"El saber y la razón hablan; la ignorancia y el error gritan".
Se dice, que tratar con personas testarudas puede resultar un reto, porque el poseedor del rasgo tiende a cuestionar todo lo que no encaje con sus dictámenes. Son de ideas fijas, y cuando dicen que no, es que no, por eso no trates de razonar con esas personas porque pierdes el tiempo. Establecen barreras con los que no estén alineados con sus ideas y terminan perdiéndose la riqueza que emana de la pluralidad de pensamiento. También se dice que en la testarudez hay algo de burro, de ignorancia, insolencia y orgullo. "La ignorancia es atrevida". La ignorancia lleva a cometer errores, los errores a hacer daño, los daños a la maldad, la maldad alimenta la soberbia, la arrogancia de saberlo todo y de llevar siempre la razón, esa razón de la sinrazón.
Cuando una persona es reflexiva, que no se deja manipular ni embaucar, la tachan de testaruda, pero nada que ver. También se puede dar el caso, que a alguien le interese tratar al otro de testarudo, con esa postura intentan proteger una estrategia para ocultar unas acciones con el fin de desviar la atención y quedar indemne de sus fechorías. Es lógico que las decisiones no deben ser precipitadas, deben ser premeditadas y bien pensadas para no equivocarse, aunque tampoco todas las personas testarudas son iguales. Dentro de la
dimensión, hay quienes se llevan la palma y cual burro, están dispuestos a no moverse del
sitio, aunque todas las evidencias que les rodeen no hagan más que aconsejarlo;
eso sí, antes de criticar o echarnos las manos a la cabeza, recordemos que en
mayor o en menor medida, todos experimentamos, aunque sea solo por los sesgos
cognitivos, una resistencia al cambio. Sea cual sea el caso de una tendencia
muy marcada, suelen derivarse dificultades en las relaciones sociales, esto lo explica
la psicóloga Edith Sánchez.
Un motivo frecuente de la testarudez es la economía
cognitiva y otro la inseguridad (mejor lo malo conocido que la incertidumbre).
Por otro lado, suelen desarrollar tal apego por las ideas que aceptan que
llegan a integrarlas en una identidad, sintiendo que cuando alguien las
cuestiona también les está cuestionando a ellos.
“Una persona terca no tiene opiniones, estas lo tienen a él”. Alexander Pope.
El orgullo es uno de los rasgos de las personas testarudas: Las personas testarudas no solo lo son porque estén muy apegadas a sus creencias, sino también porque les cuesta mucho admitir que están en un error o les molesta tener que darle la razón a otra persona. Esa es la razón por la que muchas veces ni siquiera atienden a lo que se les dice, sino que se niegan a escuchar. Para este tipo de personas es muy importante mostrarse como individuos seguros de sí mismos, competentes y capaces. Creen que incurrir en un error debilita su imagen ante los demás. Esto tiene que ver con el orgullo y, muchas veces, con el narcisismo. Esto último esconde un yo débil.
Este rasgo los lleva a entrar en muchas discusiones
bizantinas, que no tienen final. De una u otra manera, siempre van a tener la
razón en ese terreno, pues la realidad nunca va a alcanzar la perfección del
modelo. En discusiones así o en situaciones que sugieran esta lógica, la mejor
opción es tratar de introducir alguna duda a través de preguntas. ¿Cuál sería
entonces la medida correcta para llegar a esa situación ideal? ¿No constituye
un avance que se haga algo al respecto, aunque no sea “lo ideal”? Quizás no
admitan que el otro puede tener la razón, pero sí es posible que moderen su
tozudez.
Las personas testarudas quieren llevar siempre la razón, lo
que impide conversar con ellas desde otros puntos de vista. Son dadas a
construir prejuicios, incluso muy razonables en apariencia. Otro rasgo de las
personas testarudas es su resistencia a poner en tela de juicio sus creencias,
incluso si hay argumentos o evidencias muy contundentes en su contra. Lo usual
es que se nieguen a consultar fuentes que los contradicen o que descalifiquen
dichas fuentes, sin apenas consultarlas.
Se podría decir que las personas testarudas hacen del
prejuicio una forma habitual de pensar. Tienen el resultado antes de haber
realizado el proceso, o sea, cuentan con la respuesta antes de haber llevado a
cabo la reflexión. Lo usual es que doten a esos prejuicios de una gran cantidad
de supuestas razones que los sustentan, aunque sea de forma débil.
"Así como el ignorante está muerto antes de morir, el hombre de talento vive aún después de muerto".
No debemos confundir testarudez con criterio razonado. Pero hay algo a valorar sobre las personas testarudas, y es que esa terquedad les hace más perseverantes que el
promedio y mejor dotadas para los grandes desafíos. Son seres humanos ricos y
complejos que también pueden aportar mucho al logro de objetivos con su
obstinación. Pero no se debe confundir testarudo con ser una persona con las ideas claras, que no se deja embaucar de charlatanería, que explica su postura razonada valorando los pros y los contras, antes de tomar una decisión importante...
Persiste obstinamente y encontrarás que los límites de tu
terquedad van mucho más allá de la terquedad de tus límites. Robert Brault.
Fotografía: Internet
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