sábado, 24 de mayo de 2025

Cada cuál elige ser bueno o malo


 

La vida, la muerte, el amor, el odio, la bondad y la maldad son consustancial de la vida y de la naturaleza humana. Hay muchas personas con maldad, pero también hay personas de mucha bondad. La bondad es cualidad de bueno, es algo natural que te inclina a hacer el bien. La maldad es el ejercicio del poder que tiene una persona para hacer daño a otros expresamente. Y disfrutan de sus fechorías.

La ciencia que estudia el mal es la ponerología, que se basa en conceptos de psicología, psicopatología, sociología, filosofía e historia. Los estudiosos preferenciales de esta ciencia son la guerra de agresión, limpieza étnica, genocidio, estado policial, masacres. En la Biblia ya se habla de bueno y malo, Caín y Abel, los primeros hijos creados por Dios y por tanto los antecesores de toda la humanidad. Caín mató a Abel por envidia, esa envidia que todavía sigue destruyendo hermanos. Buenos y malos los hay por doquier. 

Una de las historias de maldad más encarnizada es la pasión y muerte de Jesucristo. Todo un pueblo enfurecido bramando odio contra un hombre inocente, al que acusaron falsamente con el fin de maltratarlo y crucificarlo. Pensemos en el sudor de sangre, el sufrimiento psicológico que sufrió Jesús al recibir burlas y desprecio, el dolor desgarrador de ese cuerpo flagelado y crucificado que pende de unos clavos que traspasan sus manos y pies. ¡Cuánta maldad!

Hablando de la maldad, Adrián Chico, psicólogo: “A mí me da igual de donde haya recogido alguien su maldad, lo que me importa es que me está haciendo sufrir y no lo quiero en mi vida”. El experto señala la importancia de no justificar a las personas que nos están haciendo daño. Es humano querer entender el comportamiento de los demás. Intentamos encontrar razones, atenuantes, excusas. Especialmente cuando se trata de alguien cercano, un familiar o un amigo, justificar su actitud puede parecer una forma de proteger el vínculo, de evitar el conflicto, o incluso de convencernos de que todo está bien.

El psicólogo, en uno de sus últimos vídeos publicados en su canal de TikTok, ha hablado de la importancia de saber plantarse y de no justificar a alguien que nos está haciendo daño: “Lo de justificar a alguien que se está portado fatal, diciendo que no es mal chico o que solo ha sufrido mucho, tiene que acabar”, y añade: “Mientras la persona se esté comportando mal, me parece que las justificaciones sobran”.

La importancia de saber plantarse. Adrián afirma que es importante saber reconocer cuando una persona nos está causando un daño. En estos casos la parte clave es darnos cuenta de que no es nuestra obligación entender por qué: “Lo que me importa es que esa persona me está haciendo un mal a mí o a alguien que quiero”, comenta.

El origen no importa. El experto destaca que en ese tiempo de situaciones lo mejor es plantarse y esperar a que esa persona solucione sus problemas. Caer en el síndrome del salvador puede ser un error y algo doloroso: “No quiero que esté en mi vida. Que solucione sus heridas, que asuma la responsabilidad de sus actos y después podría haber una posibilidad de justificar, entender y perdonar. Mientras la persona se esté comportando así, me parece que las justificaciones sobran”, termina diciendo.

Reflexión… Comprender no debe significar permitir. Empatizar no implica aceptar lo inaceptable. Proteger el bienestar propio y el de quienes queremos también es un acto de amor. Y a veces, ese amor se expresa con límites, con distancia o con la valentía de decir: “No está bien hacer daño”.

Para ser malo no se necesitan justificaciones… También la psicóloga, Elizabeth Clapés, afirma que las personas malas existen y no se puede justificar con las vivencias de cada uno: "Eres mala persona porque tú lo decides". No descargues tu maldad contra mí.

Las vivencias dolorosas no son una excusa para tener una mala actitud hacia el resto de personas. A lo largo de nuestra vida nos encontramos con personas con cierta maldad, ya sean hermanos o amigos, que llevados de envidias y de sus propias frustraciones, nos hacen desprecios y disfrutan mintiendo y vertiendo su malaje con el fin de apagar el brillo de quienes creen que les hace sombra. Estos mala-calaña no conforme con ser malos, se las ingenia para unir a su maldad a otros que sean como ellos; con la astucia de buenos actores, tratando de ocultar su odio se muestran apenados, lloran y gimen contando historias calumniosas, donde ellos van de sufridores de sus cuentos inventados. Pobre del que caiga en las garras de estos personajes malévolos, que haciéndose pasar por víctimas se inventan vivencias dolorosas, para que su mal recaiga sobre la persona que quieren desprestigiar, con el fin de recibir agasajos. Pero, qué pena, si son tus hermanos los que actúan de tan despreciable manera. 

Esto de ser una mala persona con un familiar al que debes apreciar, es intencionado, por eso este tipo de persona ponen mucho empeño en su dolor —un dolor fingido— para que empaticen con su pena por las historia lacrimógenas que cuenta. Eso es ser muy mala persona. La psicóloga e influencer Elizabeth Clapés explica en su podcast "Tal y Como Somos" y en sus redes sociales que: "Eres mala persona porque lo decides, las vivencias no son una excusa".

Es cierto que en la vida no todo sale como nos gustaría, y a veces puede ser que una persona esté dolida o decepcionada por experiencias que le ha tocado vivir, pero eso no justifica que vaya haciendo daño a quien cree que le va mejor:  "la gente dolida también puede decidir sobre su conducta" explica la psicóloga. De hecho, hay personas con historias desdichadas que "no van jodiendo la vida de los demás", recalca.

Por tanto, si en algún momento hemos hecho daño a alguien por estar pasando un mal momento y no saber gestionar nuestras emociones, hay que reflexionar y reconocer que nuestra conducta ha sido inapropiada y saber pedir disculpas. El pedir perdón te libera del peso de la culpa, pero para conseguir el perdón debes ir con sinceridad y humildad. 

Existe la posibilidad de elegir ser buena persona al igual que se puede elegir ser mala persona. No es justo que los buenos sufran la maldad de los malos. Pero la gente buena tiene algo que no se puede comprar, la conciencia tranquila...


Fotografía: Internet


 

 

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