sábado, 16 de enero de 2010

Sí, es indecente

Una cesta llena de chorizos en un mercado.


Los políticos, trabajar, lo que se dice trabajar… Sí, es indecente. Con este título circula por la red un informe sobre cómo se las gasta la clase política, y lo que cobran por su esfuerzo.
Cuando tienes en tus manos datos sobre la crisis, sobre el paro que no para, sobre la carencia en los servicios básicos, los recortes en ayuda y asistencia a los más necesitados, en fin, que les voy a decir que no sepan y padezcan… Pues para que se sepa y no tengan duda, si quieres vivir a cuerpo de rey, puedes hacerte político sin saber de política. Desde la poltrona eres todopoderoso y a tus pies, el contribuyente: el que tiene que callar, pagar y tragar.
Voy a transcribir el informe sobre la política de los políticos y así tenemos las cosas más claritas, porque los políticos nunca hablarían de lo bien que están, de sus sueldazos, de sus privilegios y prebendas y de la suerte que tienen… Vamos a acabar de una vez con tantos mitos, embustes y demagogia por parte de los políticos que se piensan que «el pueblo» es gili y se chupa el dedo…

El informe es muy amplio y voy a resumir los más interesantes. Esto datos son del pasado agosto, por tanto, puede que al día de hoy haya alguna modificación. Las fuentes provienen del diario económico digital expansión.com.

Indecente, es que el salario mínimo de un trabajador/a sea de 624 €/mes y el de un «Sr./Sra.» diputado/a 3.996 €/mes, pudiendo llegar con dietas y otras prebendas a los 6.500 €/mes. Indecente, es que un Sr./Sra. catedrático/a de universidad o un Sr./Sra. cirujano/a de la sanidad pública ganen menos que un concejal de festejos en un ayuntamiento de tercera. 
Indecente, es que los políticos/as se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca, siempre, claro está, por unanimidad, y por supuesto, al inicio de cada legislatura.
Indecente, es comparar la jubilación de un diputado/a con la de una viuda.

Indecente, es que un ciudadano tenga que cotizar 35 años para percibir una jubilación y a los Sres. Y Sras. diputados/as les baste con sólo 7 años y los miembros del gobierno, para cobrar la pensión máxima necesiten sólo jurar el cargo.
Indecente, es colocar en la administración a miles de asesores, amigotes con sueldos que ya desearían los técnicos más cualificados; o liberados con sueldo de partidos y sindicatos…
Indecente, es que a un político/a no se le exija superar una mínima prueba de capacidad para ejercer un cargo, y no digamos intelectual o cultural.
Indecente, es el coste que representa para los demás ciudadanos españoles sus comidas, sus coches oficiales, sus chóferes, sus viajes (siempre en clase primera) y sus tarjetas de crédito por doquier. 
Indecente, es que sus señorías tengan seis meses de vacaciones al año. 
Indecente, es que sus señorías, cuando cesan en sus cargos, tengan un colchón del 80% del sueldo durante 18 meses. 
Indecente, es que ex ministros, ex secretarios de estado y ex altos cargos de la política, cuando cesan, son los únicos ciudadanos de este país que pueden legalmente percibir dos salarios del erario público.

Alcaldes. Los más que cobran y los que menos del País. (50)
Los de capitales de provincia, porque alcaldes, sólo en Gran Canaria, hay 21 y su séquito…
En primer lugar figura el de Barcelona:
Jordi Hereu con 117.398 euros al año.
En segundo lugar el de Madrid:
Alberto Ruiz Gallardón con 100.743 euros anuales.
En tercer lugar el de Bilbao:
Iñaki Azcuna con 92.414 euros al año.
De los cincuenta alcaldes del país, en el puesto número diez está el de Tenerife:
Miguel Zerolo con 84.445 euros al año.
En el puesto veintidós está el de Las Palmas de Gran Canaria:
Jerónimo Saavedra con 68.148 euros al año.
En los últimos puesto, en el cuarenta y ocho, está el de Teruel:
Miguel Ferrer con 47.000 euros al año.
En el puesto cuarenta y nueve está el de Palencia:
Heliodoro Gallego con 45.057 euros al año.
Y el último, el cincuenta, es el de Tarragona:
Joseph Félix Ballesteros con 33.264 euros al año.

Presidentes de Comunidades Autónomas. (17)
En primer lugar, Cataluña: José Montilla 164.043,54 € anuales.
En sexto lugar Canarias: Paulino Rivero 79.963 € anuales.
Último lugar Extremadura: Guillermo Fdez. 54.244,56 € anuales.

Presidentes de las Diputaciones Provinciales/Cabildos. (45)
El uno, Barcelona: Celestino Corbacho 144.200 euros año.
El trece Gran Canaria: José Miguel Pérez 81.538 euros año.
El veintiuno Tenerife: Ricardo Melchior 76.968 euros año.
El veintitrés Lanzarote: Manuela Armas 75.995 euros año.
El veintinueve Fuerteventura: Mario Cabrera 69.566 euros año.
El cuarenta y cinco Sevilla: Fernando Rguez. 51.936 euros año.

Aunque detallan 45 son más, faltan de Canarias varios, los de las islas de la provincia de Las Palmas están todos, pero, de la provincia de Santa Cruz de Tenerife faltan los Presidentes del Cabildo de la Gomera, el Hierro y la Palma.

Hace también poco tiempo escribió Arturo Pérez Reverte un artículo de opinión titulado “Diputados-as” sobre como ve a la clase política y cómo se siente al verla… He aquí gran parte del artículo de marras:
Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las Cortes y a veces coincido con la salida de los diputados del Congreso. Hay coches oficiales con sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la verja y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes imaginar…
Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos. Oportunistas advenedizos que cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni haber trabajado en su vida… Desconociendo lo que es madrugar para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda, experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de razón. Un estallido de cólera interior… 
Sé que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no… El panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro. Tan agresivo y pesimista. Por qué creo ver sólo gentuza cuando los miro, pese a saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable. Por qué, de admirar y respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he pasado a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este modo, la tarde, el día, el país y la vida.

Quizá porque los conozco, concluyo. No uno por uno, claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante años, aquí y afuera.

Estuve en los bosques de cruces de madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento. Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a costa de quién. Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado —ahí no hay discrepancias ideológicas— el privilegio de cobrar la máxima pensión pública de jubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer día…
Después de esta opinión e información cualificada, te sientes impotente e indefensa, porque en la política lo que prima, según dan a entender —supuestamente—, son los intereses personales y partidistas. «Ande yo caliente ríase la gente» ¿no?
Cuando te vas enterando y conociendo los entresijos de la «política» no puedes reprimirte y te unes a otras voces para gritar fuerte y alto… Sí, es indecente…

Fotografía: Steve James, cc.

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