domingo, 2 de junio de 2013

Sí, pero no

El humo de un cigarro encendido.

No, pero sí. En esta expresión es evidente que no queda claro el mensaje o la idea. Pero lo grave está en que, por la ambigüedad, se pueden cuestionar las Leyes. Las Leyes, se supone, están para dejar claro los límites de lo que está bien y lo que está mal, lo que se puede o no se puede, y de ahí las penas y condenas en razón del daño o delito.

Por ejemplo, con respecto al cigarro: si fumar es malo, la prohibición debe ser tajantes. No se puede decir: «Fumar mata, pero vamos a poner unas normas para regular la prohibición». Si fumar mata tiene que estar prohibido, y punto.

¿Cómo es posible que estando comprobados los daños irreversibles del tabaco no se haga una prohibición firme? Fumar perjudica seriamente la salud, y los tratamientos ocasionan un coste muy elevado a la Sanidad Pública. Entonces, qué interés tienen los Gobiernos para mantener ese «no, pero sí».

Los fumadores tienen una alta probabilidad de padecer cáncer y esos tratamientos son muy caros. El Estado habrá echado cuentas y será que compensa los altos impuestos que cobra por esa droga. Es una gran contradicción que el Gobierno se gaste dinerales en campañas para informar de lo perjudicial que es fumar y sin embargo esté con las tabacaleras apoyando sus intereses. Ahora que lo que no llego a entender es que alguien, conscientemente, se ponga a inhalar de un pabilo con el riesgo de enfermar.

Allá cada cual. Si no se quieren y no se cuidan, peor para ellos… Ahora que el daño que se ocasiona a los niños, ese no tiene perdón de Dios. Estos días leí un informe de La asociación Española contra el Cáncer, donde denuncia que más de setecientos mil niños en España están expuestos diariamente en sus casas al humo del tabaco. Increíble, esos niños están en situación de ‘desamparo’ al escapar de la actual ley antitabaco. Pero, ¿cómo es posible que esos padres sean tan inconscientes para no darse cuenta del grave daño que les ocasionan a sus hijos?

No deja de indignarme cuando veo por la calle a esas madres ‘amorosas’ empujando el cochecito del bebé con el cigarro entre los dedos, para que el humo y la ceniza le caigan en la carita.
Los médicos advierten sobre los riesgos que tienen los hijos de las madres que fuman. En los bebés, la exposición al humo es particularmente peligrosa porque el cerebro está aún en desarrollo. Por lo general son niños con bajo peso y problemas respiratorios y esos problemas de salud son ‘gracias’ a los que se suponen que tendrían que querer a sus hijos y desvivirse por ellos. Si una madre o un padre, frente a tan dura advertencia, no atiende a consejo esos son un peligro para sus hijos.

Hijos que crecen y con doce o trece años ya están fumando para seguir sumándose a los que van contaminando el aire a los sufridos ‘fumadores pasivos’, sufriendo, como consecuencia, penosas enfermedades. Porque el que bebe alcohol se emborracha y se perjudica él solito, pero el cigarro contamina el ambiente y son muchos los perjudicados…

Otras de las Leyes que me sorprende en su ambigüedad, es la que tiene que ver con la edad mínima del ‘consentimiento sexual’ que está establecida en 13 años. Con esa edad son niños que hay que proteger porque su organismo aún está en desarrollo, y tampoco tienen la madurez como para sopesar lo que supone y conlleva mantener relaciones tan íntimas.

Al parecer se ha presentado un Plan de Infancia y Adolescencia donde se plantea elevar la edad mínima del consentimiento a los 16 años. La ley tiene que proteger a los débiles e indefensos, nuestras niñas y también los niños. Hay que evitar abusos de adultos a menores y luchar más eficazmente contra la pederastia.

Es desgarrador que en el mundo se tolere que se abusen de niñas inocentes. Seguramente habrán oído la historia sobre una niña afgana de 8 años. La niña fue comprada, a buen precio, por un clérigo del islam. Aquel cuerpo infantil, endeble, soportó el martirio. Ese ‘animal’ intentaba penetrar a la niña y como no podía le llenó la boca de trapos para que no se escucharan sus gritos de dolor; cogió un cuchillo y cortó la vagina de la niña para poder penetrarla. Con la cama llena de sangre, el mulá consiguió el objetivo. La niña murió desangrada y fue enterrada. Sus padres no preguntaron nada.

Esos horrendos crímenes, por desgracia, suceden todos los días. La locura no tiene límites y la tragedia acecha a los inocentes…
«Niños: en cada flor hay muchas vidas y las manos que matan no son manos». Almafuerte.

Las Leyes tienen que proteger a los niños de todo abuso porque «El futuro de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde», decía Gabriela Mistral. Y Don Bosco dijo: «No basta amar a los niños, es preciso que ellos se den cuenta que son amados». Yo digo lo que Graham Greene: «El mejor olor, el del pan; el mejor sabor, el de la sal; el mejor amor, el de los niños».

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