miércoles, 30 de diciembre de 2009

Los buenos propósitos

Una lista de buenos propósitos sobre una mesa.


Termina un año «horribili» con más pena que gloria y la culpa la tiene la crisis… ¿Qué crisis? Si las penurias y necesidades sólo la sufren y padecen los de siempre, la clase media y los más pobres. Los ricos siguen siendo ricos y los políticos… Los políticos sin bajarse su millonario sueldo y se lo estamos pagando, mes a mes, sin fallar. ¿Qué crisis? Quizás sí, este año lo terminamos con una crisis y es una crisis profunda. La crisis de valores crece a pasos agigantados y, más tarde o más temprano pasará factura.

Se está imponiendo la ley del todo vale, y no… Todo me está permitido pero todo no me es provechoso.
El pilar de la sociedad es la familia donde se forma y se conforma el ser humano. Es el núcleo, la fuente donde se fomenta y se fortalecen los valores fundamentales de convivencia como el amor, el cariño, el respeto, la educación, la responsabilidad, la colaboración, la superación, la entrega, la tolerancia, el esfuerzo, el sacrificio, todo eso y mucho más se aprende en la familia. La familia es nuestra mejor escuela y por desgracia, quienes nos gobiernan han conseguido degradar, desvirtuar y degenerar a la Institución principal de una sociedad.

El matrimonio: alianza, unión entre un varón y una mujer para procrear, dar la existencia a nuevas criaturas, para dar paso a las nuevas generaciones. Los padres ampararán y cuidarán de sus hijos. Velarán para que se desarrollen en un ambiente familiar sano donde se manifiesten y proyecten los valores y los buenos sentimientos. Los alimentará y educará con amor, orden y disciplina… Nadie puede desautorizar a unos padres, cuando lo que tendrían que hacer es fortalecer la figura del padre y de la madre, ya que tienen el poder legítimo sobre sus hijos mientras no sean autosuficientes. Pero… parece ser que hoy en día los padres han perdido el norte, no saben donde están los límites de las relaciones. Un padre es un padre y no un colega y un padre está obligado a educar en libertad y corregir con autoridad. No se les puede dar alas a los hijos para que vayan contra el orden y la convivencia de una sociedad. Si no quieres que contradigan a tu hijo, te encierras con tu cachorro en tu casa y a aguantar a la fiera.

Estamos en tiempo de Navidad y deseo que se prolongue como un arco iris durante todo el año 2010, porque vamos de mal en peor, ya que el panorama que se nos presenta no es muy bueno y no hay presagios que se vaya a erradicar el sufrimiento y el hambre de millones de españoles. Es duro tener que hablar de una realidad muy cruda, estando aún con la boca dulce de turrones pero, los pies están en la tierra y el corazón se entristece.

Por estas fechas se mezcla todo, acontecimientos reales y leyendas y muchos se confunden y se hacen preguntas y puede llegar a pensar que aquí se oculta algo, ya que unos dicen una cosa y otros, otra muy diferente. Los ecos de la historia nos cuentan que por estas fechas la mayoría de las culturas de la Antigüedad celebraban el solsticio de invierno, cuando el sol alcanza su punto más bajo en el cielo, y en la Roma antigua ese festival se denominaba Saturnales.

En España. En Canarias. En Gran Canaria hasta hace pocos años, como cristianos y por tradición cristiana se celebraba la Navidad y los Reyes Magos, (no había ni hay nada más) la alegría y la ilusión iluminaba todos estos días de fiestas.
Ahora, que si la fiesta de la Luz, que si Papá Noel, que si el Árbol… pues todo esto que se está añadiendo, también tiene que ver con lo cristiano: el Árbol de Navidad fue idea de San Bonifacio que evangelizó Alemania, plantó un pino y en el colgó velas y manzanas: el pino simboliza a Dios, la velas que es luz a Jesús y las manzanas al pecado.
Santa Claus derivado de San Nicolás que hacía regalos a los pobres y al que los franceses llamaron Papá Noel… La Luz, Jesús es la luz del mundo.

Hay que decir que, desde muy antiguo cada cultura ha contado con «personajes» que por estas fechas repartían regalos. Por coincidencia en el tiempo, esos personajes han ido desapareciendo y dando paso a los actuales y que ya se han hecho universales.

Se va un año y comienza otro y, al hacer balance te das cuenta que los buenos propósitos que te hiciste al comienzo de año, no los has cumplido.
Si no lo has logrado es que te ha faltado voluntad. Aún sabiendo de tu pereza no te hechas atrás. Confías en tus intenciones porque ahora te has hecho el propósito firme de cumplirlo, pero… si te fallas una y otra vez será porque, o no te lo has tomado en serio, o no tienes voluntad para afrontar tus decisiones. De nuevo te propones en el año que comienza: dejar de fumar, dejar de beber, perder unos kilos, aprobar el curso, encontrar trabajo, controlar el mal genio, ser mejor persona, etc., etc.
Te marcas nuevamente el objetivo con la mejor de las intenciones, aunque la pereza y la falta de voluntad aborten los buenos propósitos.
Por momentos, piensas que has fracasado y te sientes mal, porque reconoces que no tienes capacidad de cumplir con tu objetivo y en parte ves que eres esclavo/a de tus actitudes y comportamiento, y si no lo has cumplido, no es porque no hayas podido, sino porque, no has querido.

Estamos inmersos en una fiesta que se prolonga, porque el «espíritu navideño» nos envuelve desde mediados de diciembre hasta mediados de enero. Las luces se apagan y también el espíritu, pues no… El espíritu no se puede apagar, ni dormir, debe estar siempre brillando y abierto a los buenos propósitos y dando gracias por todo.
Doy gracias a Dios por todo cuanto me dio en el año que termina. Por los días de sol y los nublados tristes. Por las tardes tranquilas y las noches oscuras. Por la salud y por la alegría. Por lo que me prestaste y luego me pediste. Por las flores y las estrellas. Por el amor y todo lo hermoso y por todo lo que me acercó a Ti. ¿Qué me traerá el año que empieza? Lo que Tú quieras Señor, pero te pido fe para mirarte en todo, esperanza para no desfallecer, caridad para amarte cada día más y para hacerte amar entre los que te rodean. Dame Señor lo que Tú sabes que me conviene y yo no sé pedir, también lágrimas, sonrisas y grandes sueños.

Para todos, deseo que encuentren el camino para ser feliz y salud para disfrutarlo, y que los buenos propósitos se cumplan…

Fotografía: Jonathan Blocker, cc.

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