Hasta en lo imposible siempre hay lugar para la esperanza…
Llevamos tiempo, un día sí y el otro también, sobresaltados y consternados por los atentados terroristas de los llamados hiyadistas islámicos. El mundo entero está en alerta permanente porque nunca se sabe donde toca masacrar en nombre de una religión que va sembrando el terror para, a través del miedo, someter a todo el mundo a sus dictados. El fin es anular a la persona para arrebatarle su libertad y convertirla en esclavos de sus pensamientos.
Pero casualmente un día lees un titular: «Terrorista islámico fundador de Hezbolá, se convierte al cristianismo». La noticia es impactante, porque es la historia de una persona adoctrinada para matar, y que en un momento de su vida da un giro y cambia de registro y encamina sus pasos hacia un nuevo horizonte, y da la espalda al fanatismo de unos ideales destructivos. Nunca puedes creer que una persona, por sí sola, pueda salir del círculo del mal. Un mal inyectado letalmente.
La increíble historia es la siguiente: Daniel Shayesteh, anteriormente fue un terrorista islámico y revolucionario iraní; ahora es un evangelista cristiano. Desde que era muy pequeño, Daniel Shayesteh fue instruido sobre el Islam y a los nueve años de edad era capaz de recitar pasajes del Corán y realizar rituales islámicos, debido a la determinación de su padre que lo había elegido entre sus 12 hermanos para que recibiera enseñanzas de su religión.
Nada hay imposible. Este revolucionario iraní que fue un terrorista extremista islámico, se convierte al cristianismo aceptando a Jesús en su vida. Ahora comparte el mensaje del Evangelio por todo el mundo, especialmente a sus compatriotas.
Él explicaba las razones que tenía entonces, para odiar a los demás: «Muchas veces lloré, ‘Allah, me quiere para matar cristianos, me quiere para matar judíos’. Planeamos un montón de cosas, cosas malas para el mundo cristiano, cosas crueles para el mundo judío… Es por la gracia de Dios que estoy aquí». Así comienza el testimonio de Daniel Shayesteh, y continúa: «Yo era un muchacho famoso», recuerda Shayesteh. «A la edad de 9 años, tuve la oportunidad de hacer los rituales islámicos y recitar el Corán».
El padre de Shayesteh tenía dos mujeres, las cuales le habían dado 12 hijos. Shayesteh fue escogido entre ellos para dedicarse a los estudios islámicos desde sus primeros años. La fama de Shayesteh lo llevó a una posición de poder entre los extremistas islámicos. Con otros dos fundó Hezbolá, el ejército revolucionario en Irán. El ejército derrocó a Mohammed Reza Shah, el rey de Irán, en la Revolución Islámica de 1979, y Shayesteh se convirtió en un líder político que ayudó a establecer el imperio de la ley Sharia.
No pasó mucho tiempo, sin embargo, para que Shayesteh y otros revolucionarios que no estaban satisfechos con el ayatolá Khomeini, el hombre al que habían puesto para ser el poder del país y ‘líder supremo’.
Después que el colega de Shayesteh, Abolhassan Beni Sadr, fuera elegido presidente en 1980, las tensiones aumentaron y en 1989 Khomeini utilizó su influencia con Hezbolá para dar un golpe militar al gobierno con la intención de matar al presidente.
El presidente Sadr y otros en su campo político consiguieron escapar con vida del país, pero Shayesteh no estaba entre ellos porque fue capturado y puesto en prisión. Él lo describe como: «un lugar doloroso, un lugar donde ruegas por morir».
Mientras estaba en una celda en el corredor de la muerte esperando a ser ejecutado, Dios intervino providencialmente. «Por la gracia de Jesús, escapé», dice. «Aunque yo no le conocía, tenía un plan para mí».
Fue un escape increíble y difícil para Shayesteh que llegó a Turquía, donde continuó para buscar un canal de influencia. Se matriculó en una universidad y obtuvo un doctorado en gestión internacional con una tesis sobre cómo las religiones, culturas y filosofías influyen en la actitud humana. A pesar de que él formuló esa tesis, las conclusiones a las que se vio obligada su mente lo sobresaltaron y lo inquietaron.
«Me quedé sorprendido y conmocionado, en ese estudio donde comparé todas las religiones y filosofías, pues vi que los valores del cristianismo son superiores en todos los aspectos», explica.
Sin embargo, él se opuso a aceptar la evidencia pues había recibido un entrenamiento en el Islam demasiado radical. Le habían enseñado que el cristianismo es la peor religión del mundo: «Me habían dicho hace 32 años que el cristianismo era la peor religión en el mundo», dice. «Desde niño siempre me habían enseñado que el Islam era lo mejor, sin ninguna lógica más profunda al respecto. Islam debe dominar el mundo, y hay que garantizar que la gente siga el islam. Si no lo hacen debemos amenazarlos y atacarlos a ellos a través del terrorismo. Esa fue mi forma de pensar. Eso es lo que todos los musulmanes radicales en el mundo piensan, y es por eso que están practicando el terrorismo».
No fue sólo esta vez que Dios intervino en su vida. También cuando Shayesteh invirtió dinero con un socio de negocios, y el hombre escapó del país con su dinero. «El hombre era musulmán, pero había cristianos que habían sido amigos de él», dice. «Así que fui a la iglesia, sólo porque tenía la esperanza de encontrar una manera de recuperar mi dinero».
Los miembros de la Iglesia le dieron la bienvenida y se ofrecieron para tratar de ayudarlo a localizar al ladrón, por lo que Shayesteh siguió asistiendo a la iglesia con la intención de mantener una estrecha vigilancia sobre la búsqueda de su dinero desaparecido. En lugar de su dinero, él encontró algo que no estaba buscando: ‘el Dios cristiano’.
«Me sorprendió una vez más lo que estaba escuchando de los cristianos», dice. «Por un lado, su definición de Dios era tan diferente. Él es personal y ha creado a los seres humanos para una relación con Él. El dios islámico es distante, y una relación con él no puede existir en absoluto».
«Además, el Dios de los cristianos es la fuente de todo bien», añade. «No hay una esencia de mal en Él. En todas las demás religiones, los dioses no son buenos porque, de alguna manera, se han refugiado en el mal y Satanás. En el Islam, el dios es el creador del bien y del mal, y tal dios corrompe el mundo».
Como su encuentro con el Dios cristiano continuó, Shayesteh ya no podía evitar la verdad, ese encuentro lo convenció y convertido no quiso volver a su infierno. Él aceptó a Cristo y descubrió que podía tener la libertad, dejando atrás un pasado de esclavitud, un dios que le inculcó el mal en el mundo y una religión que le dejó cortado de su Creador.
Él insiste en que todos los que estén perdidos como él estaba, ya sean musulmanes o no, sólo encontrarán la ansiada libertad en el Dios cristiano. «El verdadero Dios tiene una naturaleza en estado puro, y la naturaleza pura siempre crea pureza», explica. «Así que podemos estar unidos con Dios. En esa relación, el pecado, la anarquía, el mal se anulan, y somos libres».
Ahora, Shayesteh habla a los estudiantes universitarios, grupos cristianos y políticos acerca de la amenaza del Islam y el valor de la democracia y la libertad.
«Los extremistas musulmanes, los musulmanes comprometidos, quieren cambiar la cultura de las sociedades occidentales», advierte. «La libertad y la democracia provienen de los valores cristianos y el Islam no puede promover o acariciar la democracia y la libertad».
Aunque Shayesteh no puede viajar a la mayoría de los países musulmanes porque está amenazado de muerte por los extremistas islámicos, él transmite sus enseñanzas para que sean accesibles a los musulmanes en el Medio Oriente en sus lenguas nativas; a través de su ministerio, Exodus from Darkness (Exodo de Oscuridad), miles de musulmanes se han ganado para Cristo.
Especialmente con el estado de los acontecimientos actuales en el Medio Oriente muchos musulmanes están desilusionados con el Islam y preparados para el evangelio. «Mucha gente en los países islámicos, especialmente los jóvenes musulmanes, se han agotado y están abrumados», dice. «Están cansados. Ellos quieren refugiarse en la creencia pacífica. Pero si usted no tiene paz con Dios, usted no será capaz de tener paz con los demás, no importa cuánto lo desee. Por lo tanto, con el cristianismo hay una puerta abierta para que nosotros toquemos los corazones de millones de musulmanes en todo el mundo».
Nada hay imposible. Los milagros existen y en la conversión de este hombre se manifiesta. Decía San Ambrosio: «Señor, toma mi corazón de piedra, y dame un corazón de hombre: un corazón que te ame, un corazón que se alegre en Ti, que te imite y te complazca».
Verdaderamente si viviéramos conscientemente diríamos como San Agustín: «Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva… ¡Tarde te amé! Tú estabas dentro de mí y yo fuera…, y por fuera te buscaba…»
Tengamos en cuenta que en la vida «Todo acto de amor es un escalón hacia el amor de Dios». Platón.
Fotografía: Harry Chen, cc.
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