para él imperceptible— actitud de superioridad. La habitación estaba casi vacía y los pocos ornamentos sólo enviaban mensajes de armonía y paz. El lujo y toda ostentación estaban manifiestamente ausentes. Cuando el maestro pudo recibirle y tras las presentaciones debidas, el primero le dijo:
—Permítame invitarle a una taza de té antes de empezar a conversar.
El catedrático asintió disconforme. En unos minutos el té estaba listo. Sosegadamente, el maestro sacó las tazas y las colocó en la mesa con movimientos rápidos y ligeros al cabo de los que empezó a verter la bebida en la taza del huésped. La taza se llenó rápidamente, pero el maestro sin perder su amable y cortés actitud, siguió vertiendo el té. El líquido rebosó derramándose por la mesa y el profesor, que por entonces ya había sobrepasado el límite de su paciencia, estalló airadamente tronando así:
—¡Necio! ¿Acaso no ves que la taza está llena y que no cabe nada más en ella?
Sin perder su ademán, el maestro así contestó:
—Por supuesto que lo veo, y de la misma manera veo que no puedo enseñarte el zen. Tu mente ya está llena también.

domingo, 3 de mayo de 2015

Retrato de una madre

Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados.
Una mujer que siendo joven tiene la reflexión de una anciana y en la vejez trabaja con el vigor de la juventud.
Una mujer que por instinto descubre todos los secretos de la vida con más acierto que un sabio y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños. Una mujer que siendo pobre se satisface con la felicidad de los que ama y siendo rica daría con gusto su tesoro por no sufrir en su corazón la herida del desprecio.
Una mujer que siendo vigorosa se estremece con el gemido de un niño y siendo débil se reviste con la bravura del león.
Una mujer que mientras vive no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero cuando se nos va para siempre daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por verla de nuevo, aunque fuera un solo instante para darle los abrazos que no le dimos y escuchar su voz y ver la sonrisa en sus labios.
De esa mujer no me exijan el nombre, porque mis lágrimas siguen empapando el camino que ahora ando sola, pero mi mano aún tiene el calor de la suya y mi camino está lleno de sus huellas… La sueño y la siento a mi lado y eso me da las fuerzas para avanzar hacia su encuentro.
Madre, te echo tanto de menos, pero no quiero que mi pena te aflija. Yo me siento orgullosa de haber nacido de tus entrañas y no podría tener otra madre que no fueras tú. 
¡Te quiero mucho, mamá!

viernes, 1 de mayo de 2015

Lágrimas de mujer

¿Por qué lloras mamá? —le preguntó un niñito a su madre.
Porque soy mujer —le contestó ella.
Pero, yo no entiendo… —dijo el niño.
Su madre se inclinó hacia él y abrazándolo le dijo:
Y nunca lo entenderás
Más tarde, el niño le preguntó a su padre:
¿Por qué mamá llora a veces en soledad…?
Porque todo lo vive con sensibilidad maternal.
Fue la respuesta que se le ocurrió al padre. El pequeño niño creció y se convirtió en todo un hombre, preguntándose todavía del por qué lloran las mujeres.
Un día el niño convertido en hombre se arrodilló y le preguntó a Dios:
¿Señor, por qué lloran tan íntimamente las mujeres?
Y Dios le dijo:
Cuando hice a la mujer tenía que hacer algo muy especial. Hice sus hombros lo suficientemente fuertes como para cargar el peso del mundo entero, pero a la misma vez lo suficientemente tiernos para confortar a quién los necesite. Le concedí el poder de dar la vida y una inmensa fuerza interior para que pudiera soportar el dolor de dar a luz, y muchas veces reciben el desprecio y hasta el rechazo de sus propios hijos. Le di una fortaleza para que pudiera seguir adelante y cuidar a su familia a pesar de las enfermedades y la fatiga, y sin quejarse cuando otros se rinden. Le di la sensibilidad para amar a sus hijos bajo cualquier circunstancia con amor incondicional, aun cuando éstos la hayan lastimado mucho. Esa misma sensibilidad instintiva proporciona que la tristeza, llanto o dolor de sus hijos desaparezca, porque se solidariza con las ansiedades y miedos de la adolescencia e incluso de la edad madura. Le di fuerza suficiente para que pueda perdonar las faltas de su esposo y de sus hijos. Le di sabiduría para saber que quien te quiere nunca te lastimaría, pero comprende que a veces nos dejamos llevar de impulsos y podemos hacer daño sin querer, y a veces le pongo pruebas para medir su fuerza y determinación para mantenerse esperanzada a pesar de todo. Pero hijo…, para poder soportarlo todo, le di lágrimas de las reales que brotan de ella exclusivamente, cuando su ser necesita expresarse más allá de las palabras; esa es su única debilidad. Con sus lágrimas clama el perdón por los errores y la dureza del corazón de la humanidad nacida de ella; al derramarlas vierte un poquito de amor en cada lágrima que se desvanece en el aire, salvando a su descendencia.
—Gracias, Dios mío, por haber creado a la mujer. Ahora comprendo los anhelos y el sentir de una madre o esposa —respondió el hombre con un suspiro muy profundo…
En realidad, la belleza de una mujer no está en su ropa, ni en su cara. La belleza de la mujer reside en sus ojos, que son la puerta de entrada a su corazón; la puerta donde reside el amor. Es por eso que a menudo y a través de esas lágrimas, podemos ver su corazón. La belleza de la mujer la emana su generoso corazón.