Lo de las primas es tan variado… desde las primas carnales, las materias primas y las primas de riesgos de las que tanto oímos hablar últimamente —esas que se mueven por la economía—. Un entramado mundo creado por y para los especuladores, esos que en medio de tanta crisis se enriquecen aún más: a río revuelto ganancia de pescadores. Pues sí, ahí están los especuladores para liarlo todo, mezclan la soberana con los bonos, los activos con los temores, la deuda con las arcas, y todo eso con un solo clic de ratón, de ahí la desconfianza y la prima de riesgo se dispara y con la prima disparada se recienten los mercados y la economía se tambalea creando alarma social…
Ironía aparte, es increíble que los políticos no paren este mundo ficticio especulativo que puede con la economía mundial; los países se declaran en bancarrota y la sociedad al vaivén de las olas… La prima de riesgo nos está haciendo pupa, hace poco que sabemos de ella y ya estamos deseando que desaparezca de nuestra vista.
Ahora que a la prima que todos quisiéramos tener a nuestro lado es a la incondicional y amorosa María, que nada más saber que su prima Isabel estaba embarazada, corrió a su lado para socorrerla y acompañarla hasta que naciera su hijo. María, que con humildad y alegría recibe la anunciación del ángel, con la misma humildad y alegría se pone a disposición de su prima Isabel. La virgen María nos ha dado una lección magnifica, un ejemplo a seguir. Ella recibe un mensaje de amor, y con amor y humildad acepta los designios del Señor que le anuncia que va a ser la madre de Jesús, y se pone a su servicio. Dios se fía y confía en María… «¡Hágase en mí según tu palabra!»
Si especial es María e Isabel, no menos lo son sus hijos. Juan se pone al servicio de su primo Jesús. Va hablando de él para darlo a conocer para cuando se presente ante la gente lo acojan con alegría. Dice Juan «no ser digno de desatarle las correas de sus sandalias». Juan al ver a Jesús exclama: «Ese es el Cordero de Dios ¡Seguidle!»
Amor y verdad. Los dos murieron por defender el amor de los amores y la verdad…
Hay primos y primos… En mi familia somos un ejército, les cuento. Mis abuelos maternos: nueve hijos, veinticinco nietos y treinta y cuatro biznietos. Mis abuelos paternos: doce hijos, cincuenta y dos nietos y setenta y cinco biznietos. Tengo unos setenta primos, casi nada… De nuestro paso por la vida, todos tenemos miles de historias familiares inolvidables y maravillosas.
Algunas son hermosas mientras dura, porque a veces pasa lo que pasa, los celos y las mentiras lo estropean todo. Sé de primas que crecen juntas y se quieren como hermanas, se confían sus secretos (cosas de niñas), juntas hacen travesuras, superan dificultades, despiertan al mundo de los sueños y descubren el coqueteo amoroso. Se juran que sus confidencias nunca serán delatadas, ni sus conquistas y enamoramientos, pero todo va bien mientras no pretendan los mismos amores, ahí son rivales.
Si los celos y mentiras se cruzan arrasará con todas las vivencias y hasta el cariño se esfuma. Si una tiene un pretendiente y la otra le llama para salir y luego dice que le llamó él, la lía. ¿Por qué no es sincera? pero lo niega y descarga su ira contra la prima. La madre se une a su cruzada y las tías también que, sin titubear, sacan todo el veneno que llevan dentro y poco a poco lo van vertiendo contra quien dice la verdad. Inexplicable en una relación de afecto y cariño, si dos sobrinas mayores tienen un mal entendido, siendo honestas y como adultas lo aclararán. Yo como tía quiero a mis sobrinas por igual; para mí sería difícil posicionarme a favor de una.
Cuando el cariño es falso, por cualquier cosa saltan chispas. Los seres auténticos son honestos, leales y sinceros y cada uno se muestra como es. Si una prima sale «a matar» es porque es ruin y tiene maldad, por eso siembra odio y traiciona a traición, y lo peor, la apoya su madre y sus tías. Esa niña que no es santa, manipula y airea los secretos de tal manera que los convierte en algo escandaloso, pero impoluta ella, queda libre…
Mi madre decía «de los zorros me libre Dios que de los listos me libro yo».
Una buena madre educa en la verdad, lealtad y honestidad y nunca induce a la calumnia y a la falsedad para dañar y perjudicar a nadie y menos a una prima-amiga, a la que decía querer tanto.
Mala madre y mala hija. Mal el mal que llevan dentro. Mal corazón y malos sentimientos… Aunque algo insano venía de atrás, ya que la madre e hija habían tramado una fea acción que utilizaban para desacreditar. ¡Pobres! Solo el hecho de maquinar tamaña inmoralidad no tiene perdón de Dios. No sé cómo se puede ser tan mala persona… Si alguna vez tomas conciencia de tu maldad, no lo dudes, repara el daño causado y libérate de los grilletes que te atan a lo perverso. Piensa que la vida terrenal es efímera, mejor prepárate para la eterna que esa sí trasciende en el tiempo. Ya dijo un sabio: «Entre más conozco al hombre, más quiero a mi perro».
¡Qué cosa! Cosa mala los celos y me ha sorprendido ver celos en perros. Dos perritos hermanos; el celoso inquietante y siempre pendiente del otro, estaba tan obsesionado que no le dejaba ni siquiera comer. El que estaba libre del mal tenía una mirada dulce, era tranquilo y sosegado: si venía a ti y le acariciabas, el fiera para intimidarlo, lo mordía con rabia para que se apartara. Todas las atenciones las quería sólo para él…
Tomemos conciencia que en la vida nuestros actos tienen consecuencias… La prima que hay que pagar por la mentira es decir la verdad. La prima que se paga por la hipocresía es hablar con sinceridad. La prima que se paga por hacer daño es reconocerlo y repararlo. La prima que hay que pagar cuando has sembrado el odio es confesarlo a quienes has contaminado, si es tu caso, pide perdón públicamente y reconciliarte con la persona que has «acribillado». Gánense la paz y no vivan atormentados…
El mal de males. Los celos y la mentira todo lo afea… ¡mala prima!
«La peor mentira es cuando te mientes a ti mismo. La vida es demasiado corta para despertar con remordimientos. No siembres el odio entre tus hermanos y primos, si no quieres que Dios te corresponda con la misma moneda».
Fotografía: Zara Gonzalez Hoang, cc.
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