sábado, 29 de mayo de 2021

Ángel de la guarda

 


Grande es la dignidad del alma humana, ya que cada uno de ellos tiene, desde el primer momento de su vida, un ángel designado para salvaguardarlo. San Jerónimo.

Yo siempre he creído en el ángel de la guarda, ya mi madre desde niña me enseñó a rezarle, nunca me olvido de mi ángel. Siempre he tenido la certeza de tener a mi lado a mi ángel cuidándome en el sueño y en el despertar, por eso nunca me siento sola y desprotegida, y tengo mucho que agradecerle...

Al lado de cada creyente se encuentra un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida. San Basilio.

Cada ser humano desde el momento de su concepción tiene un Ángel de la Guarda. Dice el Catecismo en el numeral 336: “Desde su comienzo hasta la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión”. Nos queda claro que, cada uno de nosotros tiene un Ángel de guarda, que lo acompaña desde el momento de su nacimiento hasta el momento de la muerte, permaneciendo junto a él en cada momento de su vida. En el Antiguo Testamento hay referencias frecuentes a los ángeles enviados por Dios como protectores y mensajeros de la gente. En el Evangelio, Jesús invita a respetar incluso a los más pequeños y humildes, en referencia a sus ángeles, que velan por ellos desde el cielo y contemplan el rostro de Dios en cada momento.

Pero si nos apartamos del mal que está a nuestro lado, seremos firmemente sostenidos por manos angélicas a fin de que nuestro pie no tropiece en las insidias del enemigo. San Juan Bosco.

La existencia de los ángeles, una verdad de fe. En el Antiguo Testamento hay numerosas citas que hablan de los ángeles que custodian, como en Éxodo (23, 20-21): “Yo voy a enviar un Ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado. Respétalo y escucha su voz”.

En el siglo IV San Basilio Magno decía que: “Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un Ángel como protector y pastor para conducir su vida”. Por su parte, San Bernardo de Claraval enseñaba que los Ángeles Custodios son demostración de que: "El cielo no descuida nada que pueda ayudarnos, por lo cual pone a nuestro lado estos espíritus celestes para que nos protejan, nos instruyan y nos guíen". Y San Bernardo Abad en uno de sus sermones indicó que: Ellos, los que nos guardan en nuestros caminos, no pueden ser vencidos ni engañados, y menos aún pueden engañarnos. Son fieles, son prudentes, son poderosos: ¿por qué espantarnos? Basta con que los sigamos, con que estemos unidos a ellos, y viviremos así a la sombra del Omnipotente.

Podemos pensar que nuestro ángel es el espíritu de un familiar, (yo sí tengo la sensación de que mi hermana Nuria es mi ángel. A los cinco días de nacer mi padre y yo la llevamos al médico, pero murió a los doce días). Aunque es agradable pensar que cuando alguien que amamos muere, se convierte en un ángel y como tal, vuelve para quedarse a nuestro lado, no es así. Nuestro ángel de la guarda no puede ser nadie que conocimos en la vida, él siempre ha existido, es una presencia espiritual directamente generada por Dios. Recordemos que Dios es Amor, y nos quiere y nos cuida.

El ángel de la guarda está siempre con nosotros. Esta es una realidad. Es como un embajador de Dios con nosotros. Y el Señor nos aconseja: ¡Ten respeto por su presencia! Papa Francisco.

Pues, Flor, mujer de fe, siempre ha creído en los ángeles y le está muy agradecida, porque si no fuera por su ángel de la guarda, podría estar muerta. En la vida nos toca vivir situaciones increíbles y esta lo es, aparte de increíble es terrorífica, porque una noche mientras Flor dormía la hermana Chela quiso asfixiarla.

Ningún hermano que se precie hace lo que le hacen a Flor… Flor a pesar de darse cuenta de que las hermanas llevaban tiempo (después de una mala acción de una prima contra otra), moviendo sus tentáculos en su contra; victimizándose crearon una historia con el fin de desprestigiarla, porque el fin era ese, que quién la apreciara la despreciara.

Cuando una persona tóxica no pueda manipularte, buscará controlar la forma en la que otros te ven.

La historia es que, ese verano Flor invitó a la hermana Chela a pasar una semana en una Posada, aprovechando que se celebraban las fiestas del pueblo para disfrutar del campo y de la gente, pero también tenía interés en descubrir qué le pasaba a esa hermana con ella, porque veía que llevaba varios años forjando un plan a sus espaldas en connivencia con las demás hermanas, pero, sobre todo, porque hubo una acción increíble que Flor no podía asimilar, pero no se lo había contado a nadie.

Chela aceptó la invitación, aunque Flor llevaba la pena callada, tenía la esperanza de que desapareciera aquella falsedad encubierta. Era sábado cuando se iniciaba la semana principal de las fiestas. Llegaron a la Posada del pueblo dispuestas a pasarlo bien. Por la tarde Pregón. Domingo actuaciones y jolgorios. El lunes por la mañana temprano y todas las mañanas de la semana tocaba caminata por los viejos caminos recorridos antaño. Por las tardes los diferentes actos se prolongaban hasta la media noche. Todo iba en aparente armonía. Era jueves por la noche y la actuación musical se prolongaba, las hermanas se fueron a la Posada, cenaron y se acostaron, apagaron la luz y la música seguía sonando a través de los altavoces. Flor llevaba aparato auditivo, se lo quitó y se durmió, pero Chela no podía dormirse, porque después de apagarse los altavoces la chiquillería continua la juerga junto a la Posada y con el griterío no podía dormir. Viendo que Flor dormía y ella no podía, con la inquina desatada las manos se le iban al cuello de Flor para asfixiarla. Tener ganas de asfixiar a una hermana dice mucho de lo que siente por ella. No es que Flor le haya fallado, el mal estaba en ella desde hacía tiempo…

Por la mañana al despertar Flor se encontró con la cara desencajada de la hermana Chela que llena de rabia le dijo: “Yo no he podido dormir en toda la noche y mientras tú durmiendo tan tranquila. ¡Me daban ganas de asfixiarte!”. La expresión y el tono de Chela dejó a Flor paralizada, porque tras la rabia percibió que pudo haber hecho lo que pensaba. Flor llena de miedo se quedó sin palabras, con un nudo en la garganta se puso la mano en el pecho porque le faltaba aire, cerró los ojos y dio gracias a Dios por protegerla y al ángel de la guarda por cuidarla.

En silencio se asearon y se fueron al comedor a desayunar. Nada más entrar en el comedor salieron al encuentro las que atendían, pero Chela enfadada y con tono brusco se quejó de no haber podido dormir: Yo sin poder pegar ojo en toda la noche y ésta (señalando a Flor), que es sorda, se quita el aparato y se pasó la noche durmiendo. ¡Me daban ganas de asfixiarla!

Una de ellas mirando a Flor le dijo: “De la que te escapaste…”. Ellas también se quejaron de no haber dormido y de no poder echar a los alborotadores de los alrededores. Y por la tarde, Chela también se quejó a la presidenta de la Comisión de Fiesta, con la misma rabia refiriéndose a la hermana. Flor se separó de Chela y trató de distraerse hablando con amistades, hasta que llegó la medianoche y tenían que ir juntitas como hermanitas a dormir. Esa noche y la siguiente la que no durmió fue Flor, por miedo a Chela, la cabeza no la puso sobre la almohada, al revés, la almohada sobre la cabeza.

En el tono y en las formas Chela hace una declaración de intenciones: en el tono hay ira y rabia, un sentimiento enfermo que hace pensar que el mal la domina y que lo que piensa lo hace, y en ese estado tuvo que reprimir el impulso de tirar sus manos al cuello para asfixiar a su hermana. Se refiere a su hermana como “esa”, que no significa nada para ella; “sorda” como un insulto, en lugar de tener pena de que no oiga bien y dependa de un aparato, y encima se enrabieta porque duerme, en lugar de estar contenta de que pudiera descansar.

Flor aunque trataba de disimilar estaba aterrada de miedo. Ese día conversaron poco, Flor buscando encontrarse con conocidos para sosegar la inquietud de estar a solas con ella en la habitación. Por la tarde se distraían con  los diferentes actos festivos que se prolongaban hasta la medianoche, pero Flor perdió hasta el apetito y ya no pudo dormir ni la noche del viernes ni del sábado, a pesar del cansancio de la Romería-ofrenda, porque temía que la asfixiara mientras dormía. Llegado el domingo, Flor sintió alivio porque el marido iba a buscarla para regresar a su casa. Pero tanto ese episodio de que pudo haber sido asfixiada, como el sucedido unos años antes cuando fue a la boda de la hija de Chela, Flor se los guardaba y no se lo contaba a nadie, ni siquiera a su marido, pensando que la cosa no iba a ir a más. Aunque, sin poder asimilar lo que le estaba pasando, pedía a Dios que pasara pronto aquella pesadilla.

Visto lo visto, a Flor le quedó claro que los movimientos obsesivos que llevaba tiempo percibiendo iban destinados a destruir su reputación.  Flor no confiaba en Chela, pero ni en las demás hermanas porque en todas se había desatado una corriente de hipocresía, por delante le ponían una carita y por detrás iban sembrando injurias y calumnias para desprestigiarla. Flor aun dándose cuenta de lo que tramaban, guardaba silencio, pensando que lo que percibía no podía ser real, porque los hermanos no se hacen daño, y ella siempre estaba dispuesta a ayudar a sus hermanos.

El tiempo pasaba y la situación empeoraba ya que las hermanas involucraron a los varones que alegremente se unieron al macabro plan de ningunear a una hermana. Pasaba el tiempo y un día Flor cansada de tanta hipocresía pidió a Dios fuerzas y se acercó a casa de la hermana más vieja donde todos estaban reunidos en torno al cumple de Sari y Soya, aunque también le habían hecho una falsa invitación. A pesar de ser una situación incómoda, Flor después de recibir durante años desprecios, sacó el valor suficiente para afrontar aquella desagradable situación, y porque quería desenmascarar aquel montaje…

Flor no fue sola, pero Sari hizo un feo argumento. Nada más llegar las miradas hablaban por sí solas. Flor dirigiéndose a Vita, la hermana anfitriona de la fiesta le dijo: “Me gustaría saber qué es lo que te he hecho yo para que me trates mal”. (Se daba las circunstancias de que Flor llevaba unos veinte años a su servicio, ayudándola). Vita se pone de puntillas y con la cara llena de ira cerró los puños y dijo: “Mira Flor…”, con la misma hizo un amago de desmayarse, el marido se acercó a darle aire, todos expectantes con el espectáculo y mirando con desprecio a Flor. Enseguida se le pasó el desmayo y se sentó en el sofá enganchada de las hermanas Soya, Sari y Chela se sentó con ellas, entonces Vita con retintín se dirigió a Flor. “Tú, que no vas al campo porque no quiere estar con tus hermanos”. Flor le contestó: “Eso es lo que dice Chela y que soy poco familiar, porque tú y ella sí que han sido muy familiares”. Vita la rabia no la podía contener, con la misma le dijo: “Y esa hija que tienes…”. (Eso es tener capacidad, porque ella como hija hizo derramar lágrimas de sangre a sus padres, y también teniendo una hija de quién ocuparse… Pero hay que decir que la hija de Flor no hizo nada, ni defenderse. Se retiró porque le demostraron que no la querían, pero ahí entra la hija de Chela, envidiosa y chantajista como su madre, y que es la causante del resquebrajamiento de la familia… Pero que no se preocupen que Dios lo ve todo y sabe las maldades que han brotado de esos impíos corazones).

Chela, el eje del mal, se levanta de pacificadora (Flor estaba tranquila contestando a las puntillas de Vita) y se acerca a Flor levantando los brazos, en ese momento Flor entró en pánico recordando que tiempo atrás pudo haber muerto asfixiada por aquellas manos, y dando un paso atrás le dijo: “¡No, no me toques!” Y para que se apartara, señalando un sillón le indicó: “Siéntate, siéntate que vas a escuchar”. Nadie preguntó el porqué de aquella reacción, a nadie le interesaba saber qué escondía aquel miedo. (Aunque pasado unos años volvió a intentar tocar a Flor y al extender los brazos, Flor no pudo evitar el miedo que le tiene y le repitió: “No me toques”). Pero entre ellos es de suponer que el “no me toques”, le dio para explayar su imaginación, y conociendo a estos hermanos Frankenstein, es fácil adivinar que de sus malas entrañas echaron a volar sus pajarracos malignos y se los endosaron a Flor y crearon un relato en el que ensañarse: “¿Vistes cómo se puso?” “Chela, tienes que tener cuidado”. “No debes verte a solas con ella”. “No podemos dejarte sola, tenemos que estar uno siempre contigo”. Estas suposiciones vienen dadas por lo que Flor descubrió…

Una tarde estando Flor en el pueblo, vio de lejos a Chela y Soya, como no mantenían relación cada cual estaba con sus amistades. Pasado un rato Flor ve en la distancia vigilante al hermano Suso, dándose cuenta que la observaba a ella, sintió pena porque a Suso lo tenía como el más sensato de todos. Ya de noche, Flor al marcharse pasó al lado de Suso y se saludaron fríamente, Suso con tono recriminatorio le dijo a Flor: "¡Te parece bonito!". Flor no le respondió. Suso de no entender nada de lo que pasaba, pasó a decirle  que Chela tenía que defenderse... ¿de qué?  Las lágrimas embaucadoras son muy convincentes y todos se han rendidos siguiendo los pasos del eje del mal, y actúan como tal, y a eso le llaman amor fraternal. Donde hay odio no hay amor. Los envidiosos lo denigran todo y con acciones denigrantes todos quedan retratados.

Qué tristeza comprobar que no solo era despreciada por sus hermanos sino que era vigilada, porque le atribuían tener la capacidad de hacerle daño físico a Chela. No se puede ser más mezquinos y crueles. Esto es de Juzgado de Guardia. (Espero que sus padres desde el cielo no vean de lo que son capaces estos hijos insurrectos, que por su culpa sufrieron mucho en vida).  A la que tienen que temer, mejor dicho, ayudar, es a Chela, porque está afectada psicológicamente y los ha arrastrado a todos a su mezquindad. ¡Dios los perdone!

Chela estaba obsesionada con Flor y tenerla cerca la pone eufórica, y era normal verla en el pueblo con el hermano Pillo de guardaespaldas y para hacerse notar, pasaba al lado de Flor como una gallina sin nidal y él detrás con cara de estar haciendo una gran labor, “el guardián de las tinieblas”. Despreciable y condenable actitud; amor por una hermana a costa de otra… A Chela se la ve pletórica acaparando la atención de todos; su papel de víctima para destruir a Flor le salió mejor de lo que pensaba, y aunque encierra un drama, la frase que le puso la guinda a su plan fue “no me toques”. Y queriendo sacarle el máximo provecho al "no me toques" y habiendo pasado muchos años sin relación alguna, una tarde estando Flor en el pueblo hablando con un primo, ella se acercó y sin ton ni son le tocó los brazos, Flor que se dio cuenta de la jugada, no dijo nada, indiferente la ignoró, pero seguro que ella esperaba que reaccionara para reafirmar el argumento que tanto éxito le ha aportado: porque ella pone por delante que quiere mucho a Flor y al querer darle un abrazo de cariño, Flor la rechaza con el "no me toques". 

No hace falta más que estar atentos para darse cuenta de la trama. Aunque Flor tenía claro que las condiciones que se daban no eran las idóneas para mantener contacto con Chela, Chela le pidió ir a casa de una maestra conocida, y Flor la llevó en su coche, pero de regreso va y le dice: "Mi marido nos está siguiendo...". Flor ni le respondió ni preguntó, enseguida entendió todo. Hay que decir que el marido aún no la conoce, siempre ha vivido engañado y cuando sepa la verdad, si es hombre de honor se avergonzará... Aquí todos, hermanos y allegados se han alineado con el mal y han ayudado a llevar a cabo una condenable acción. Pero Dios lo ha visto todo y sabe lo que cada cual ha aportado al indigno hecho de deshonrar el buen nombre de la familia: por tanto, hermanos que se han rendido a la mezquindad y vileza de tan bajas acciones, sigan abrazándose y llorando, pero de arrepentimiento para que se salven y puedan restablecer el honor, la memoria y el buen nombre de sus padres.

Todo vuelve no busques revancha ni te amargues demasiado, nadie que haya sembrada mal cosechará felicidad.

La maldad de los hermanos de esta historia, explica otras historias… José, el hijo de Jacob, un niño bueno que nunca hizo mal a sus hermanos, sin embargo sufrió mucho por la envidia de ellos: sus hermanos lo metieron en un pozo con la intención de dejarlo abandonado en brazos de la muerte, pero en ese momento el ángel de la guarda hizo que aparecieran unos mercaderes y lo sacaron y lo vendieron como esclavo. Sufrió mucho como esclavo, pero el ángel estaba con él y le ayudó a salir de la esclavitud y libre pudo desenmascarar a los hermanos, y estos avergonzados de sus graves acciones se arrepintieron... Estos hermanos tienen conciencia de sus gravísimas acciones, pero se ocultan tras una mascara de bondad y para ocultar su maldad, crean una historia cargada de sentimentalismo para presentarse como bienhechores. Son capaces de mentir despiadadamente a su padre y apenados fingen por tiempo una aflicción por la ausencia de José… Hay que reconocer que, en el que odia o envidia no hay amor ni compasión, pero son astutos embaucadores, maestros de la mentira y el engaño, y tratan de ocultar sus malos instintos bajo el chantaje emocional del dolor de lágrimas de cocodrilo.

Pues, agradezcamos y pongámonos en manos de nuestro ángel de la guarda para que nos siga protegiendo y cuidando, y nos alcance la plenitud misericordiosa del amor y la bondad de Dios.

Ángel de mi guarda, dulce compañía,

no me desampares, ni de noche ni de día…  


Fotografía: Internet   

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