“Las personas felices no pierden el tiempo haciendo el mal a
los demás. El mal es una cosa para gente infeliz, frustrada, mediocre y
envidiosa”.
Las personas manipuladoras embaucan con sus palabras. Parecen
encantadoras. Son egocéntricas y mentirosas. Se aprovechan de la bondad. Ignoran
tus sentimientos. Te juzgan y menosprecian. Infunden dudas, fingiendo no saber nada, confunden a los demás haciendo que duden de su
propio conocimiento. Se hacen las víctimas para ganarse el apoyo y la simpatía
de los demás. No asumen responsabilidad. Son expertas en hacer que los demás se
sientan culpables si no atienden sus sofisma. Llegan a dañar tu salud mental.
Otras características de las personas manipuladoras es que
suelen ser personas envidiosas, rencorosas, con una mente rígida, carecen de
responsabilidad afectiva. Se aprovechan de la bondad y usan la culpabilidad: el uso de la culpa les permite ejercer más autoridad y hacer que los demás vean lo que ellas quieres que vean. Cuando alguien cae en sus encantos, los controla
con detalles y zalamería, porque siempre buscan más y más sensación de poder
sobre los demás para conseguir lo que quieren. Necesitan controlarlo todo, saber
cómo actuar y qué esperar de los demás les alivia, se estresan cuando algo se
escapa a su control.
Frente a su víctima, con la que está obsesionada, todo manipulador emocional se enfoca en desestabilizarla con falsas acusaciones, y si se defiende, será acusada de que le ha hecho llorar, e irá llorando a los demás y les contará cosas desagradables que se ha inventado, porque quiere que le compadezcan por lo mal que lo está pasando. Eso le ayuda a manipular fácilmente desde la culpabilidad y lo esgrime como argumento infalible, porque dominan a la perfección como hacer un “trabajo fino” y casi imperceptible, hasta que el otro se convierte en una marioneta. Una vez están en sus manos, los maneja a su antojo.
Las personas manipuladoras las encontramos en todas partes. Donde quiera que estés puede haber un manipulador dispuesto a cargar y desplegar todas sus armas para conseguir sus fines. Sin importarles hasta dónde tienen que llegar para alcanzar su objetivo; sin importarles nada ni nadie, porque solo buscan sus propios intereses. ¡Ojo! que están entre tus hermanos o primos, entre tu grupo de amigos, en el trabajo… Pero, ¿por qué? ¿Qué esconden y qué pretenden los manipuladores emocionales? Y lo que es más difícil: ¿cómo podemos desprendernos de estos parásitos que pueden llegar a ser una verdadera condena para nuestra vida?
A las personas manipuladoras los expertos las denominan: “perversidad narcisista” es aquella que necesita controlar, cambiar y deformar los comportamientos o percepciones de los demás. Estos personajes son muy difíciles de identificar ya que son individuos muy hábiles socialmente y cuando nos damos cuenta de la manipulación, el daño ya está hecho y puede ir calando, porque nunca asumen la culpa de sus acciones y la proyectan al resto usando el victimismo.
La persona manipuladora envidia aquello que el otro tiene, por eso utiliza sus malas artes para arrebatárselo como sea. Si alguien es apreciado tratará de hundirla para robarle el aprecio; pretende que el aprecio se vuelva desprecio para ella ganar el aprecio, porque solo ellas son merecedoras de cariño. La víctima suele ser una persona confiada, no puede darse cuenta de las maniobras usadas en su contra, porque no puede creer que alguien de su entorno, con la que ha compartido parte de su vida, sea capaz de tales maldades.
La manipulación es una maldad. La envidia es el mal de todos los males… Supongamos un grupo numeroso de
hermanos, supongamos que una hermana envidia a una de sus hermanas, y como quien lidera un fin “a vida o muerte” se
alían las chicas para tal fin, al unísono se proponen captar la atención de los chicos, valiéndose
del chantaje emocional. Como buenas actrices, a base de calumnias, van llenándole la cabeza de grillos a los hermanos para hacerles ver lo ‘mala’ que
es la ‘hermana señalada’. Aunque los hermanos nunca vieron tales acciones,
empatizaron con el lado oscuro de las plañideras y sucumbieron. Pobrecitos, entre
el constante runrún y las lágrimas de cocodrilo, es fácil hacer caer al que no
tiene capacidad de discernir lo verdadero de lo falso, pero que también carecen
de sentimientos, porque si tienen seis hermanas, y cinco despellejan a la sexta
ante sus ojos, no se entiende, que alegremente se unan a las malévolas y sean cómplice de su despreciable plan. El plan, ir todos por todas partes desprestigiando
a una hermana que era apreciada, presentándola como un ser despreciable, para
que quién la apreciara la aborreciera.
¡Qué ironía! Van de buenos hermanos, juntitos, poniendo el foco de acoso y derribo sobre la hermana que siempre estuvo, por y para sus padres. Ellos como hijos hicieron derramar muchas lágrimas y no soportan que “la hermana señalada” haga la diferencia conocida por toda la familia, y es ahí, donde nace la envidia que carcome a la que urdió tal despropósito.
Ella, la manipuladora, (todos los manipuladores actúan así) están siempre pendiente de los que se han unido a su causa. Si no vive cerca, los controla con llamadas, con regalos, con visitas, si hay que coger un avión, va y viene, pero, aunque parezcan gestos de cariño, nada más lejos, porque estas personas no saben querer, aparentan querer para controlar que nadie cambie de idea y sigan fieles a sus ‘deseos’. Por su falta de empatía, son incapaces de ponerse en el lugar de los demás, solo conciben a las personas como medios para conseguir lo que desean, y solo desean salir con la suya...
“Cualquier vínculo requiere responsabilidad afectiva, no puedes esconderte bajo el ‘yo soy así’ porque si eres consciente de que estás haciéndole daño a la otra persona y no cambias, el problema eres tú”.
Lo curioso es que las personas manipuladas, aunque al principio no llegan a comprender qué hay de verdad tras la situación que se les plantea, y a pesar del malestar que a veces les provoca, se dejan llevar de una emoción primitiva contra la verdadera víctima y cae en el chantaje del manipulador. En estos casos, lo primero que uno debe preguntarse para gestionar las distintas situaciones derivadas es: ¿por qué los manipuladores manipulan? Tal y como recoge un estudio publicado en ScientDirect, las dos razones principales son: porque quieren controlar la relación en cuestión y todas las circunstancias que les desfavorecen en ella, y evitar la responsabilidad personal de cualquiera de sus acciones.
La manipulación y el chantaje emocional es realmente un abuso y puede causar daño en la salud mental de quienes la sufren. Por eso es importante estar atento y saber cómo identificarla para no quedar a su merced y que nos dañen lo menos posible. Porque ese es el objetivo, herirte, para ello pone todo su empeño seductor en captar afines para mostrar su poder de atracción y luego se cuida de que no se desvíen de su obsesivo plan.
Las personas manipuladoras buscan ejercer influencia sobre el comportamiento de los demás, induciendo a la toma de decisiones para su propio beneficio. Las técnicas de persuasión y seducción sobre sus víctimas, las que atrapa para su fin, son el resultado de un estudio estratégico basado en los objetivos previamente determinados, tomando provecho de la sensibilidad y la vulnerabilidad de sus “adeptos”. Con el efecto del afecto logran sus malévolos fines.
Frente a este tipo de personas manipuladoras, también son víctimas las que se unen a su causa y víctima a la que enarbolan como carnaza a despellejar, en este caso lo más efectivo es mantenerte fuerte,
pero alerta. Y si ves que su maldad no tiene límites, llega el momento de dejar
de hablarle y alejarte, dice la psicóloga Rosario Linares: “No caigas en su
trampa, no permitas que sus palabras o actos te hagan sentir mal. No intentes
defenderte y, simplemente, deja esa relación, pues mantener una relación tóxica,
no es sano ni conveniente”, apunta.
En las relaciones hay quién necesita tener a alguien bajo su control… Estemos atentos y no nos dejemos arrastrar; el control de unos sobre los otros que sea solo para compartir amor y respeto. Todos necesitamos tener algún sentido de control sobre nuestras vidas, es normal y es un deseo humano natural, ya que el control da una sensación de orden, estabilidad y seguridad. El problema viene cuando ese deseo de control pasa por querer controlar los derechos o el bienestar de otras personas.
Como asegura una interesante investigación publicada en el
National Library of Medicine (NIH), llamada ‘Nacido para elegir’. El valor de
la necesidad de control, argumenta cómo una persona con una personalidad
controladora se mueve en altos niveles de ansiedad para sentirse segura, y
aunque la necesidad de control puede ser un sentimiento inconsciente, la
ansiedad que les provoca hace que quieran controlar el entorno y a otras
personas para mantener una sensación de seguridad y dominio.
Pero como todo en la vida, los extremos no son buenos y
llegar a ellos con frecuencia, es a menudo síntoma de trastorno mental, por lo
que la premisa básica para auto protegerte y cuidarte de este
tipo de relaciones, es ser firme, estar en tu sitio, saber quién eres, dejar de
necesitar la aprobación de los demás y nunca dejar que otros te definan ni te vapuleen.
“El manipulador critica, pero no se atreve. Juzga, pero no es
capaz. Señala, pero es cobarde. Es inútil, pero existe”. Y que Dios nos libre
de sus garras.
La verdad es el camino, la manipulación es el desastre...
Fotografía: Internet
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