domingo, 2 de mayo de 2021

Mayo mes de María nuestra Madre



Durante siglos la Iglesia Católica ha dedicado todo el mes de mayo para honrar a la Virgen María, la Madre de Dios. La costumbre nació en la antigua Grecia. Cuenta la historia que desde las antiguas civilizaciones el mes de mayo era dedicado a Artemisa, la diosa de la fecundidad. Algo similar sucedía en la antigua Roma pues mayo era dedicado a Flora, la diosa de la vegetación. En aquella época celebraban los ludi florals o los juegos florales a finales de abril y pedían su intercesión.

Luego, hacia el siglo XII se originó el “Tricesimun” o “La devoción de los treinta días a María” con fecha desde el 15 de agosto al 15 de septiembre, en honor al nacimiento de la Virgen María. De ahí que muchos países como Argentina y Chile conserven ese período para honrar a María.

En el siglo XVII se retomó el mes de mayo para dedicárselo a la madre de Dios. De alguna manera se conjugaron las fiestas paganas para legalizar una celebración católica de carácter mariano que se mantienen hasta la actualidad.

Mayo es un mes amado y llega agradecido por diversos aspectos. En nuestro hemisferio la primavera avanza con muchas y polícromas florituras; el clima es favorable a los paseos y a las excursiones. Para la Liturgia, mayo pertenece siempre al tiempo de Pascua, el tiempo del "aleluya", del desvelarse del misterio de Cristo a la luz de la Resurrección y de la fe pascual: y es el tiempo de la espera del Espíritu Santo, que descendió con poder sobre la Iglesia naciente en Pentecostés. En ambos contextos, el natural y el litúrgico, se combina bien la tradición de la Iglesia de dedicar el mes de mayo a la Virgen María.

Ella, en efecto, es la flor más bella surgida de la creación, la "rosa" aparecida en la plenitud del tiempo, cuando Dios, mandando a su Hijo, entregó al mundo una nueva primavera. Y es al mismo tiempo la protagonista, humilde y discreta, de los primeros pasos de la Comunidad cristiana.

En España el Día de la Madre cae en el mes de mayo porque se trata de una tradición católica que ensalza a la Virgen María y mayo es el mes del año que está dedicada a ella y a las flores. ¡Nosotros debemos dar gracias a Dios cada día por nuestras madres! Por todos sus sacrificios y su amor.

Dios confía a cada madre el deber de compartir en el misterio de su creación. En el designio de nuestro Padre, cada nueva vida es concebida y crece bajo el corazón amante de una madre. Cada madre es un guardián nombrado por nuestro Padre para cuidar de su precioso regalo de vida. Su sonrisa es lo primero que el niño ve al entrar al mundo. Y su sonrisa es para el niño el primer signo del amor de Dios.

Las madres especialmente, son nuestras primeras maestras en la oración, la caridad y las prácticas de nuestra fe cristiana. Por su ejemplo, nuestras madres nos enseñan la verdad del amor cristiano, amando sin esperar nada a cambio. Como cristianos, somos bendecidos de tener dos madres. Tenemos nuestras madres naturales que nos trajeron a este mundo, y tenemos nuestra madre espiritual, la Santísima Virgen María.

Es apropiado que mayo, cuando celebramos el Día de la Madre, sea tradicionalmente el “Mes de María” en nuestra Iglesia. Así como nuestras madres nos enseñaron a caminar, María nos enseña cómo seguir a Jesús. Ella nos enseña cómo escuchar la voz de Dios y cómo confiar en su plan para nuestra vida.

A los ojos de María, como en los ojos de nuestras madres naturales, nosotros siempre seremos sus hijos. Como una buena madre, ella está siempre cerca de nosotros, lista para sostenernos si estamos por caer. Pero, hay madres que han sido y son despreciadas por sus hijos. “Honra… a tu madre”. Éxodo 20:12. No es una sugerencia, es un mandamiento que no tiene excepciones. Dios estableció esta directriz para el pueblo de Israel, porque un hogar respetuoso era crucial para el futuro éxito de la nación. Lo mismo cuenta para nosotros hoy. Dios nos bendice cuando respetamos a nuestras madres con palabras y acciones.

Amemos incondicionalmente a nuestras madres. Estamos llamados a amar a nuestra madre como Dios lo hace. Él no puso condiciones a su amor por nosotros con expectativas y requisitos que debíamos cumplir primero. Nos prodigó su amor aun siendo pecadores. Ro 5:8.

Así que honremos a todas nuestras madres este domingo, Tanto si se tiene la suerte de tenerla a su lado, como si ya la tenemos en el cielo. Pidamos a nuestra Santísima Madre que nos ayude a llegar a ser más dignos, más santos y más amorosos hijos de Dios, siendo buenos hijos terrenales.

Trátenla con amabilidad. Deje saber a su madre que ella es valorada. Tómese el tiempo para escuchar con atención sus palabras y ayúdela cuando tenga alguna necesidad.

Tengamos en cuenta que, honramos a nuestro padre y a nuestra madre cuando agradecemos todo lo que han hecho por nosotros. Y demostramos que los valoramos teniendo en cuenta sus consejos (Proverbios 7:1, 2; 23:26). La Biblia dice que “la hermosura de los hijos son sus padres”, es decir, que los hijos deben sentirse orgullosos de ellos (Proverbios 17:6).

Debemos aceptar su autoridad. Los hijos, honran a sus padres al respetar la autoridad que Dios les ha dado. Colosenses 3:20 les dice: “Hijos, sean obedientes a sus padres en todo, porque esto es muy agradable en el Señor”. El propio Jesús obedeció con gusto a sus padres cuando era jovencito (Lucas 2:51).

A los padres hay que tratarlos con respeto. (Levítico 19:3; Hebreos 12:9). Por lo general, el respeto se ve en lo que decimos y en cómo lo decimos. La Biblia dice que si alguien habla con falta de respeto de su padre o de su madre está cometiendo una ofensa grave. Mateo 15:4.

Hay hijos que originan tanto dolor a su madre y a su padre, y poco les importa verlos sufrir, es como si no le uniera ningún sentimiento, simplemente porque no aceptan que le oriente y guíe. No toleran ningún consejo teniéndose como más listos, pero lo que hagamos a nuestros padres más tarde o más temprano atormentará nuestra conciencia.

Yo siempre doy gracias a Dios por la gran madre que me dio y por darme la sensatez de valorarla en vida y reconocer su valía como la persona que me dio el ser, la que me cantaba nanas y me sonreía, y me llevó de la mano para que emprendiera mis pasos por el sendero que me encaminaba hacia un futuro esperanzado. Dar la vida es lo más grande y a una madre se le besan los pies: quién no la valora como madre y la considera su sirvienta, quién le falta al respeto, la insulta y desprecia, eso es crueldad y esos hijos son malditos, porque esas acciones son imperdonables…

El corazón de una madre es el único capital del sentimiento que nunca quiebra y con el cual se puede contar siempre con toda seguridad. Tener una madre es como tener siempre una manta para el frío, un pañuelo para cada lágrima, un bastón para cada caída, un paraguas para la lluvia, un trozo de pan para el hambre, un vaso de agua para la sed... Una madre es capaz de dar todo sin recibir nada. De querer con todo  su corazón sin esperar nada a cambio. Una madre sigue teniendo confianza en sus hijos cuando todos los demás lo han perdido... Una madres es madre.

Mayo, mes de María la madre de Dios y madre nuestra. Qué suerte tener dos madres: La Virgen María, Madre entre todas las madres; y mi madre la que me engendró, me acunó, me educó, me enseñó a rezar, me inculcó valores éticos y morales. Mi madre es la mejor madre. Mientras la tuve a mi lado le demostré mi amor y cariño, su ausencia me desgarra, pero a mi madre la llevo siempre en mi memoria porque vive en mi corazón. Su recuerdo está vivo, la recuerdo con gratitud como no podía ser menos. Valoro los innumerables sacrificios que hizo por mí, todo su cariño, sus desvelos y sus enseñanzas...

Mamá, gracias infinitas por ser mi madre y sabes que me siento muy orgullosa de ti, por eso, yo me felicito porque seas mi madre. ¡Te quiero mamá! 


Fotografía: Internet

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