Dice Gregorio Luri, experto en educación: "Los niños de hoy no tienen infancia porque no se rompen los pantalones, tienen las rodillas impolutas. Se han quedado sin espacios en los que vivir sus aventuras".
La afirmación "los niños de hoy no tienen infancia"
se basa en la idea de que la infancia está siendo alterada por el ritmo
acelerado de la sociedad moderna y las nuevas tecnologías, lo que genera que
los niños pierdan la inocencia, la espontaneidad del juego y el tiempo libre de
antaño. Factores como las actividades extraescolares, la exposición temprana a
la información y a los problemas adultos, y la falta de tiempo de los padres,
contribuyen a esta percepción de una infancia acortada y menos libre, aunque la
infancia actual se vive de manera diferente, con sus propios retos y
características.
“Ya no hay que proteger a los niños, sino sus derechos”. Esta frase del psicólogo y
educador Richard Farson ya anunciaba en 1974 que era necesario un cambio de
rumbo porque, desde hace décadas, existen evidentes dificultades para encontrar
el equilibrio entre la protección de la infancia y el reconocimiento de sus
derechos. De hecho, eran muchas las voces que señalaban que los niños eran
menos libres que lo que fueron sus padres, tratando de protegerlos en realidad se está
perjudicando su desarrollo: no tienen autonomía y todo se le tiene bajo control.
¿Son menos libres los niños hoy? Son muchas las voces que
señalan cómo intentando proteger a los niños que estamos en realidad
perjudicando su desarrollo. Niños que muchos no tienen con quién interactuar, porque la mayoría son niños únicos y al no tener hermanos, en su soledad, juegan solos con sus maquinitas, esas maquinitas que embota y no dejan espacio a la imaginación. Niños tristes que tienen todo controlado por el
ritmo de los mayores… Verdaderamente, la vida del campo es el mejor espacio para que los niños
puedan desarrollar su aprendizaje, su creatividad y sus juegos; en una escuela abierta a lo infinito, donde
cada sentir lleva un mensaje.
La percepción de que "los niños de hoy no tienen infancia" refleja la preocupación por una infancia cada vez más exigente y expuesta a realidades adultas. Sin embargo, es crucial entender que la infancia ha cambiado, no necesariamente ha desaparecido, y que esta transformación exige a los adultos reflexionar sobre su propio rol para guiar a los niños a vivir su niñez en la sociedad moderna, sin olvidar la importancia del juego y la protección del desarrollo psicológico infantil.
¿Qué significa realmente tener infancia? ¿Estamos dejando que
los niños vivan sus aventuras o los protegemos demasiado? El pedagogo, filósofo
y escritor navarro Gregorio Luri (Azagra, 1955), reflexiona en el canal de YouTube 'Aprendemos Juntos' sobre una realidad que nos afecta a todos: aunque la infancia está cambiando, el niño es niño, valoremos lo que se pierde los niños, y lo que perdemos todos, cuando los niños no pueden
experimentar el juego libre, aventurero y espontáneo.
Gregorio Luri es pedagogo, filósofo y escritor. Su trabajo une educación, ética y reflexión crítica para explorar cómo los procesos educativos y las experiencias infantiles configuran nuestra forma de ser y de relacionarnos con el mundo. Es autor de varios libros, entre ellos 'La escuela contra el mundo', una reflexión crítica sobre los desafíos y tensiones que enfrenta la educación tradicional en un mundo moderno lleno de cambios culturales, tecnológicos y sociales.
Los niños tienen derecho al juego libre y espontáneo, pero cuando lo hablas con los padres reconocen que ellos vivieron una infancia
más a pie de calle con amigos, pero, por otra parte, tienen ese sentido
sobreprotector. ¿Saben lo maravilloso que es correr por la calle, subirse a los
árboles, jugar incansablemente hasta el atardecer, sin maquinitas en las manos…
Para ejemplificarlo, Luri explica que "niño es aquel ser
que tiene mucha más energía que sentido común para controlarla. A nuestra edad
es al contrario y a veces es desesperante, tanto equilibrio, tanto control...
El niño primero actúa y después se da cuenta de las consecuencias. Y ese exceso
de energía necesitas quemarlo gestionando sus problemas en el mundo real, no en
una ludoteca, donde está todo controlado y el niño no tiene la sensación de qué
puede pasar".
"Esa vida a la intemperie hoy es imposible porque nos estamos convirtiendo en sobreprotectores de los niños. Y, aunque suene fuerte, estoy convencido de que la sobreprotección es una forma de maltrato. ¿Por qué? Porque estamos impidiendo que gestionen su vida real, les rodeamos de algodones para que no tengan problemas, pero a veces es necesario enfrentar situaciones que les ayuden a tomar la decisión más acertada", enfatiza el pedagogo navarro.
"Pero es precisamente -continúa Luri- ante la
experiencia real de gestionar tu ilusión, una ilusión que busca ejemplos
emocionantes, intensos, cuando vas viendo la importancia de la prudencia, de la
importancia de si me tengo que subir a un árbol, vamos a ver primero si las
ramas resisten. Ese aprendizaje de la prudencia no se adquiere por los consejos
que has recibido sino por tu contacto con la realidad. Los niños tienen que
vivir sus propias experiencias para su propio desarrollo personal.
Concluye Luri: “Hay
que devolver la infancia a los niños”.
Fotografía: Internet
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