¿Te has planteado para qué vivimos? Creo que todos vivimos
para ser felices, para sentirnos bien en cada momento de la vida, para amar y
que nos amen. Eso es lo que buscamos y lo que deseamos para nosotros y para
cualquier persona que amamos: vivir y amar.
Para ello, tenemos que saber reconocer y dar espacio a
nuestras emociones, aceptarlas y después, saberlas gestionar. Somos altamente
imperfectos, forma parte de nuestra divinidad, y en esa imperfección divina
también hay que hacerles espacio a los errores, los propios y los de otros.
Pensar, a diferencia de lo que creemos, es más emocional que
racional. Para pensar y hacerlo bien, hay que aprender a detectar lo que
sientes, también cuando te sientes mal. Esos momentos en los que en lugar de
empezar a buscar culpables fuera, debemos mirar lo que ocurre dentro, porque lo
que hay que cambiar es nuestra percepción y actitud.
¿Es verdad que el amor da sentido a la vida? El amor ha creado grandes obras a lo largo de la historia: desde monumentos, hasta canciones y poesías. Pero ¿cuál es su sentido? Hay que decir que, el amor es un sentimiento inefable e inexpresable, por ello, cuando nos referimos a él, no tenemos una definición precisa. Por el contrario, nos encontramos con metáforas e ideas que intentan representarlo. Las emociones que suscita nos llevan a la discusión de si el amor da o no, sentido y significado a nuestra existencia.
El amor, ¿tiene un sentido? En principio, el amor es descrito como uno de los sentimientos más extraordinarios que experimenta el ser humano. Amar y ser amados son dos sentimientos que anhelamos en algún momento. En parte, ese deseo proviene de nuestra propia historia cultural, en donde el amor adopta diversas formas para relacionarnos entre sí. Sin embargo, puede ser, que detrás de esta búsqueda se encuentre un sentido mucho más profundo que no acertamos adivinar.
Erich Fromm en su libro 'El arte de amar' nos dice que el amor es el impulso más poderoso que existe en el ser humano. Más aún, representa una fuerza que tiene la capacidad de sostener la existencia entera. Ahora bien, podríamos preguntarnos ¿por qué deseamos amar?
La respuesta que da el filósofo alemán a esta pregunta es que
deseamos amar para superar nuestra condición de recién llegados al mundo.
Cuando nacemos, somos un individuo enfrentado a una realidad desconocida.
Carecemos de herramientas para sobrellevar esta soledad. Por ello, quienes nos
acogen, nos enseñan una primera forma de amar: el amor filial.
De modo que, el sentido del amor se encuentra en la necesidad
de superar el estado de soledad en el que nos encontramos. A pesar de ello,
recuerda Fromm que se trata de un poder que preserva nuestra individualidad e
integridad. Es decir, la frase “somos uno” se mantiene si, en la unión con
otro, nos preservamos a nosotros mismos.
El ser humano, en su búsqueda de sentido, se encuentra con el amor. El psicólogo y filósofo Viktor Frankl señala que el sentido de la vida se encuentra más allá de nuestra experiencia cotidiana; en específico, se halla en los verdaderos valores. ¿Cuáles son estos? Aquellos que dignifican al ser humano. El hombre, en su búsqueda por el sentido de su vida, da con uno de los valores más fundamentales: el amor. De esta manera, experimenta un sentimiento profundo al encontrarse con otro ser humano. Este trasciende aspectos físicos y del carácter. Así, el amor verdadero que da significado a nuestra vida se dirige hacia la persona misma del ser amado, es decir, ve al otro como un ser único e irrepetible.
También hay estudiosos que opinan que el amor es un arte y como todo arte, el amor requiere de teoría y práctica. Al respecto, un análisis sociológico de Fernández Villanueva destaca que el amor es una creación producida por los amantes. En otras palabras, son los involucrados en el vínculo amoroso quienes construyen, con un otro, su forma de amar. De esta manera, amar no solo da sentido a nuestra existencia, también es un arte con sus sentidos y técnicas propias. Cada una de ellas es singular respecto a las personas implicadas en la relación amorosa. Esto quiere decir que cada amante busca su propio arte para amar.
Aspecto social y cultural del amor. Un estudio publicado por
la Revista Electrónica de Motivación y Emoción precisa que el amor pasional se
encuentra en un 88,5 % en la mayoría de las culturas. Esto nos da la pauta para
afirmar que el amor es un sentimiento transcultural, es decir, que va más allá
de las fronteras. No obstante, los valores de una cultura determinada pueden
influenciar sobre las creencias que se tiene sobre el amor.
Así que, en aquellas culturas caracterizadas por la autonomía y el
individualismo valoran los sentimientos amorosos. De esta manera, ello se
convierte en un prerrequisito a la hora de establecer vínculos amorosos. En
cambio, las culturas colectivistas se caracterizan por otorgar gran importancia
a las decisiones familiares y las normas. En estas, el amor no es un requisito
para elegir al compañero de vida, ya que se valora un tipo de amor más amistoso y
práctico.
¿Por qué siempre que se habla de amor se piensa en una relación de pareja? Referente al tema, un trabajo compartido en la Revista Electrónica de Psicología Iztacala manifiesta que esta simetría no es del todo certera. Más bien, las relaciones de pareja son un tipo de vínculo humano. Por su parte, el amor es uno de los elementos de la relación, más no es el único. De tal modo, que las características de las relaciones de pareja dependen de la cultura en la que se encuentran. Por eso, podemos afirmar que el amor romántico depende de la cultura en la que estén inmersos los sujetos. Así considerado, las formas de amar no son universales.
Aunque puede parecer que en pareja todo es diferente, en
toda relación, ya sea familiar de amistad o de pareja, nuestros sentimientos determinarán
el nivel de bienestar que esta produce. De tal forma, que los vínculos en los
que predomina la satisfacción, los afectos positivos y maneras eficaces de
resolución de conflictos, se generan mayor bienestar.
Por tanto, todas las conductas inadecuadas y los procederes
agresivos de comunicación, tenderá a generar malestar en cualquier tipo de relación. A ello se suman, los celos, las traiciones, la dominación y la manipulación. Uno podría
pensar que eso no es el amor, pero son tipos y manifestaciones de la otra cara del
mismo.
¿Es verdad que el amor todo lo puede? Si bien es cierto que
el amor es una fuerza que le da significado a nuestra existencia, esto no es a
cualquier costo. Sí que existen límites en el amor: cuando el otro afecta mi
integridad, mi dignidad y mi felicidad, en ese preciso momento, deberíamos poner un
freno a esa relación. Sea para revisar o terminar con ese tipo de conductas
inapropiadas, que llevan a que se sobrepasen los límites de lo admisible.
El amor todo lo puede; siempre que haya amor, pero si no hay amor, el
amor pierde sentido. Su sentido se ve desvanecido cuando no me quieren y me
desprecian, la autorrealización es obstaculizada y hay vulneración de
principios: porque el principio del amor es amar.
El amor se debe demostrar, pero nunca se debe mendigar. El
hecho de tener que hacerlo es el más fiel de reflejo de la injusticia
emocional, del desequilibrio que vive el sentimiento que cimienta cualquier tipo de relación.
Mendigar amor no es una opción, tampoco lo es si me veo obligado a renunciar a
mi propia realización personal. Esto empequeñece la existencia y afecta al
desarrollo de nuestras capacidades y fortalezas; las mismas son necesarias para
crecer, en todos los ámbitos, como seres humanos.
Un principio a tener en cuenta, debemos proteger nuestra dignidad personal. Esta se
refiere a sentirnos valorados, honrados y respetados. Hay que recordar que los
seres humanos somos valiosos, por y para, nosotros mismos. Al convertirnos en un
instrumento en manos del otro, perdemos la autonomía que afecta a nuestra integridad y dignidad.
El amor da sentido a la vida. Amar tiene un doble sentido:
por un lado, nos aleja de la soledad en la que nacemos y por otro su potencia
invade nuestra existencia para darle valor. En un mundo en donde los
sufrimientos y las complicaciones son moneda corriente, el amor viene a darnos
una razón por la que vivir y luchar. La familia se fortalece desde el amor,
también la amistad y toda buena relación.
No olvidemos que este sentimiento no es superpoderoso.
Debemos estar atentos para poner los límites necesarios en nuestras relaciones
con otras personas. El amor nos puede proporcionar bienestar, pero también
enturbiarnos la existencia. Según fuentes de diferentes estudios...
“El amor es la máxima expresión de la voluntad de vivir”. Tom Wolfe.
Fotografía: Internet
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