sábado, 22 de mayo de 2021

Amar, odiar


 

Para amar no se necesita el cerebro, para odiar sí…

Siempre se ha dicho que, entre el amor y el odio sólo hay un paso. Para comprobarlo, científicos han medido la actividad cerebral y concluyen cosas sorprendentes: que existe un “circuito del odio” y que, en efecto, el enamoramiento “hace perder la cabeza”.

Controles cerebrales en personas demostraron que las imágenes de los individuos que odiaban revelaban un patrón de actividad cerebral que se producía en parte en áreas también activadas por el amor romántico, según Semir Zeki y John Paul Romaya del University College de Londres.

"Este vínculo explicaría por qué el amor y el odio están tan íntimamente relacionados uno con otro en la vida", señalaron los investigadores en la revista PLoS One. "Nuestros resultados muestran que hay un patrón único de actividad en el cerebro en el contexto del odio", agregaron.

Decía Robert Frost que: Hay que amar lo que es digno de ser amado y odiar lo que es odioso, más hace falta buen criterio para distinguir entre lo uno y lo otro.

¿Por qué odiar después de amar? En su estudio los expertos mostraron a 17 varones y 17 mujeres fotografías de algunas personas que los voluntarios decían odiar, junto con las de tres rostros familiares y neutrales. Los individuos odiados eran ex parejas, familiares o rivales laborales, excepto en un caso en el que se trataba de un político famoso. Los controles cerebrales identificaron un patrón de actividad en diferentes zonas del cerebro que los investigadores llamaron "circuito del odio", que se activaba cuando las personas veían las fotos de quienes despreciaban.

Actividad en el “circuito del odio”. El denominado circuito del odio incluye estructuras en la corteza y la subcorteza cerebral y representó un patrón distinto al de emociones como el temor, el miedo y el enojo, manifestó Zeki. Una parte del cerebro que se activó fue una zona considerada crucial a la hora de predecir las acciones de otras personas, algo que resultaría clave cuando se confronta con alguien odiado, indicaron los expertos. También se produjo actividad cerebral en el “putamen” y la ínsula, dos áreas que se activan cuando las personas observaban los rostros de una persona amada. Los científicos también han relacionado esas regiones con la acción agresiva y las situaciones angustiantes, explicó Zeki.

El putamen es una estructura situada en el centro del cerebro que junto con el núcleo caudado forma el núcleo estriado. El putamen y el globo pálido forman el núcleo lenticular. Es la porción de los nucleos basales que forma la parte más externa del núcleo lenticular. Parece desempeñar un importante papel en el condicionamiento operante (aprendizaje a través de refuerzo). Las cortezas somatosensorial y motora, el núcleo intralaminar del tálamo y la sustancia negra proyectan al putamen, y éste a su vez, proyecta en áreas motoras y premotoras del córtex a través del globo pálido y tálamo. Pero también hay diferencias importantes. Una mayor parte de la corteza cerebral, una zona relacionada con el juicio y el razonamiento, se desactiva con el amor, en comparación con el odio. Aunque ambas emociones son pasiones muy extremas, sucedería que las personas enamoradas suelen ser menos críticas y juiciosas con sus parejas, pero necesitan mantener su atención cuando lidian con un rival odiado, explicaron los autores. Por último, Zeki cree que: Es más probable que en el contexto del odio, quien lo siente quiera ejercitar el juicio a la hora de calcular los movimientos para "causar" daño.

Sólo se odia lo que se desconoce.... Quien odia algo, por nimio que sea su aborrecimiento, demuestra que no ama nada; su comportamiento denota que odia todo y a todos, incluido a sí mismo. El rencor es una prueba infalible de insatisfacción personal. Quien es capaz de amar, de verdad, a una sola persona, es incompetente para odiar a nadie.

¿Se puede amar y al mismo tiempo odiar a una persona? Creo que no de manera permanente. Tú puedes amar a una persona, pero en ratos pueden darse situaciones que te hacen odiarla.

Nadie somos moneditas de oro para caerle bien a todo mundo, ni tampoco para que a la gente le gusten todos nuestros detalles y todos los aspectos de nuestra personalidad. En tu pareja misma puede haber cualidades que te hacen amarla, pero también puede tener detalles que no te gusten y que anheles que ella corrija, sin que necesariamente se llegue al odio. Generalmente el odio se supera cuando existe la comunicación y el perdón, pero si no se logra superar, entonces el odio crece y el amor se va acabando hasta que ya solo existe odio y repulsión hacia esa persona. No pueden existir las dos al mismo tiempo de manera permanente.

Amar es más fácil que odiar… Hamlet Hermann

Filosofaba sobre el arte de ser feliz, hay que decir que cada uno de nosotros tiene un concepto diferente en torno a este tema. Me atrevería a opinar que, muchas veces aquello que nos puede hacer verdaderamente felices lo podríamos tener justo al lado, aunque no seamos capaces de identificarlo. La agitada vida que llevamos nos ha hecho tan estériles en lo sentimental que tendemos a buscar a lo lejos la felicidad que no acertamos a percibir al lado nuestro.

Por analogía de contrarios, también podría hablarse sobre personas que están dominadas por la envidia y el vicio de ser infelices ya que nunca están conformes con lo que tienen. Siempre quieren más que los demás y en mayor abundancia. No prodigan amistad, sino que quieren imponer la dominación y exigir la subordinación de los demás. No se dan cuenta que cuando así actúan están cambiando el afecto por el odio. La vida, que de por sí es corta, se estrecha siniestramente cuando el rencor es asumido como una misión. El resentimiento es una emoción que sólo puede existir en ausencia de toda inteligencia. Nadie que sea inteligente puede dejarse dominar por sentimientos perversos a sabiendas de que se aísla del resto de la sociedad. La perversidad vibra negativamente, se siente en cuanto uno se acerca a la persona que rezuma encono por los poros. Sólo los narcisistas, en su excesivo afán de admirarse a sí mismos, se quedan sin entender por qué la gente a su alrededor va gradualmente evitando que las conversaciones con ellos se extiendan. Porque el odio es carencia de imaginación y el narcisista repite y repite los mismos temas hasta convertirse en una persona obsesivamente monotemática.

Es fácil odiar y es difícil amar. Así es como funciona todo el esquema de las cosas. Todas las cosas buenas son difíciles de conseguir, y las cosas malas son muy fáciles de conseguir. Confucio.

No hace falta ser muy sabio para saber que el rencor es el peor enemigo de la persona. El resentimiento es el arma de los débiles. Mientras los fuertes y poderosos castigan al enemigo y lo someten a la obediencia, los débiles deben conformarse con odiar. Son impotentes de la mente y del cuerpo, impotentes de bondad y de afecto. Hay cierto tipo de desajustados sociales que son capaces de dañar a la familia, a la naturaleza, a la sociedad, estos imitadores de Atila, el rey de los hunos, riegan combustibles por donde pasa para que nada crezca. La realidad es que quien hace eso se está castigando a sí mismo. La perversidad no ayuda, sino que empeora el estado de ánimo e imposibilita la sanación que tanto necesitan los trastornados. Aunque a veces sea duro admitirlo hay que entender que los seres humanos evolucionan y cambian a lo largo de la vida. Esto, en ocasiones provoca que algunas personas sufran transformaciones y hayan dejado de ser lo que alguna vez fueron. Aunque ellos mismos no se den cuenta de lo que les ha ocurrido, se dejan llevar del instinto que le empuja a manipular a quienes quieren ganarse su confianza para arrastrarlos a sus planes vengativos.

La sabiduría oriental es digna de ser consultada y aprovechada en todo cuanto ella significa para nuestro equilibrio emocional. Dicen los chinos que, cuando la hierba se quema sobre la montaña da un claro resplandor que puede confundir, pero el fuego no permanece en el mismo lugar si nosotros le permitimos que continúe su andanza en busca de cosas qué quemar. El fuego es un fenómeno muy fugaz si actuamos a tiempo y nos damos cuenta de por qué arde y hacia dónde avanza. Lo mismo ha de suceder con el odio, con los castigos y con los pleitos. Tenemos que hacer todo lo posible para que estos fenómenos sean muy fugaces y que no se arrastren a otros lugares. Qué gana alguien prolongando el rencor y las venganzas peleando con todo aquel que se mueva a su alrededor. El resentimiento y la venganza no debían convertirse en morada permanente de las personas. Pero para eso hace falta sanidad mental y sanidad moral.

El ser humano tiene en sus manos el recurso de configurar su destino. Y su éxito en ello depende de si se expone al influjo de las fuerzas cargadas de bendición o prefiere acomodarse junto a las fuerzas de la destrucción. Si la persona está en elevada posición y se muestra modesto, resplandece con la luz de la sabiduría. Pero odiando y manteniendo el rencor para que se extienda como el fuego sobre la montaña, no se puede llegar a estar conforme consigo mismo ni con el resto de la sociedad. Porque el odio no es tarea de inteligentes, sino de mediocres que no tienen creatividad ni sentimientos.

Que Dios haga justicia... Honestamente no tengo tiempo de odiar a la gente que me odia porque estoy demasiada ocupada amando a la gente que me ama.


Fotografía: Internet

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