sábado, 20 de julio de 2024

Lealtad a los principios

 


La sangre te hace pariente, pero sólo la lealtad y el amor te convierten en familia”. Megan Maxwell.

La lealtad es cuestión de valores, no puede imponerse. La lealtad es un acto de libertad donde uno mismo elige a qué o a quiénes ofrecer su compromiso, su respeto y su afinidad. Al fin y al cabo, nadie puede demostrar un firme respeto a los demás si primero no se respeta a sí mismo.

Personas leales y el valor de ser fiel. Las personas leales son, por encima de todo, personalidades fieles y honestas. Se rigen por un código que está siempre en sintonía con sus valores, pero también con ese compromiso respetuoso con el otro, ahí donde no caben las traiciones, las mentiras o las actitudes interesadas. Estamos sin duda ante un concepto tan importante como profundo que va más allá incluso que la confianza, así nos lo describe la psicóloga Valeria Sabater.

Si nos preguntamos cuál puede ser el origen de la lealtad, desde el campo de la antropología nos señalan algo interesante. Esta dimensión habría actuado en el pasado como un mecanismo de supervivencia. En ese escenario de nuestros ancestros tan adverso y lleno de peligros, recibir la ayuda y el apoyo de los miembros del grupo era clave para sobrevivir.

En la actualidad el escenario ya no es el mismo. Sin embargo, seguimos necesitando esa cercanía y seguridad de personas significativas para sentirnos bien. Es conferir al otro un sentimiento de atención, respeto y compromiso continuado donde saber que no vamos a ser traicionados. Donde entender que en esa conducta no hay intereses ocultos o dobles intenciones.

Hay quien afirma que a día de hoy la lealtad es casi un ideal, un bien en peligro de extinción. Más allá de lo que podamos pensar, esta dimensión sigue estando presente en el corazón de muchas personas. Pero eso sí, debemos también tener muy claro qué es ser leal, porque en ocasiones, es muy posible caer en ciertas dinámicas donde este principio queda tergiversado e interesado. 

“Te seguiré hasta el último suspiro con la verdad y la lealtad”. William Shakespeare.

¿Cómo son las personas leales? Decía Séneca que la lealtad parte de la confianza, pero como ya hemos visto, este concepto hunde sus raíces en algo más profundo, complejo y exquisito a la vez. Para empezar, las personas leales son por encima de todo, respetuosas con sus propios principios. Es de ahí donde parte el auténtico núcleo del comportamiento leal: actuar siempre en base a unos valores siendo fieles a lo que uno considera correcto.

Ser una persona leal es sin duda una de las cualidades más respetables de un ser humano, en especial cuando se trata de una relación ya que ayuda a mantener un lazo fuerte y genera confianza en el otro. La lealtad es una virtud y como tal debemos desarrollarla desde nuestra conciencia. Quien se opone a la lealtad es un traidor y los traidores ya se sabe como terminan, porque se pierde la confianza en esa persona y nos apartamos y no queremos relación alguna con ella.  

La lealtad es algo exigible en toda actividad. Exigible en el entorno laboral, donde ser fieles a una política de empresa, a unos directivos, a unas normas. Exigible también en  nuestra familia, para afianzar las raíces y consolidar los lazos fraternales, conservar valores, costumbres y tradiciones… Cuando hay amor hay lealtad, y si un hermano te falla es que no te quiere. La lealtad es un compromiso activo con la otra persona en las buenas y en las malas, es promesa de la verdad a uno mismo y a los demás.

El lado más oscuro de la lealtad está donde se intenta imponer a la fuerza determinados compromisos, creando comportamientos alineados y vulnerando la autenticidad. Debemos por tanto tenerlo claro, las personas leales no actúan por imposición. No son leales a la familia, pareja o amigos, porque se lo impongan otros. Actúan en libertad siendo consecuentes con sus principios; hay una sintonía entre lo que sienten y lo que hacen. No hay sumisión ni alineación, la lealtad auténtica es un ejercicio de valentía moral, donde en la toma de decisiones, tú eliges ser consecuente con tus creencias y valores éticos y morales.

La persona leal por naturaleza es sincera, no condescendiente y nos impulsan a reflexionar. No son las que nos dicen sí a todo, las que nunca ponen objeciones, las que nos apoyan en cada cosa que hagamos, en cada decisión y comportamiento no conveniente: No. Ellas te escuchan y te aconsejan. Eso significa, que si en algún momento es necesario que alguien nos pare los pies, nos advierta de algo o nos ayude a abrir los ojos ante una realidad que no vemos, lo hará. Porque se rigen por unos valores firmes, no según el servilismo o la pasividad. Como desean lo mejor para quienes le rodean, no dudarán nunca en ser ese apoyo capaz de decirnos las verdades que duelen, capaz de mostrarnos nuestros errores, pero también, nuestras oportunidades y posibilidades de corregir, aprender y crecer.

"La lealtad se refleja en la firmeza de las emociones y en las ideas que llevan a no engañar ni traicionar a los demás". Está claro que nadie puede imponernos a qué o a quién ser leal. Este concepto no es externo, tiene un origen interno y está en armonía con un código de valores basado en el respeto y la integridad que uno mismo ha ido construyendo a lo largo de la vida. Las personas leales no se quedan en la palabra, porque la lealtad se ejercita, se aplica a diario en cualquier circunstancia y situación. Una persona leal no te da la espalda. Las personas leales son autenticas, viven la realidad y van con la verdad. En la lealtad no hay doblez hay devoción.

“Cuando todos te abandonan, Dios se queda contigo”. Gandhi.


Fotografía: Internet


 

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