viernes, 3 de marzo de 2017

La mentira a la orden del día

Un hombre vestido con traje y corbata.


Todos sabemos qué es la mentira, lo que significa y lo que supone, y todos alguna vez hemos mentido, con mentirijillas que no dañan a nadie. Otra cosa son las injurias, esas mentiras envenenadas disparadas con la intención de hacer mucho daño, venidas de mentes turbias y corazones podridos.

Es preocupante comprobar que en la actualidad la mentira lo está contaminando todo. En todos los ámbitos sociales la mentira campa sin escrúpulos con la intención de manipular conceptos y creencias para echar por tierra los valores que dan sentido a todo lo que dignifica a la humanidad.

Por ejemplo, con respecto a nuestros orígenes y a acontecimientos importantes para la humanidad. Me preocupa que nos quieran manipular la Historia. La Historia del mundo es la historia de la gente de aquí y de allá. Y cada rincón de España tiene su propia Historia; hechos y acontecimientos que sucedieron de determinada manera tienen que ser recordados con rigor, por respeto a las personas que tuvieron parte en los acontecimientos y por respeto a la sociedad actual que tiene derecho a saber la verdad sin mácula. Pues hoy contamos con una serie de personajes sin credibilidad que lo distorsionan todo para acomodarlo a sus intereses ideológicos y partidistas. La credibilidad de la política está cuestionada por las mentiras encubiertas que se van descubriendo, gracias a que se desenmascara a ciertos especímenes ‘la verdad triunfa’, pero la gente se contamina fácilmente y tardan en salir de la hipnosis.

Pero…, ¿por qué se miente? «Se miente para caer bien, por piedad, para lograr objetivos, manipular…» La psicóloga María Jesús Álava Reyes ha publicado «La verdad de la mentira» y según ella es el libro que más le ha costado escribir. En una entrevista reciente cuenta que, decidió escribir de este tema al ver que la mentira está rotando continuamente, lo comprobaba tanto en la consulta, como en los cursos de formación que impartía en su Centro de Psicología. «Vivimos en una sociedad donde la mentira tiene cada vez más fuerza. Está en auge porque no hay consecuencia para los que mienten. Somos tremendamente tolerantes con ellos y esto hace que los mentirosos vayan avanzando y ganando más espacio en un mundo en el que se premia triunfar por medio de trampas».

A la pregunta de cómo es el perfil de ese mentiroso casi patológico pero que tiene éxito, responde que a lo que los psicólogos llaman la triada oscura es; el narcisista, el egoísta y el agresivo… Son aquellas personas que son un poco maquiavélicas, que persiguen sus objetivos sin importarles los medios, y que tienen una puntuación alta en psicopatía. Ojo, psicopatía entendida como que no le importa la otra persona. Son egoístas, hacen lo que quieren y se autorizan a realizar cualquier cosa. No se sienten mal cuando abusan o manipulan a otras. Son personas triunfadoras que abusan olímpicamente y encima se autojustifican la mentira.

Los que mienten debe tener consecuencias para no volver a hacerlo. Algunas personas pueden pensar que les resultará más fácil conseguir determinados fines si mienten, pero ese es un camino erróneo que tarde o temprano se volverá en su contra. Porque cuando se descubre la mentira, la primera consecuencia directa es el deterioro de la credibilidad y de la confianza. Todos sabemos que la mentira daña y deteriora las relaciones.

Los mentirosos abusan de la buena educación que por lo general tienen las personas y suelen elegir bien a sus víctimas. Los manipuladores, los agresivos, no buscan a alguien como ellos, escogen a una persona sensible, empática, afectiva, generosa, a la presa fácil, en definitiva.
La víctima no lo tiene fácil para detectar la mentira, porque existe una dificultad intrínseca para detectar señales eficaces de mentira. La gente no suele descubrir al que miente porque no está preparada para ello, pero en esta sociedad en la que vivimos, o entrenamos para detectar la mentira, o esta inundará nuestras vidas. Al mentiroso se le suele pillar por una contradicción entre lo que ha dicho y los hechos posteriores. ¿Pero qué ocurre aquí? Que incluso cuando lo descubrimos nos suele resultar violento señalarlo, a pesar de estar viendo al otro crecido y tan campante. La cuestión es que cuando alguien mienta sea descubierto, porque no se puede ser cómplice de la mentira.

La mentira está a la orden del día. Mentimos para caer bien, para impresionar, por inseguridad, por humanidad, por ayudar a alguien, para alcanzar objetivos… pero lo cierto es que la mayoría de la gente lo hace para manipular… De hecho, las mentiras duelen y son culpables de gran parte de nuestro sufrimiento.

Se habla de mentira imprescindible y de mentira piadosa, pero no es lo mismo: Hay pocas mentiras imprescindibles, es mejor no manifestar o expresar lo que sientes. Sin embargo la mentira piadosa si se acepta porque hay mentiras que pueden justificarse, incluso que son necesarias si con ellas, lejos de provocar un daño evitamos un dolor estéril y un sufrimiento inútil y prolongado, En las mentiras «altruistas» decimos que el emisor intenta «ayudar, favorecer o proteger los intereses de otras personas, o evitar alguna situación desagradable para los demás». Pongamos un ejemplo: Cuando la gente está en situación límite por una enfermedad, debes dar esperanza; «ya verás que te vas a poner bien», «disfruta de cada día», «intenta vivirlo con ánimo»…. En este caso, decir la verdad puede ser una crueldad. No se puede decir aquello que no se puede asimilar.

No se puede ir con mentiras por la vida porque no hay mentira buena, muchas veces es mejor callarse y no expresar los sentimientos. ¿Para qué, si con ello solo se logra un nivel de agresividad y crispación tremenda? ¿Qué se adelanta con eso? Pero si caes en las garras de un desaprensivo tendrás que llenarte de paciencia y esperar a que llegue el momento de poder defenderte. Solo con la verdad se desenmascara la mentira. Qué cosas… ¡Tiempo al tiempo!

Fotografía: Kent Wang, cc. Desaturada de la original.

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